Es cercana, directa y sincera. Actuar y vivir fiel a sus principios le ha traído más de un disgusto. Sabe lo que es ser diana en las redes sociales de todos aquellos que cuestionan lo que no se ajusta a sus ideas, pero Soraya Arnelas tiene unas dosis de valentía propia de quien ha tenido que superar y vencer muchos obstáculos. Acaba de estrenar un nuevo trabajo, ‘¡Qué bonito!’, y le llega en uno de los mejores momentos de su vida.
The Luxonomist: No sé si tengo ante mí a una Soraya distinta a la que conocí años atrás.
Soraya Arnelas: Te aseguro que sí. Estoy en un momento en el que me siento muy auténtica.
TL: ¿Cambiada?
SA: Sí, mucho. Ten en cuenta que llevo ya catorce años de carrera a mis espaldas. Eso te aporta una experiencia y una madurez que se nota, que marca. Tengo ya 35 años, han pasado pronto pero están ahí. Entré en OT con 21, ¡fíjate! Parece que fue ayer, pero han pasado muchas cosas. Me encuentro consolidada en mi carrera y en modo muy activo, porque soy una mujer que siempre busca proyectos. Soy muy creativa.
TL: Y muy inquieta, lo que es una buena medida porque, de cinco cosas en marcha, alguna siempre sale..
SA: Eso es verdad, pero como me gusta mucho mi profesión, eso me inspira, me moviliza, busco nuevos caminos y le doy la vuelta a todo.
TL: ¿La clave para sobrevivir está en reinventarse?
SA: Yo creo que es importante hacerlo, intentarlo al menos. Es necesario, es algo que te lo pide el público y el ritmo del mercado en el que nos movemos.
TL: ¿Qué le debes a Operación Triunfo?
SA: Todo, todo. Lo más importante de la vida, en todos sus ámbitos, es la oportunidad. El estar en el momento apropiado en el lugar correcto. Esa chispa yo la tuve con OT. Si no hubiera tenido esa oportunidad, no habría podido dedicarme nunca a la música. A mí me descubrieron ellos, fueron los que vieron a la artista que yo llevaba dentro. En la academia yo me seguía viendo como azafata de vuelo, no me lo acabada de creer, y ellos fueron los que me decían ¡créetelo, confía en ti, vales para esto, llevas una artista dentro!.
TL: ¿No crees que todo está escrito y lo que tiene que ser ¡acaba cumpliéndose!?
SA: Yo sabía que podía ser artista pero nadie me había dado la oportunidad de que saliese al exterior. Hay que ser siempre muy agradecido con quien te da la oportunidad. Y ellos fueron los que me la propiciaron.
TL: ¿Suerte, casualidad, trabajo, causalidad?
SA: El motor de la vida es la energía y buscar tú las oportunidades. Aunque OT me la dio, y yo me fui a los castings aquella mañana sabiendo que podría salir victoriosa o no, pero algo dentro de mí me movió a presentarme, fui yo la que busqué esa oportunidad. Sin haber cantado nunca, sin ir jamás a clases de canto, sin que lo supieran mis padres ni nadie de mi entorno, probé a ver qué pasaba y fui a por ello.
TL: Creías en ti, entonces…
SA: Tenía mis dudas conmigo misma. Siempre he sido una persona que me he autocriticado todo. Tengo un carácter transgresor, de empuje, pero me falta el último paso de convencimiento. El peor crítico está en casa, yo creo que somos nuestros peores enemigos. Y nos hacemos mucho daño con esa actitud, aunque también nos auto protegemos ante las críticas de los demás.
TL: En tu experiencia en OT, como le ocurrió por ejemplo a Pablo López, ¿te das cuenta de que el que gana no es el mejor?
SA: Absolutamente. Hay una cosa muy bonita en la carrera de un artista y es que no decidimos nosotros. Nosotros solo decidimos qué ofrecer, qué música crear para dar, pero es el público el que nos elige a nosotros y eso es lo más bonito de todo. Créeme. A mí me pasó eso en mi capítulo de Eurovisión, me eligió el público y eso sabe doblemente mejor.
TL: ¿Repetirías esa experiencia?
SA: Rotundamente no, Eurovisión se acabó. Para mí fue un día, una noche en la que representé a mi país. Fui con un cometido, lo cumplí con mucha dignidad, con mucha ilusión y con algunas decepciones. Esa carta ya la jugué.
TL: ¿No eres de repetir experiencias?
SA: Yo soy de todo a una, todo o nada. Cuando algo no me funciona, no vuelvo a probarlo.
TL: ¿Cuántos desengaños te has llevado?
SA: Unos cuantos, aunque menos de los que se cree la gente porque soy una persona que marca mucho las distancias, pero eso no evita que me los lleve.
TL: De eso se aprende…
SA: Claro, por supuesto. Mis decepciones no solo han sido vitales o con gente determinada, con compañeros también.
TL: Bienvenida al club… pero tienes que aprender a gestionar eso.
SA: Como me han dado mucha caña en mis 14 años de carrera y como también he sido mi propia enemiga, como comentábamos antes, he aprendido de las experiencias y, por dentro, me he creado una pequeña coraza y ahora las cosas no me afectan tanto como la gente se cree. He luchado por gestionar bien los desengaños y que no me duelan tanto. Obviamente, la sorpresa me la llevo, pero ya sé cómo reconducirla. Tengo las herramientas para que el disgusto o el enfado me dure quince minutos.
TL: ¿Cuántas bocas has cerrado?
SA: Muchas, y te lo digo con orgullo. Mi madre siempre me dice que hay guantadas sin mano, que son las que más duelen. Y yo he dado unas cuantas. Mucha gente no confiaba en mí, gente de mi propia familia, de mi entorno, de mi pueblo. Y aquí sigo catorce años después.
TL: Esa gente, ¿qué dice ahora?
SA: Ha cambiado su actitud, se me acercan… y yo, en ese momento, me alegro de la educación que me han dado mis padres porque, a pesar de todo, soy capaz de sonreírles.
TL: ¿La lengua está ya a prueba de mordeduras?
SA: Me la he mordido menos de las que crees, porque soy de las que, cuando algo me viene a la boca, lo tengo que decir. No soy de las que se callan.
TL: Y eso te ha traído disgustos, imagino…
SA: También, muchos.. pero la naturaleza de uno no se puede cambiar y siempre sale a flote. No puedo evitar que si algo me sienta mal o me molesta, decirlo. Eso es así.
TL: ¿Es lo que te hace distinta?
SA: Supongo que sí, mi personalidad es lo que me mantiene diferente. A eso podemos añadir mi look, mi educación. Tengo muchas cosas diferentes.
TL: ¿Qué justifica el triunfo personal o profesional?
SA: De momento, justifican que siga trabajando. Luego ya está el factor del éxito, pero eso depende de cada uno y de sus ambiciones. Para mí el éxito es, por ejemplo, la sonrisa de mi hija o de mi pareja. Me quedan aún muchas cosas por conseguir.
TL: ¿Te recuerdas una niña feliz?
SA: No, mi infancia no fue especialmente feliz. No me recuerdo una niña feliz. Creo que ahora, a través de mi hija, voy a vivir esa infancia y mi juventud de nuevo. He pasado por muchas cosas duras en mi vida y siento que no viví mi pasado, como niña y adolescente, como debía haberlo vivido, sobre todo mi infancia.
TL: ¿Qué recuerdos te vienen a la cabeza al hablar de ello?
SA: Mis padres trabajaban los dos, he sido hija única y siempre he estado “a caballo” entre unos y otros para que me cuidaran. Fue una infancia difícil, pero también me ha creado una personalidad auténtica y única, como te decía antes.
TL: ¿Cambian las perspectivas de las cosas cuando una es madre? Porque las prioridades por supuesto que sí…
SA: Eso que se suele decir de “quieres más a tu madre cuando lo eres”, no lo comparto. Yo siempre he sentido adoración por mi madre y por mi padre. Siempre los voy a querer con locura. ¿Que la llego a entender mejor? En algunas vivencias que estoy teniendo ahora con mi hija, que nunca me las había planteado antes, posiblemente… pero siento debilidad por ellos. Lo que te cambia es la vida, porque un hijo te tambalea cimientos que tú creías tenerlos más asentados con tu pareja, por ejemplo.
TL: ¿Llegó en el momento oportuno?
SA: Sí, llegó cuando ya tocaba porque, con 35 años, ya no podía esperar mucho más. Yo creía que con lo ya vivido estaba preparada para este momento. Aun así, te sorprende mucho la llegada de un hijo. A mí me tambaleó los cimientos de la pareja. Yo creía que con Miguel Ángel tenía unas bases super sólidas y ¡cuidado! que ha habido momentos delicados.
TL: Al llegar un hijo focalizas a atención en él y te “olvidas” un poco de la pareja…
SA: Totalmente. Y mira que he sido muy talibana en esto. Soy muy defensora de no descuidar nunca el tema de la pareja, de seguir defendiendo esa parcela ¡Imagínate si lo hubiera descuidado! Si no me hubiera preocupado de seguir alimentando la relación y dejarlo a un lado por concentrarme en mi hija, ya no estaría con él ahora. Estoy convencida de que no habríamos superado la desatención. He tenido discusiones con él por tonterías de la niña y, habiendo superado otras situaciones mucho más dificultosas, no entendía cómo podíamos caer en esas bobadas. Y eso lo propiciaba mucho el estrés que trae un hijo, tener que enfrentarte de nuevo a aprender en la vida porque a ser madre nadie te enseña. Y yo no he tenido hermanos, no he cuidado nunca a nadie. Ahora empiezo a ver la luz, muchos meses después.
TL: Casi te ha dado tiempo de tener otro…
SA: Sí (risas). Ojalá porque, si ahora viene otro, ya tengo las herramientas para no volver a caer en los mismos errores.
TL: Intuyo que la maternidad se ha convertido en adicción.
SA: En mi caso sí porque he vivido un embarazo maravilloso, tengo una hija que me facilita mucho las cosas, mi pareja me las ha facilitado aún más y sí, volvería a repetir.
TL: ¿La maternidad te ha descubierto virtudes y defectos que no imaginaste tener?
SA: Me he dado cuenta de que soy muy impaciente, que no sé gestionarme el estrés todavía. Quiero creerme que estoy en el camino de no ser tan dura conmigo misma y fustigarme, pero todavía lo sigo haciendo. Me faltan muchas cosas. El camino de la vida es muy largo. También te digo que soy mucho mucho mucho más cariñosa de lo que me pensaba, me tenía por más fría. Y me reconforta mucho el amor desinteresado de mi hija. Eso es maravilloso.
TL: ¿Miguel Ángel, cómo ha respondido en esta aventura?
SA: Él no decepciona nunca, es el caballo ganador siempre, apostar por él es la apuesta segura, no falla nunca. Yo aprendo de mi pareja a ser mejor persona. Ha venido a recordarme lo que tengo que aprender. Aspiro a ser lo que él es: una persona tranquila, con un carácter amable y con buena mano izquierda.
TL: Después del nacimiento de Manuela, por dedicarle una noche a él precisamente, fuiste muy cuestionada en redes sociales.
SA: Al principio no lo entendí porque, como yo soy dueña de mi vida, no comprendía por qué otros se metían a cuestionarla. Luego me di cuenta de que soy un personaje público y que la culpa la tenía yo por llevarme un disgusto, así que volví a hacer las paces conmigo misma y mentalizarme de que tengo que aprender para que esas cosas no me afecten. Y, hoy en día, ya no me importa. Exhibo a mi hija cada vez que me da la gana, que por eso es mi hija y es mi vida.
TL: Y ese cambio de actitud se nota en este nuevo disco…
SA: Sí, absolutamente. Esta Soraya es positiva, alegre. He roto con la electrónica y me voy a los temas melódicos, más cercanos, al pop. Estoy feliz porque siento que este es el camino, el de contar mi historia, mis verdades y abrirme en canal al público. Esta es mi verdad, yo veo la vida así. He tardado 14 años de profesión en darme cuenta, pero ha llegado el momento. He dejado al lado un poco mi impaciencia y he dejado que las cosas lleguen en el momento que tienen que hacerlo.
TL: Hasta el cine, las películas, llegaron a tu vida más tarde de lo habitual.
SA: Es que en mi pueblo no teníamos cine. Veíamos las películas en una pantalla que había en una multitienda, donde se vendía de todo. Al cine no fui hasta los 17 años, cuando llegué a Madrid. La primera película de la que soy consciente es ‘Titanic’ en aquella pantalla del pueblo. Me sentí algo identificada con la protagonista porque era una mujer muy liberal, pero que vivía reprimida. Yo, por el contrario, crecí en una familia muy liberal. Mi madre era muy hippie, me dejó hacer siempre lo que quería, me dejó confundirme, aprender de mis fallos.
TL: Eso es un pueblo es muy complicado…
SA: Por eso me vine a Madrid, porque en mi pueblo, llegó un momento en el que no me dejaban seguir desarrollándome como persona.
TL: ¿Qué pensaría esa niña de pueblo de la Soraya de hoy?
SA: Nunca me he hecho esta pregunta. La metáfora que extraigo de todo esto es que, aunque toda la gente del pueblo nunca creyó en mí y mi propio entorno quiso quitarme de la cabeza mi decisión de avanzar, yo siempre confié en mí. Yo sabía que, algún día, iba a conseguir mi sueño. Aunque todo se disponía al contrario, las cosas han salido bien. Esa niña me diría “¡qué bien hiciste en no hacer caso!” pero, sobre todo, a quien tengo que agradecer todo esto es a mis padres por haberme permitido hacerlo, por dejarme volar.
*Localización: Universal Music. *Próxima semana: Antonio Díaz (Mago Pop).
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