Una cultura capaz de darle nombre a algo tan poético como detenerse a contemplar la flor del cerezo es una cultura que sabe dos o tres (mil) cosas sobre belleza. Las japonesas poseen ‘eso’ por lo que mataríamos todas. Una piel asombrosamente perfecta: fina, casi traslúcida, blanquísima y sin manchas. Detrás de esa piel hay mucho de genética, pero también una disciplina casi militar en sus rituales de belleza.
No solo huyen del sol como de la peste; si para nosotras desmaquillarnos o ponernos una crema es –la mayor parte de las veces– una obligación que hay que quitársela rápidamente de encima, ellas cuidan su rostro con la misma delicadeza que dedican a la ceremonia del té o el ikebana.
Porque para las japonesas la piel no es solo el conjunto de células que protege el organismo del medio que lo rodea, sino el reflejo del yo interior. Los sentimientos afloran a través de la epidermis, casi como si tener buena cara te hiciera ser mejor persona. Los pliegues y las arrugas se dejan para el origami.
La alimentación es otro de sus secretos. En el siglo XXI beben colágeno, pero hay ingredientes que lleva milenios demostrando sus efectos positivos sobre la salud y la belleza. Y algunos no solo eso. La soja ocupa un lugar muy importante en la historia y la cultura de Japón. Si a los samuráis les daba la fuerza suficiente para librar batallas y los monjes budistas encontraban en ella una fuente de proteína alternativa a la carne, existe la creencia popular de que lanzar granos de soja a través de la puerta purifica el hogar y expulsa los malos espíritus. Las mujeres han usado tradicionalmente la leche de soja como loción hidratante: es rica en isoflavonas, conocidas por su efecto iluminador.
Kosé, una de las marcas cosméticas favoritas entre las mujeres japonesas, aterriza en España y celebra su 70 aniversario con el lanzamiento de Kosé Cell Radiance, una línea de tratamiento basada en las propiedades antioxidantes de la soja. El tratamiento combina cinco extractos esenciales de este ingrediente para conseguir una piel más suave y luminosa. Quizá nunca lleguemos a la perfección de la piel de las japonesas, pero estaremos un poco más cerca de conseguirlo.
Suero antiedad.
Un potentísimo suero de que remodela y alisa. Se absorbe rápidamente, enriqueciendo la piel con activos energizantes. En cuatro semanas, la piel recupera su tersura y está visiblemente más alisada y joven. Un plus: tiene una textura muy agradable.
Crema lifting reafirmante.
Esta crema altamente regeneradora se puede aplicar tanto por el día como por la noche, ya que protege la piel del estrés ambiental y, a la vez, contribuye al proceso natural de renovación que tiene lugar mientras dormimos. Los resultados se notan desde la primera aplicación, el contorno facial aparece más definido y la piel irradia luminosidad.
Crema reconstituyente de noche.
Una crema exquisita que envuelve el rostro como un velo. Combate los signos de la edad, reduciendo la fatiga y la flacidez y atenuando las arrugas. La piel adquiere una textura mucho más sedosa, ya que la soja repara los daños y la regenera.
Suero de ojos revitalizante.
La soja y otros ingredientes como el extracto de té Oolong, la semilla de onagra o la peonía, revitalizan la delicada zona del contorno de los ojos, iluminando la mirada y reduciendo las ojeras, las patas de gallo y las bolsas.
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