Nos conocemos hace muchos años, recién llegado él a Madrid. Empezaba a despuntar aquí como actor, aunque en Argentina ya tenía un nombre bien consolidado. Desde ese momento, su carrera no ha dejado de crecer porque siempre le ha motivado el aprender y reinventarse. Leonardo Sbaraglia ha trabajado con los mejores, sabe lo que es la aventura americana en Hollywood y que los sueños, a veces, se cumplen. Trabajar con Almodóvar era uno pendiente y lo ha realizado. “Dolor y Gloria” le está dando muchas alegrías..
The Luxonomist: Tengo la sensación que, después de todas las entrevistas que hemos tenido en todos esos años, en esta es la de máxima felicidad…
Leonardo Sbaraglia: (risas) Me haces reír, pero yo creo que tienés razón. Siempre hay lindos motivos para festejar y agradecer pero, en este caso en particular, creo que tengo que reconocer que ha sido una experiencia muy linda y de mucho agradecimiento, porque esta experiencia ha sido muy importante en lo personal y en lo profesional obviamente. ¡Estoy muy feliz!
TL: Cuidado con lo que sueñas que se puede cumplir…
LS: (risas) Sí, a veces se cumplen. Está bueno poder estar rodeado por estos actores tan magníficos, excelentes y extraordinarios. Y, por su puesto, por este director que trasciende completamente las barreras de lo que es una película y la cinematografía. Almodóvar no es solamente un cineasta, es un artista que trasciende las fronteras de lo que es el cine. Es un tipo que hace obras de arte. En “Dolor y Gloria” tiene un nivel de compromiso con su vida, con su arte y con su propia expresión muy profunda.
TL: ¿Recuerdas el momento de cuándo te requieren para una prueba con él?
LS: Por supuesto. Yo estaba en Argentina. Casualmente acababa de renunciar a un proyecto, me había quedado sin trabajo por decisión propia porque había muchas cosas con las que yo no estaba contento, mezclado con cuestiones y decisiones personales, así que tomé la decisión de quedarme sin trabajo en Argentina y, de pronto, a los veinte días o un mes, me llega un correo electrónico de Esther García de “El Deseo”, a la que aprecio mucho y que conocía por haber trabajado en “Relatos Salvajes”. Me dice que siempre había estado en la cabeza de Pedro para poder participar en alguna película y que quería hacerme una prueba para el personaje del amor del protagonista. Como concibieron a Federico, que así se llama, estando treinta años fuera de España, encajaba que pudiera ser yo y llegara desde Buenos Aires. Almodóvar quería algo muy auténtico, nada forzado, y mi acento se ajustaba también a lo que quería.
TL: Y comenzó la aventura…
LS: Me invitaron a venir a Madrid para hacer una lectura del guion y un encuentro con Pedro. A los quince o veinte minutos de estar con él en ese encuentro leyendo, me di cuenta que eso iba a funcionar.
TL: ¿Quién impone más Pedro o Antonio Banderas?
LS: A mí Pedro siempre me había dado como mucho nervio. Creo que hay dos categorías de personas: las que se pueden acercar y normalizar una situación, y las que se apalancan un poco. Y yo soy un tipo de este segundo grupo (risas). Siempre que me lo encontraba en alguna situación social, me imponía mucho por la admiración, por las ganas de trabajar con él y el respeto a toda su obra. Siempre me había costado el acercamiento pero, en este caso, se dio todo de una manera tan natural, tan fluida y tan linda que fue todo muy distinto. Él tenía una actitud muy empática en relación a lo que buscaba.
TL: Después eso, el “tour de force” con Banderas era un bálsamo…
LS: Antonio es un gran compañero. Un tipo que te hace las cosas muy fáciles. La primera escena que teníamos, yo llegaba de Argentina, después de treinta años sin verle, y nos encontrábamos en su casa. Yo salía del ascensor y él me esperaba en el umbral de su puerta. En ese momento, tenía que transformar mi cara al volver a ver a esa persona que había sido mi amor. Tenía que demostrar, en ese plano, el amor, la pasión, el dolor, la locura, la desazón, la pérdida. Todo lo que uno había dejado atrás, unido al miedo. Antonio tiene una cosa tan conectada como actor y como compañero que me mostró lo mejor de él. Y ahí salió todo. Los dos mostramos el alma, lo mejor que teníamos para dar.
TL: ¿Cuánto de dolor y de gloria hay en tu travesía vital?
LS: Yo he tenido una vida muy tranquila, obviamente salpicada de cosas inesperadas, que me han pasado al igual que a otras personas. He tenido una vida muy linda pero, al mismo tiempo, durante muchos años me he encontrado agazapado detrás de mí mismo o de otras personas, que sentía que me protegían. Quizás por eso, que me ha sido funcional en muchos años de mi vida, cuando llega la madurez uno ya puede enfrentarse a muchas situaciones. Tal vez por eso, uno elige esta profesión para escudarse y agazaparse detrás de un personaje o de una situación. Lo que te va dando la vida es esa madurez y también cierta seguridad, así como la fuerza para ponerse “cara a cara” con la vida u enfrentarse a la cosas tal y como son, vences la inseguridad y el miedo para encontrarse con algo mucho más verdadero.
TL: La que sigue intacta es tu timidez…
LS: ¿No cambia? (risas)
TL: Y mira que hace tiempo que nos conocemos. Imagino que si ahora te digo ¡qué guapo estás! Ya no te ruborizas ¿o sí?
LS: (risas) Ya no creo, porque nos conocemos mucho.
TL: ¿Todavía hay cosas que te perturban?
LS: Cada vez menos ¡por suerte! Y está bueno eso, es muy lindo poder ir superándolo, que la vida te siga desafiando y poniéndote lugares para crecer y evolucionar.
TL: Siempre me has dicho que te recuerdas niño feliz y estudioso ¿Tu hija Julia ha heredado esos genes?
LS: Mi hija es una sorpresa cotidiana. A medida que los hijos van creciendo, te encuentras cada día que pasa con un ser nuevo, que va evolucionando y que cada vez tiene más autonomía. Hace muy poco tuve una conversación con ella, los dos solos. Nos pusimos a conversar y me encontré, de pronto, con una persona que tenía tal nivel de autonomía, de reflexión y de pensamiento propio tan increíble, que fue muy revelador. Realmente es impresionante poder acercarse a ella cada vez más, a un lugar nuevo y acompañarnos.
TL: Ya verás el día que venga con novio y no te guste ninguno…
LS: (risas) Ya estamos cerca. Ha cumplido 13 años, está empezando Secundario, está rodeada de amigos y amigas. Ahora le dicen amigues.
TL: ¿Cómo?
LS: Sí amigues. El lenguaje inclusivo, ya sabes.
TL: Primera noticia que tengo. Es lo que hace ser de otra generación…
LS: Pues vete poniéndote al día porque es así (risas).
TL: ¿Hay un recuerdo recurrente cuando miras atrás?
LS: Yo siempre me acuerdo, mucho más últimamente, de mi infancia, mi familia, mi barrio, la relación con mis hermanos. A medida que uno se va haciendo mayor, va naciendo de nuevo. Yo siento que estoy resignificando mi vida todo el tiempo.
TL: ¿Existe una receta para la felicidad?
LS: No, al contrario. Yo creo que no la hay porque, si uno intenta cristalizar momentos que le hacen feliz, ¡está perdido! porque la felicidad se va moviendo. Lo que te hace disfrutar va cambiando. Yo creo que lo importante es mantenerse en contacto con lo que uno va siendo y ese uno está siempre en constante movimiento y evolución.
TL: ¿Solo el amor se permite una gran locura?
LS: El amor, de por sí, son las señales del ser humano para ir a por todo, en el sentido arriesgar. Si no estuviera el amor ¿qué sería de nosotros? Amor, pasión, posibilidad de investigar, de tirarse al vacío, el amor por el otro… Si eso no existe, estamos muertos.
TL: Tienes un rasgo de tu personalidad que no te gustaría que heredase nadie…
LS: Ahora con trabajo, seguridad y la madurez, que me ha dado la posibilidad de enfrentarme con eso que no sé, ya no me pasa pero, antes, aparentaba lo que no era, creía saber más de lo que realmente conocía. Es un mal endémico muy mal construido en la sociedad.
TL: Dime un placer prohibido que te permites…
LS: Los placeres prohibidos hay que permitírselos de vez en cuando ¡No me mires con esa cara de asombro! Yo creo que hay que hacerlo. Hay gente que no se puede ni permitir fantasear con cosas. La sola posibilidad de poder hacerlo libremente desde la creatividad física o mental y ver adónde me lleva, es un ejercicio muy sano. En algunos momentos de mi vida no me he permitido ni fantasear y eso me limitó mucho.
TL: ¿La naturaleza te ha negado algún don?
LS: Yo soy tenaz y tozudo. Y, aunque no me lo haya dado la naturaleza, si me empeño ¡lo consigo! Hay muchas cosas que no me ha dado, pero busco la solución debajo de las piedras.
TL: ¿Hay una pregunta incómoda que siempre te hacen?
LS: Una en concreto no recuerdo, pero incidir en que hable de temas personales es algo que no me gusta. Me incomoda que me pregunten cosas de mi vida porque yo soy muy íntimo con ella, siempre lo he sido. Una cosa es lo que hablemos tú y yo como amigos y otra que lo tenga que leer mucha gente. Mis parejas sentimentales nunca han salido en los medios, no han tenido que ver con mi profesión, y a mi hija nadie le pone rostro.
TL: ¿Un lema vital que lleves por bandera?
LS: Cada vez más y que tiene que ver con todo lo que estamos hablando, abandero la transparencia, con el hecho de ser humilde con el lugar que uno tiene en la vida y, por supuesto, la solidaridad. Eso es primordial.
TL: Ese lugar en el que te encontraría si decidieras perderte…
LS: En un campito que tengo en Buenos Aires y que muy pocos conocen. Me encanta estar allí.
TL: Un propósito que nunca cumples…
LS: La verdad es que los voy cumpliendo. Si hablamos de esto hace cinco años, las respuestas habrían sido bien distintas. Ahora me siento otra persona. Hasta hace esos cinco años, yo tenía la asignatura de Química pendiente de mis estudios de secundaria y la probé ya de muy adulto.
TL: Un miedo que no sepas superar…
LS: No tengo miedo ni a los precipicios, ni a los aviones. Superé el que le tenía a las arañas y las serpientes, hay algún insecto baboso pero, en general, he superado mis miedos, aunque el de la pobreza es uno que nos atenaza a muchos.
TL: Dime un calificativo que te incomode…
LS: Me molesta que me llamen canchero, que es el chulo que decís acá, o guaperas tampoco me agrada.
TL: ¿Tu físico te ha dado buen resultado?
LS: El gran don que me ha dado la vida es la posibilidad de cambiar mi cuerpo, tengo mucha facilidad para hacerlo y me viene genial para mi profesión. Muy fácilmente me convierto en lo que quiero. Y, si le tengo que reprochar algo, sin duda los dientes. Toda la vida he tenido que cuidar las caries, como mi madre, y arreglarme los dientes torcidos. De hecho, sigo usando protector para enderezarlos.
TL: ¿Tienes un truco infalible para conquistar?
LS: No soy ligón, nunca lo he sabido hacer. No tengo nada que ver con el prototipo de argentino seductor, nunca he tenido labia.
TL: Ya será menos… Dime otra cosa ¿el niño feliz se reconocería en el hombre que hoy eres?
LS: El reconocimiento siempre tiene que ver con la integración de todas las etapas que has sido, ese calidoscopio en el que te vas encontrando diferentes capas. Eso no significa que sepamos algo. Es más, creo que cada vez sabemos menos de cómo seguir el camino. Lo importante es ir aprendiendo de esas diferentes etapas que te van tocando.
Localización: Hotel Villamarga (Madrid)
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