El Principado de Mónaco vive hoy uno de los días más esperados del año. La celebración del Baile de la Rosa es todo un acontecimiento en el que se dan cita un nutrido número de representantes de la alta sociedad de este pequeño territorio de poco más de 40.000 habitantes.
También acuden numerosos invitados por la familia Grimaldi. Una cita de gala en la que el atuendo gana protagonismo y en la que los estilismos de invitadas e invitados son tan relevantes como la causa del festejo.
Este baile tan comentado nació en en 1954 pero para comprender su significado hay que remontarse hasta mediados del siglo XIX.
Ya por aquel entonces se celebraba en este exclusivo enclave de la costa mediterránea francesa un evento que reunía a lo más granado de la época. Era bastante habitual que aristócratas de toda índole se dejaran ver por los florecientes hoteles.
La mayoría venía atraída por el primer casino, que fue inaugurado en 1856 cerca del puerto deportivo. Dos años antes, el príncipe Florestan I había legalizado el juego.
Años más tarde, sería Carlos III Grimaldi el que, aconsejado por su madre, impulsara los cambios necesarios para que la ciudad se convirtiera en el destino preferido de las grandes fortunas europeas. Fiestas y eventos de todo tipo eran habituales llegadas las fechas veraniegas.
Como tal, el Baile de la Rosa se celebró por primera vez en 1954. Se creó como la gala que daba inicio a la temporada de fiestas en Mónaco. El encargado de diseñar el programa del evento fue Henry Astric, que era por aquel entonces director artístico de la Société des Bains de Mer.
Y en contra de lo que por aquel entonces era la moda, se escogió un programa de música clásica para amenizar la velada. Una noche con mucho vals, violines y, por supuesto, rosas rojas engalanando mesas y rincones.
Aquella primera velada tuvo tanto éxito que el príncipe Rainiero quedó fascinado. Apenas llevaba cinco años reinando, pero quería darle otro aire al Principado. Necesitaba eventos de este tipo para dar a conocer Mónaco más allá de las fronteras europeas. Y vaya si lo consiguió.
Un año después la Metro-Goldwyn-Mayer decidió rodar allí la película El cisne. Su protagonista era Grace Kelly. El príncipe la invitó a palacio una tarde para conocerla y ahí cambió la historia.
Desde 1964 los los beneficios de las tómbolas y demás subastas que se realizan durante la gala se destinan íntegramente a la Fundación Princesa Grace. Se trata de una organización sin ánimo de lucro que ayuda a personas vulnerables y niños desfavorecidos.
El evento de hoy se celebra en el Sporting Club de Mónaco tras dos años suspendido a causa de la pandemia de Covid. Christian Louboutin ha sido el encargado de diseñar el evento que se celebra en La Salle des Etoiles, un espacio abierto pare eventos con más de mil metros cuadrados y vistas al mar.
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