Carlos III querría encauzar por otro camino la tortuosa relación que mantiene con su hijo pequeño y su nuera desde principios de 2020. El Rey de Inglaterra habría dado pasos en ese sentido durante las últimas dos semanas. Coincidiendo con la obligada estancia del príncipe Harry y Meghan Markle en tierras británicas para asistir al funeral de Isabel II, tanto Carlos III como ellos habrían establecido las bases de una posible reconciliación. Así lo habrían asegurado fuentes de Buckingham a The Telegraph.
La misma fuente reveló que durante los «últimos 16 días, hubo tremendos destellos de esperanza. En cuanto al futuro, existe la esperanza de una causa para la unidad». Han sido dos semanas llenas de sentimientos y cercanía familiar que habrían ayudado a limar algunas de las diferencias que afectan a la familia.
La filtración se produce cuando está a punto de ver la luz un libro autobiográfico del príncipe Harry y que podría revelar algunos asuntos polémicos sobre los últimos años en la familia. Mientras tanto, otras dos publicaciones han visto la luz con llamativas revelaciones. El libro de Katie Nicholl, The New Royals afirma que cuando la pareja decidió casarse tenían pensado mudarse a una zona de apartamentos privados en el propio Castillo de Windsor. Por el contrario, Isabel II les cedió Frogmore Cottage y quedaron decepcionados.
Nicholl relata otro pasaje en el que la propia Reina habría cuestionado la conducta de Meghan Markle con funcionarios de Windsor. Habría sucedido en palacio durante la prueba del menú de la boda de los Duques Sussex. La duquesa mostró su contrariedad al respecto de uno de los platos al no ser del todo vegano. Las formas no gustaron a Isabel II, que acabó diciéndole a la futura esposa de su nieto: «Meghan, en esta familia no le hablamos a la gente así».
Sucesos como este y las estrictas normas a las que están sometidos los miembros de la casa real fueron minando la relación de la pareja con su familia. El cronista real Valentine Low describe en Courtiers: The Hidden Power Behind The Crown como la propia Isabel II se vio obligada a intervenir en enero de 2020. Sucedió en aquella histórica cumbre en Sandringham entre Carlos, William y Harry en la que se decidió sobre la marcha de la pareja. Isabel II ordenó a todos que buscaran la mejor fórmula y no hubo avances.
Así que para zanjar el asunto les dijo a ambos que o «estaban dentro o fuera» de la familia. Esta sencilla cuestión, repleta de matices, acabó con la pareja a miles de kilómetros y un considerable cisma familiar. En el libro, un confidente cercano a palacio le reveló a Low que Meghan Markle pensó que se convertiría en la «Beyoncé del Reino Unido» al casarse con un nieto de la Reina. Los problemas surgieron después, cuando Meghan comenzó a darse cuenta de las estrictas normas que debía cumplir y los sacrificios personales que conlleva representar a la institución.
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