Conseguir que una estrella de Hollywood pose con tu mercancía y que incluso hable de ella es muy poco probable sin un talonario de por medio. Así que este tipo de ceremonias de perfil alto, en el que la presencia de una ingente cantidad de estrellas del mundo del cine, la moda y la televisión está garantizada, son desde hace más o menos una década, la plataforma perfecta para que las agencias de ‘product placement’ pongan en marcha su artillería pesada.
En Hollywood siempre hay estrellas, pero durante este tipo de eventos la ciudad está literalmente tomada por los famosos, su comitiva y, como no, la prensa. Tres ingredientes que combinados con sabiduría se convierten en el escaparate perfecto para amplificar un mensaje o exponer un producto.
Esto lo saben bien los equipos de relaciones públicas de agencias expertas como Dreamhouse Marketing & Branding Group, Kari Feinstein y GBK productions. Ellas son las encargadas de organizar anualmente las ‘suites de los regalos’ más visitadas.
Las suites de los regalos son ese lugar al que los famosos van días antes de la ceremonia a dejarse querer por las marcas allí presentes. Les regalan viajes a sitios de ensueño, gafas de sol, cascos, comida, productos de belleza y ¡hasta colchones! Todo gratis. Todo a cambio de que se dejen ver con la mercancía en una foto. Todo sin contratos. Todo de manera altruista y muy casual. Todo a cambio de que concedan ser maniquíes, con alma, por unos momentos.
Muchas de las marcas que participan en este tipo de eventos no son grandes empresas, sino más bien negocios de media y alta gama que por si solos no podrían permitirse captar la atención de tantas estrellas de un solo golpe. De este modo perciben estas iniciativas como la plataforma perfecta para que su exposición se multiplique. Y a juzgar por los resultados que reportan algunas de las agencias detrás de estos saraos: la inversión se optimiza con creces.
Los nombres de los productos repartidos en estas suites se repiten incesantemente en radio, prensa, televisión y redes sociales asociados a un nutrido grupo de celebrities. Una campaña de publicidad que, sin serlo oficialmente, puede llegar a convertirse en una de las que más retorno por inversión ofrezca.
Para los nominados, premiados y presentadores tampoco está nada mal, pues se van a casa con una bolsa repleta de regalos con un valor que puede alcanzar los 200.000 dólares. Un caramelo que, sin duda, endulza la derrota el día de la ceremonia si finalmente no obtienen ningún galardón.
Es cada vez más común, que en esta sala dedicada al lujo gratuito, los organizadores reserven un espacio para que las ONGs también puedan captar la atención de alguna estrella solidaria y además, parte de la recaudación, se destina a obras benéficas.
Entre los productos recogidos en esas bolsas, destacan: un viaje al exclusivo resort Moon Palace Jamaican Grande en Ocho Ríos (Jamaica); unas gafas de sol BMW Eyewear, un vale regalo para tratamientos estéticos o de cirugía plástica en Image Spa; un set de camisetas interiores a base de fibras de bambú de Nudy Patooty; un vaporizador para inhalar vitaminas de In hale Health y una tabla de snow y otra de surf de GNU y Lib Tech, respectivamente.
Ahora ya queda más claro a qué se refieren cuando repiten eso de “solo el hecho de estar nominado ya es un regalo.”
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