Nos vimos la semana que se celebraban las elecciones en Cataluña y su estado era expectante. Ahora, las encuestas sitúan a Ciudadanos, el partido en el que milita, a la cabeza de las preferencias de los votantes, lo que le supone una inyección de esperanza indisimulable. Es el portavoz de su partido en la Asamblea de Madrid y, a veces, el látigo “in misericorde” de la presidenta Cifuentes…
The Luxonomist: Me gustaría no hablar mucho de política en estas conversaciones, pero pediros eso a vosotros es una utopía…
Ignacio Aguado: Yo encantado de hablar de otras cosas. Veremos si lo conseguimos.
TL: Nunca dejáis de ser políticos…
IA: Es cierto, desde que te levantas hasta que te acuestas. Es algo que cuando estás fuera no lo ves tan claro, pero cuando entras en política, te absorbe. Yo llevo solo dos años y medio, antes me dedicaba al sector energético, pero mi vida ha cambiado bastante.
TL: ¿Qué te lleva a cambiar el rumbo profesional?
IA: En la empresa privada estaba muy contento, porque el sector energético capeó muy bien la crisis, pero estaba harto de todo lo que estaba pasando en la vida política. El tan manido “y tú más”, la corrupción, las mismas caras desde hace años… Decidí afiliarme a Ciudadanos a Madrid en junio de 2013, cuando no me conocía nadie.
TL: El ‘Efecto Rivera’, supongo… con el que, por cierto, compartes un look similar y la afición por el waterpolo. No sé si os exigen saber nadar en el partido…
IA: (risas) De momento no. Había oído hablar de Albert cuando fundó el partido en Cataluña en 2006. Es cierto que tenemos unas vidas ciertamente paralelas. Nos une el waterpolo, pero nunca jugué contra él ni coincidimos en ningún partido. Nos unían también nuestras participaciones en debates universitarios, pero tampoco le conocí personalmente en esa etapa.
TL: Ahora, sin embargo, ya le tienes muy visto…
IA: (risas) Nunca es suficiente. Las cosas han cambiado mucho en estos años. Cuando me afilié éramos 33 y ahora somos cerca de 5000. Te hablo de Madrid. El partido empezó a crecer y había que presentarse a las autonómicas. Ni de coña imaginé lo que iba a pasar, yo estaba dispuesto a ayudar al que se presentara y ya está. Nos plantamos en enero de 2015 y no había nadie para presentarse.
TL: Así que fuiste candidato de rebote.
IA: Totalmente. Me propusieron presentarme a las primarias y lo hice. Me dio mucho vértigo, pero tampoco tuve mucho tiempo para pensar.
TL: Para estar en política, además de todo esto que me dices, hay que valer…
IA: No te creas, es cuestión de aprendizaje. Yo no sabía lo que me iba a encontrar y te aseguro que sigo aprendiendo cada día de esta profesión. Nunca nada es igual, ningún día se repite.
TL: ¿Te has puesto el chubasquero?
IA: ¡Desde el primer día! porque, aunque no sabía bien dónde me metía, sí era consciente de los cambios que iba a experimentar en mi vida. Perder el anonimato, ser objeto de miradas, ser cuestionado por lo que dices. Imaginas dónde te metes, pero no eres del todo consciente hasta que ya no tiene remedio (risas). De lo que sí he sido muy consciente siempre es de lo que estábamos haciendo y lo que estábamos consiguiendo, a pesar de mi inexperiencia política previa a entrar en la Comunidad de Madrid. Pasé de ver la política desde casa a verme implicado en ella.
TL: Quien se lleva la peor parte de estas aventuras es quien comparte la vida con vosotros. Tú has elegido dedicarte a la política, ellos no…
IA: También es una adaptación para ellos. Yo recuerdo que, cuando les dije a mis padres que entraba en política, como me quieren mucho, respetaron mi decisión. Ellos o mi mujer lo fueron aceptando y se fueron adaptando. Recuerdo la típica frase de madre de “¿qué necesidad hay de meterte en esto, hijo? Con lo bien que estás en tu empresa, donde te tienen bien considerado. Con lo bien que se vive en el anonimato”. Y, sin embargo, ahí está… apoyándome siempre.
TL: Entras en política para poder hacer cosas por los demás…
IA: Sí, absolutamente. Siempre he tenido mucha vocación pública y me he involucrado mucho en proyectos colectivos. Me interesa lo que puedo hacer por mi país y lo que, como individuo, puedo aportar a mi colectivo. Me preocupa que pueda hacerme mayor y que todo lo que me han dado la vida o mi familia, no haya sido capaz de devolverlo a la sociedad.
TL: Muy generoso te intuyo…
IA: No sé si es generoso o intentar tener una vida equilibrada y que, al final de mi camino, pueda decir que he contribuido en mi país a que mi entorno vaya un poquito mejor. No quiero plantarme con 80 años, ver que he recibido tanto y que solo me he dedicado a disfrutarlo yo. Esto es como la parábola de los talentos ¿cuánto me has dado, diez?, pues no solo no te voy a devolver veinte sino todo lo que pueda. No sé lo que va a durar esta etapa de mi vida, pero en ella me voy a dedicar a devolver lo mucho que reciba.
TL: Me sorprende que busques el equilibrio en una profesión desequilibrante y, muchas veces, desquiciante…
IA: Depende de cómo la enfoques. Es cierto que hay una parte de la política que ha devaluado la labor de los políticos por temas de corrupción, por ejemplo, pero no se puede generalizar. Al final no es un tema de partido, es un tema de personas. Y esas deben estar dispuestas a cambiar su partido. Y, si no lo consiguen, deben irse. Nunca respaldaré las siglas de mi partido si no obran de acuerdo con lo que representan.
TL: Ahora que ya has conocido esta adrenalina, ¿podrías vivir sin ella?
IA: ¡Claro que sí! Totalmente. Es más, no tengo ninguna duda de que voy a vivir sin esto (risas). La política la veo como una etapa en mi vida. Sin más. Higiénicamente para la cabeza, hay que evitar de la política aquello que te consume, que es la ambición por el poder, las tensiones internas y todo aquello que te saca de tu objetivo. No me he puesto plazos, pero sí que me siento con la libertad de irme el día que considere que se ha acabado esta etapa.
TL: ¿Pediste excedencia para la aventura de la política?
IA: Sí. Tengo una excedencia forzosa por cargo público y mi empresa tiene la obligación de readmitirme cuando deje de dedicarme a esto. Mi puerta giratoria ha sido de la empresa a la política, al revés de lo habitual. El miedo que hay de incorporarse a la política es por la imagen que se tiene de ella. Si la gente viese que tiene un interés por el servicio público, por la honradez… estoy convencido de que mucha más gente se implicaría en la política. Y también hay que decir que otro componente es el económico. Hay gente que tiene éxito en la empresa privada y no quiere entrar en política porque va a ganar muchísimo menos. La política hace ricos a los que la utilizan mal, los corruptos que la desprestigian.
TL: ¿Tu travesía está siendo placentera?
IA: Sí, mucho. La verdad es que sí. Estoy disfrutando cada día, aprendiendo sin parar. Si mañana me tuviera que ir, el bagaje personal que me llevo es espectacular. No hay ningún máster, que se pueda pagar, ni ninguna experiencia vital que me dé lo que he recibido en dos años y medio en experiencia en liderazgo, gestión de equipo y de estrés, relación con los medios de comunicación, contactos ¡Es brutal!.
TL: ¿Tienes la sensación de que la Comunidad de Madrid se te va a quedar pequeña?
IA: No, para nada. Ojalá sea presidente en 2019, sería un sueño cumplido. Me sentiría absolutamente pleno siendo presidente de la Comunidad de Madrid. Es cierto también que mi plenitud no está vinculada a mis éxitos políticos. Mi plenitud va por dentro y me pide ser presidente. No me obsesiona serlo, pero me veo como presidente. Todos los días pienso en ello. Mi objetivo en política es directamente proporcional a mi tolerancia al fracaso. No me cuesta recomponerme, aunque haya puesto todas las habas en la cazuela. Eso es algo que te da la disciplina del deporte.
TL: ¿Con qué te hundes tú?
IA: Solamente con temas familiares. Lo demás no puede conmigo. Hay que aprovechar la vida porque una enfermedad te saca de las vías y te cambia el rumbo. Hay que vivir a tope y, cuando te saquen de la vía, ahí te has quedado, pero tras disfrutar de cada minuto vivido.
TL: Eres del día a día entonces…
IA: Soy de vivirlo con plenitud y también soy muy reflexivo de cara hacia dónde quiero ir. En mi casa me han enseñado a ponerme las metas lo más altas posible porque siempre habrá tiempo de bajar. El rumbo en la vida tiene que ser siempre alcanzar esas metas.
TL: Has estudiado tres carreras (Derecho, Administración y Dirección de Empresas; y Ciencias Políticas). El título de empollón no te lo quita nadie…
IA: Pues fíjate, no. Yo era constante, estaba siempre encima y nunca me di atracones cuando llegaban los exámenes. Siempre he sido de letras y lo mío era la constancia en el estudio. No había otro secreto.
TL: Y, entre tanta carrera y tanto estudio, no has tenido la sensación de perderte etapas importantes. No sé, mientras tus amigos estaban de discotecas, tú te citabas con los libros…
IA: La verdad es que he intentado compatibilizarlo al máximo. He procurado salir todo lo que he podido, estudiar cuando tenía que hacerlo, pero también es verdad que nunca he sido el que se iba el último de la discoteca, ni un cierra bares, ni tampoco el que estudiaba diez horas seguidas. A las 12 de la noche siempre me iba a dormir y, en tal caso, me levantaba a las 5… pero jamás me he dado atracón de estudiar y, por supuesto, nunca me he tomado nada para poder aguantar despierto.
TL: No te has perdido nada, entonces…
IA: No, la verdad es que no tengo esa sensación. Creo que ha sido todo muy medido en mi vida, he disfrutado de todas las etapas. Ahora empiezo una nueva, porque voy a ser papá de un niño a finales de febrero. Es una etapa que mi mujer y yo estamos viviendo con muchísimas ganas. Sé que la paternidad es lo que va a cambiar de verdad mi vida y las prioridades. Tengo una mujer que va a ser una madraza, seguro.
TL: Nueva etapa en la relación…
IA: Sí, dejamos una etapa de ser matrimonio, solos los dos, a integrar un nuevo miembro. Nos casamos dos semanas después de las elecciones. En septiembre de 2014 le pedí matrimonio a mi mujer para casarnos el 6 de junio de 2015, pensando que jamás sería primero de lista para las autonómicas. Cuando empezó a crecer la bola y apuntaba a ser el elegido, Paula tuvo que organizar la boda sola.
TL: Supongo que predicarás con el ejemplo y te cogerás la baja por paternidad.
IA: Es algo que tengo pensado hacer porque quiero vivir esa nueva experiencia en plenitud.
TL: ¿Cómo lleva tu mujer que seas político? Porque te conoció siendo alguien anónimo en la empresa privada…
IA: Al principio lo llevaba regular porque sufría mucho con los ataques en redes sociales y las críticas. Hasta que le expliqué que eso también forma parte de la política, no acabó de encajar bien la situación. Ahora ya lo entiende y lo lleva algo mejor.
TL: ¿Lees lo que escriben de ti?
IA: Sí, pero le presto la atención justa. Cuando me faltan al respeto, directamente, bloqueo. En otros casos, respondo y llego incluso a tener una conversación con quien escribe. En mi casa, en mis RRSS, entra quien yo quiero.
TL: Volvamos un rato la vista atrás. ¿Te recuerdas un niño feliz?
IA: Mucho. He disfrutado de mi infancia muchísimo. Tuve una suerte increíble. Soy el tercero de cuatro hermanos. Siempre me he sentido muy querido, muy cuidado, y hemos tenido entre todos muy buena relación. Nunca he tenido afortunadamente ningún problema en casa, me han apoyado en todo.
TL: ¿El cine entraba en tus planes?
IA: Iba al cine de vez en cuando. Me gusta, pero tengo que ver más. Me hace falta ver clásicos, por ejemplo. Hasta ahora he sido mucho de cine comercial. Recuerdo haber visto ‘Carros de fuego’ en el colegio y veía mucho ‘Los pitufos’ y ‘David el Gnomo’, que era mi serie favorita. Me sabía los diálogos de memoria. Luego, con el tiempo, me incliné por ‘Bola de dragón’, pero si tengo que decirte una película que me haya marcado en mi etapa de adolescente es ‘Top Gun’ y, luego, me gustó mucho también ‘Dirty Dancing’. Ya en la madurez, ‘La vida es bella’ por su mensaje y porque aspiras a comportarte en la vida como ese padre. Eso es lo que busco en el cine, una buena historia, un buen mensaje. Busco aprender de las historias de los demás para poder hacerlas mías.
TL: ¿Sigues teniendo los mismos amigos?
IA: Sí. Obviamente se han ido incorporando nuevos, como por ejemplo el círculo de mi mujer, pero sigo teniendo los mismos del barrio de cuando era niño. Mi mejor amigo es al que conocí en la guardería. Sigo unido a mis raíces, a mis orígenes porque no quiero que la política sea el todo en mi vida.
TL: ¿Cuándo desconectas?
IA: Mentalmente nunca. No predico con el ejemplo. Tengo la suerte, eso sí, de que cuando llego a casa hablo de cosas distintas con Paula, porque ella se dedica a algo totalmente diferente. Físicamente desconecto mucho, pero es muy difícil hacerlo con la mente. Sé que hay vida más allá del despacho, por eso me he impuesto como algo obligatorio ir a nadar una o dos horas a la semana porque me oxigena. Me he impuesto el reto de intentar desconectar totalmente en algunos momentos.
TL: ¿La lectura ayuda a ello?
IA: Sin duda. He leído mucho, pero no tanta literatura y novela como la gente puede creer. He leído mucho manual, mucha ley, mucho informe. De niño leía ‘El barco de vapor‘. Nunca he sido de cómics. Y, cuando tenía que leer por ocio y no porque me lo mandaran en el colegio, siempre buscaba una lectura que me hiciera disfrutar pero también aprender. Me llena leer historia verídica, de España es la que más me gusta, especialmente la del último siglo. Siempre que leo lo hago para aprender. Un libro que me encantó fue ‘El duodécimo planeta’, una visión distinta del mundo, del origen de la vida. Soy espíritu curioso y siempre me ha gustado leer de todo.
TL: Y ese espíritu curioso que tienes desde niño, ¿qué pensaría del hombre en el que te has convertido?
IA: No lo sé… Yo creo que por un lado se sentiría orgulloso y, por otro, sorprendido. Si me pongo en la piel de mis diez años, ahora fliparía al verme al otro lado de la tele, donde están los políticos que veía con papá y mamá de pequeño. De niño, cuando había debates en la tele, les pedía a mis padres que los quitaran porque me ponía nervioso y lo que yo quería era estar ahí, debatiendo con esos políticos. Y ahora ver que todos los jueves tengo tres minutos para decirle a Cristina Cifuentes lo que pienso y que no le queda más remedio que escucharme… ¡sueño cumplido!.
*Localización: Westin Palace Madrid. *Próxima semana: Jota Abril.
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