El de Robert De Niro y otros de los divorcios VIP más sonados

El amor dura lo que dura, y si hablamos de Hollywood, parece que (casi) siempre tiene fecha de caducidad. A la lista de divorcios de celebrities se suma ahora el del actor Robert De Niro que acaba con su mujer tras 20 años de matrimonio.

Josep Sandoval. 22/11/2018

Robert De Niro y su segunda esposa (oficial) Grace Hightower, se han separado después de veinte años de casados. La pareja tiene un hijo, Elliot, que es autista, y una hija, Helen Grace, concebida mediante un vientre de alquiler. Fascinado por las mujeres de color, De Niro ha tenido antes muchos romances con mujeres de raza negra, desde la primera, Diahnne Abbott (con quien tuvo a Raphael y adoptó a Drena, hija de Diahnne); hasta la última, sin olvidar su presunto idilio con Naomi Campbell, su relación con la modelo Toukie Smith (con quien tuvo a sus gemelos Julian y Aaron), y su historia con la exótica actriz porno Charmaine Sinclair.

Aunque parece que emitirán un comunicado en breve, su círculo de amigos ha confirmado que ya no viven juntos desde hace un tiempo. Sorprende la longevidad del matrimonio en un mundo donde eso de quererse, odiarse y olvidarse está a la orden del día. Además hay de por medio encuentros en los juzgados para repartirse los bienes conyugales, pues siempre hay una parte más interesada que la otra en estas rupturas surgidas a esa mala interpretación del verbo amar, cuando quieren usar otro. Y eso cuando no es solamente el interés económico y/o profesional que les llama a comprar ese lugar tan denostado llamado hogar.

El caso de De Niro, siempre prudente y discreto en sus relaciones, no es el ejemplo más idóneo en esta ocasión, donde el factor emocional que nos afecta no es excesivo, como pudo suceder cuando tarifaron Antonio Banderas y Melanie Griffth (por aquello del amor patrio de él y el “te quiero una jartá” de ella), aunque siempre ha existido una admiración por el actor. Y además, qué caramba, que veinte años casados en Hollywood es una eternidad en cualquier parte. A pesar de que esta alteración de la convivencia, que diría cualquier monárquico, es la segunda que viven Robert y Grace, que ya tras su más sus menos, renovaron sus votos en el 2004.

Tom y Katie se divorciaron tras cuatro años de relación

Matrimonios exprés

Hay historias de divorcios de vida breve, como el de Kim Kardashian y el baloncestista Kris Humphries, cuya boda duró 27 días. Y sin salir de la familia, el de su hermana Khloe con Lamar Odon, señor de vida alterada con dependencias variadas y ninguna asociada al hogar (un suponer). También por infidelidades rompieron Tiger Woods y Elin Nordegren, y de nuevo fue él el responsable, después de apenas seis años casados.

Hay divorcios que tiene frases célebres: “Ahora podré usar zapatos de tacón”, dicen que gritó Katie Holmes cuando dejó a Tom Cruise tras cuatro años de relación saldados a razón de cuatro millones de dólares por años, unas casas y la condición de no publicar un amor en cinco años, así que su relación con Jamie Foxx ha estado salpicada de nubes. Katie tiene en custodia ademas a la hija de ambos, Suri, a quien su padre, al parecer, visita muy poco. Cuando tenga ocasión le preguntaré a Penélope Cruz si los tres años de noviazgo se saldan también con cheque, aunque creo que sin anillo, no hay tarifa. De la Cienciología, ni hablamos.

Después de los tacones de Holmes, leo otra frase épica. “He llegado a sentir asco por él y por mí por estar con él”, escapada de la boquita de Alba Carrillo refiriéndose a Feliciano López, con quien pasó seis meses casada. Ahora pelean por aquello de los bienes gananciales: él sigue ganando los suyos peleando en las pistas de tenis y ella en los platós de televisión, vendiendo sus paisajes, que es ella de verbo ágil, un verso suelto que se llama.

Ben y Jennifer estuvieron diez años casados

Bien está lo que bien acaba

Cuando el ‘Beatle’ Paul McCartney se casó con Heather Mills, ya presagiamos que aquello no acabaría bien. Y así fue, porque a los seis años, ella le acusó de abuso físico y emocional y se llevó 48 millones de dólares por el dolor. Hay divorcios con aportaciones graciosas, psicológicamente hablando.

Lean si no lo de Jennifer Garner y Ben Affleck, que tras diez años de matrimonio y tres hijos en común (los megafotografiados Violet, Seraphina y Samuel), anuncian que se separan, pero siguen compartiendo mucho, incluso las tareas de rehabilitación de él. Lo gracioso viene ahora, porque también han dicho que pasarán las vacaciones de Navidad en Montana, los seis juntos, porque son la familia y uno más. Se trata de John Miller, CEO del Cali Group, que sale ahora con la Garner. Si todos están de acuerdo, no hay nada que objetar.

Seal engañó a Heidi con la asistenta y terminaron su relación

Problemas con el servicio

Los problemas con el servicio también han sido motivos de separación entre los VIPS. Heidi Klum y Seal rompieron porque él la engañó con la criada, y ella los pilló. Ella es una chica lista con pedigrí: tuvo una hija con Flavio Briatore y romances sin descendencia con Ric Pepino, Vito Schnabel, Anthony Kiedis y Tom Kaulitz (de Tokyo hotel). Con Seal tuvo tres hijos biológicos y adoptó a Leni, hija de Briatore. Pero apareció la mucama y lo echó todo a perder.

Peor lo tuvo Arnold Schwarzenegger cuando su esposa (toda una Kennedy) Maria Shriver y madre de sus cuatro hijos (todos muy ‘Made in USA’) vio cómo se sentaba a la mesa otro, Joseph Baena, que no es cosa suya, sino del marido y la asistenta. Y que para más INRI es como un calco del forzudo, músculos incluidos, así que por no quitar un plato de la mesa, la chacha ascendió de categoría y ella se divorció. Todos tan felices.

Brad y Angelina, ¿qué será ahora de sus seis hijos?

Brangelina, del amor al odio

No quisiera terminar sin hacer mención a una separación que de tanto marearme, ya me da absolutamente igual. La de Angelina Jolie y Brad Pitt. Tan guapos, tan ricos, tan solidarios, tan entregados. Tan tontos, tal para cual. Ahora, después de quererse, tontear con su felicidad y con esos silencios de miel de granja, empalagosos, lo dejan. Pero, ¿están chiflados o qué? ¿qué pasará con sus hijos, los tres biológicos (Shiloh, Knox y Vivienne) y los tres adoptados (Maddox, Pax y Zahara)? ¿qué deben pensar las pobres criaturas perseguidas por los fotógrafos, viviendo entre lujos hoy aquí y mañana allá, rodeados de todos los caprichos y sin saber qué esta pasando realmente? Seguramente los mayores dirán que una casa no es un hogar. Y mientras, también aprenden a deletrear la palabra f-a-m-i-l-i-a.

Fotografías: Gtres.

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