El pasado viernes Tamara Falcó celebró por todo lo alto su 40 cumpleaños. Una espectacular fiesta organizada por una famosa revista y en la que no faltó ningún detalle. Tanto es así, que hemos visto muchísimas similitudes con la que podría ser su futura boda con Íñigo Onieva. Un lugar especial, una cuidada decoración, un nutrido grupo de invitados, vestidos de gala, una gran tarta… no faltó hasta el baile nupcial. Analicemos los ingredientes que nos llevan a comparar la fiesta de 40 cumpleaños de Tamara Falcó con su futura boda.
Nada más ver a Tamara aparecer en su fiesta de cumpleaños, más de uno pensó que iba vestida de novia. La socialité escogió para este día tan especial un espectacular vestido largo de color crudo y perla del diseñador holandés Jan Taminiau, conocido por vestir a royals y aristócratas como Máxima de Holanda.
Así, la marquesa de Griñón lució un vestido de escote en V, ceñido al cuerpo, con manga corta y una voluminosa falda con cascada de tul de seda, con una pequeña cola. Un vestido con el que brilló con luz propia ayudada por las perlas Swarovski que decoraban la superficie del cuerpo, creando una especie de degradado por todo el vestido.
Tamara estaba espectacular, pero, al estilo de muchas novias, este no fue el único vestido que lució en su cumpleaños. Para la fiesta posterior, la marquesa se decantó por un colorido diseño de Oscar de la Renta con flores bordadas, tirantes y un pequeño escote, igual de espectacular que el anterior.
Pero Tamara Falcó no solo parecía una novia por sus vestidos. A su cumpleaños estaban invitadas un total de 150 personas, entre las que se encontraban la familia y los amigos de la socialité. Un exclusivo grupo de invitados que pudieron disfrutar de una exclusiva cena a cargo del chef Ramón Freixa, que preparó un menú especial que había supervisado la propia Tamara.
Los invitados se repartieron por diferentes mesas a lo largo de un majestuoso salón palaciego, especialmente decorado para ese día con flores y globos en tonos dorados, rosas y morados. Al más puro estilo banquete nupcial. De hecho, los invitados desde sus mesas hicieron varios brindis en honor a la cumpleañera y pidieron besos con su inseparable Íñigo Onieva, como si fuera su boda.
Para el final de la noche, igual que en una boda, Tamara repartió el postre, una espectacular y deliciosa tarta con varios pisos, que nada tenía que envidiar a una tradicional tarta nupcial. La marquesa sopló la velas junto a su hermana, Ana Boyer, que estuvo en todo momento con ella al estilo de una dama de honor.
Tras la cena y el postre, llegó el momento del baile. Íñigo Onieva, gran experto en la fiesta y todo lo relacionado con el baile, sacó a su novia para inaugurar la pista. Juntos bailaron tanto canciones lentas, como más animadas. Todo con una coreografía que dejaba ver la especial química que hay entre ellos.
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