El estado de salud de Isabel II sufrió un súbito empeoramiento antes del amanecer del jueves. Algo que cogió a contrapié a un nutrido grupo de familiares, que fueron informados por parte de los médicos del posible fallecimiento de la Reina en solo unas horas. El príncipe Carlos, que apenas se ha alejado de Balmoral desde principios de agosto, se encontraba en Dumfries House, en Ayrshire, al sur de Glasgow. Allí había pasado la noche tras acudir durante el miércoles a varios compromisos oficiales.
Las más de tres horas por carretera hasta Balmoral hicieron oportuno enviar hasta allí un helicóptero para llevarle hasta la residencia de su madre. El príncipe Carlos llegó Balmoral minutos antes de las diez y media de la mañana y de inmediato fue hasta el dormitorio de la reina. Su hermana, la princesa Ana, es muy probable que fuera el primer familiar directo que acompañó a Isabel II en sus últimas horas de vida.
La única hija de la Reina había tenido varios compromisos cerca de Balmoral durante la jornada y se cree que pasó la noche en el castillo. Ambos fueron informados por los médicos sobre el estado de salud de su madre. Con un desenlace inminente, sobre las doce y media de la mañana, el Palacio de Buckingham emitió el comunicado en el que se indicaba que los médicos estaban «preocupados» por el estado de salud de la Reina. Una nota que fue oficializaba la relevancia del momento.
No se descarta que antes que el propio príncipe Carlos llegara al Balmoral su esposa, la duquesa de Cornualles. Camilla pasó la noche en Birkhall, el retiro escocés de la pareja, apenas a un cuarto de hora en coche de donde yacía Isabel II. El resto de familiares estaban desperdigados por diferentes partes de Reino Unido. El príncipe William acababa de despedir a sus tres hijos en su primer día en la Escuela Lambrook, en las cercanías de Windsor. Desde allí puso rumbo a Londres para subirse al avión privado, dejando a Kate Middleton pendiente de los pequeños.
A ese mismo avión se subieron los otros hijos de la reina: el príncipe Eduardo, conde de Wessex, y el príncipe Andrés, duque de York. A ellos se unió la condesa de Wessex, que tenía una relación muy especial con Isabel II, a la que consideraba como una hija más. Este pequeño grupo familiar llegó al aeropuerto de Aberdeen sobre las cuatro de la tarde. Una hora más tarde estaban entrando por la verja de Balmoral en un Range Rover conducido por William.
Aunque el comunicado del fallecimiento de Isabel II fue hecho público a las seis y media de la tarde, algunas fuentes aseguran que ninguno de los familiares que viajaban en ese vuelo llegaron a ver viva a la Reina. No se saben muy bien los motivos por los el príncipe Harry no se subió al vuelo con el resto de familiares. Acabó llegando a Balmoral a las ocho menos diez en otro vuelo privado diferente. Tanto él como Meghan Markle debían estar en Londres, donde tenían previsto participar en un evento benéfico a última hora de la tarde. A primera hora de esta mañana, el príncipe Harry abandonaba en coche Balmoral dejando al resto de familiares en la residencia.
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