Un médico en las redes: ¡pregúntale!

Una cara conocida de un avatar de Twitter, pero con la que tienes poco contacto o incluso ninguno, aparece en los mensajes directos de Twitter. Normalmente con educación, incluso con delicadeza. A veces esperan a que respondas para seguir. Otras, directamente, te plantean una duda médica. Es la vida de un médico en las Redes Sociales.

Porque ¿quién no pregunta en una comida a un médico al que le acaban de presentar en una cena, de copas, en el pádel? ¿Quién desaprovecha esa oportunidad? ¿Quién no tiene una duda, un hijo, un familiar, un caso, una desgracia? Y muy educadamente, casi siempre, pero ¿vas a irte sin aprovecharlo?

Si eres capaz de preguntar en directo, a la cara, mientras él se toma su vermú, con un trozo de salmón en la boca, cuando se nota le ha gustado la rubia del fondo y busca de qué hablar con ella, ¿vas a dejar de mandarle un Mensaje Directo?

Vale, puede que no te guste lo que te diga. No pasa nada. A lo mejor hasta se lo dices despectivo (“pues el catedrático de… dice que no es verdad”). Otras simplemente lo ignorarás. Otras harás una conveniente mezcla entre lo que te han dicho ya varios, lo que te dice éste y lo que has leído en Google. En el Doctor Google. Su especialidad tampoco importa mucho. Quizá es ginecólogo, pero se acordará de la carrera para opinar sobre un triple by-pass, ¡que los médicos tienen mucha memoria!

Y los temas. ¡Ay!. Los temas. Dan para tomos de la “Enciclopaedia Britanica”. Porque si en número pueden ser infinitos, cuando lo preguntan suele ser porque han oído o leído decenas de explicaciones. Y a ellos les tienen que convencer. ¡Convencer! ¿Quién no le ha discutido a un médico? No digo que dudes, que no entiendas la explicación, que te gustara saber más. Digo que no estás de acuerdo. ¡De acuerdo!

Los médicos que estamos en las Redes y que lo confesamos, tenemos miles de historias para contar. Mi experiencia, he de confesar, no es tan divertida como parecería en este artículo. Me han preguntado muchas cosas pero sobre todo, me han contado mucho daño, me han transmitido mucho dolor. Han confiado en mí lo bastante como para contarme sus problemas, físicos y psíquicos. Y yo siempre, cómo no, he intentado ayudar. Y cuando no sé que decir, lo he transmitido, a pesar de que los pacientes, los ciudadanos, ven mal que un médico no sepa de todo.

No hay mayor muestra de confianza, de cesión, de humildad, que contar algo importante para ti a un tercero. Yo no tengo queja. Me considero afortunado cuando he podido ayudar. Y espero haberlo hecho. Y espero igualmente haber transmitido esperanza. Y no haber hundido ninguna ilusión, porque a veces lo que hacemos es criticar a otros, sean colegas o sean brujos, sin darnos cuenta de si está ayudando o no a una persona a pasar un trance.

Y quizá, quizá, haber hecho un poquito de medicina, en el más amplio sentido, incluso a través de las Redes, con gente, con personas, a las que ni siquiera conozco ni quizá conozca nunca. Lo cuál no tiene la menor importancia. Claro que sí: siempre soy médico. También en las Redes.