María Zabay: “La literatura debe hacer preguntas difíciles, que sacudan”
María Zabay nació en Zaragoza. Es licenciada en Derecho y periodista. Ha sido presentadora en diferentes canales de televisión, como TVE y el grupo Mediaset, y ha colaborado con distintos medios escritos, como The Times y Cinco Días. Actualmente dirige y presenta El Foco, un programa de entrevistas a grandes personalidades. Ha publicado las novelas “Diosas de papel”, “El zapato de la lengua rota”, “¿Y ahora dónde tendemos las braguitas rosas?”, “La alumna”, “Un viaje al éxito” y “Aislada”, así como varios relatos cortos y ensayos.
The Luxonomist: Querida María, háblanos de tu infancia. ¿Dónde naciste y dónde creciste?
María Zabay: Nací en Zaragoza y me crié en Andorra, un pequeño pueblo de Teruel. Un lugar donde la infancia tenía el ritmo pausado de los pueblos, donde la imaginación se afilaba en la calle, en los juegos, en las historias que nos contaban los mayores.
TL: ¿Qué influencia han tenido tus padres en tu formación?
María Zabay: Muy grande. En casa se respiraba la pasión por el conocimiento. Crecí viéndolos leer, con una biblioteca relativamente grande, y me impregné de ese hábito. Al principio un tanto impuesto (a veces no me dejaban ver dibujos y me decían que cogiera un libro), pero luego se convirtió en un refugio, en un mundo propio al que podía viajar cuando quisiera.
“Crecí en un pueblo donde la imaginación se afilaba en la calle”
TL: ¿Tienes alguna anécdota que haya marcado tu infancia?
María Zabay: La recuerdo siempre con mi familia, dividiendo los fines de semana entre Zaragoza con mis abuelos paternos y Samper de Calanda (Teruel) con los maternos. Recuerdo la emoción de ver las gallinas y los conejos, de correr por el campo y sentir la tierra en las manos cuando recogíamos hortalizas. Para una niña, ese contacto con la naturaleza era un descubrimiento constante. También recuerdo el olor a libros viejos en casa de mis abuelos, las historias que me contaban y que luego yo reinventaba en mi cabeza. Sin saberlo, estaba empezando a construir mi propio universo narrativo.
TL: ¿Por qué estudiaste Derecho en la Universidad de Zaragoza?
María Zabay: Fue pasión, vocación. Desde muy pequeña tenía claro que quería luchar por la justicia, aunque aún no sabía cómo. Había una causa que me atormentaba desde niña: el terrorismo. Un día, con seis años, le pregunté a mi padre qué tenía que hacer para meter a los terroristas en la cárcel. Me dijo que ser juez. Y desde entonces lo tuve claro: letras, Derecho, justicia. Aunque lo que disfrutaba eran las matemáticas, nunca dudé.
“Me siento viva en un plató, una redacción, en la intimidad de mi escritorio”
TL: ¿Cuál fue tu primer trabajo?
María Zabay: Modelo, con diecinueve años. Participé en el concurso de Elite Model Look, vivía entre Madrid, París y Milán, saltando de un casting a otro y aprendiendo a moverme en un mundo tan fascinante como implacable. Mientras tanto, volvía a Zaragoza para hacer exámenes. Fue un periodo de luces y sombras, pero sobre todo de aprendizaje.
TL: ¿Por qué no has ejercido de abogada y también dejaste el modelaje?
María Zabay: Cuando terminé Derecho, entré en un despacho de abogados muy prestigioso como mercantilista. Pero la vida a veces te presenta diferentes caminos… Un día me llamó una antigua profesora de la universidad para ofrecerme ser gerente de una institución cultural que iba a depender de la Universidad de Zaragoza y del Gobierno de Aragón, llevando también la propiedad intelectual. Era un proyecto nuevo, un reto, con escritores, contribuyendo a impulsar y difundir la cultura. No pude decir que no. Y fue precioso.
TL: ¿Qué proyectos recuerdas de aquella época?
MZ: Organizar la Feria del Libro de Aragón, colaborar con Cadena Ser, dar vida a un programa en TVE2, dirigir una revista cultural con grandes firmas… Era un torbellino de ideas, creatividad y pasión por las letras. Allí entendí que mi lugar no estaba en las negociaciones de fusiones y adquisiciones, sino en contar historias, en compartir conocimiento, en encender conversaciones.
“En cada entrevista busco lo que mueve a las mentes brillantes”
TL: ¿Te sientes cómoda en el mundo de la comunicación, la cultura y los medios?
MZ: Sí, es mi mundo, donde soy feliz. Me siento viva en un plató, en una redacción, en la intimidad de mi escritorio. Presentando programas, escribiendo… Ahí es donde mejor respiro.
TL: ¿Qué estás haciendo ahora?
MZ: Dirijo y presento El Foco, un programa de entrevistas a grandes figuras, personas que han cambiado o están cambiando el mundo con su talento y su visión, sobre todo en la cultura, la ciencia y la tecnología. En cada entrevista busco ir más allá, descubrir lo que nadie ha contado, lo que realmente mueve a estas mentes brillantes.
TL: Además de todo esto, has publicado 12 libros… ¿Cuándo sale el próximo?
MZ: Justo estoy a punto de lanzar una nueva novela. En quince días, nada menos. Estará en las librerías el día 6 de marzo. Se titula Valentina, mi editorial es SUMA, del grupo Penguin Random House. Estoy muy ilusionada.
“Mi libro habla de cómo el deseo y el poder pueden moldear nuestras relaciones”
TL: ¿Qué puedes desvelar de su protagonista?
MZ: Valentina es un personaje complejo, que rompe moldes y con el que cualquiera puede identificarse: valiente, imperfecta y profundamente humana.
No es una heroína convencional. Es una joven que sueña en grande, ama intensamente y comete errores como todos nosotros. Su viaje es el de quienes no se rinden, de quienes buscan su lugar en el mundo.
Es mezcla de la sensibilidad de su padre, un taxista pakistaní, y de su madre, una colombiana exuberante que desde que nació ha hecho uso de su belleza. Vive con la contradicción de admirar la bondad de su padre, sentir aversión por la frivolidad de su madre y, sin embargo, hacer uso y abuso de sus encantos para conseguir sus objetivos. Las contradicciones humanas, los conflictos internos, las inseguridades… eso de lo que estamos hechos todos.
Valentina habla de sueños y realidades, de racismo, de la lucha por las oportunidades, de la desigualdad y del papel del deseo y del sexo en las relaciones de poder. Vivimos en un mundo donde no todos partimos de la misma línea de salida. Hay quienes tienen que correr más, saltar más alto y demostrar el doble. Y Valentina lo sabe. Tiene una historia de amor con química, diálogos inteligentes y momentos de vulnerabilidad emocional que hacen suspirar, sin caer en clichés. Está cargada de tensión, de silencios elocuentes y de miradas que dicen más que mil palabras. No es una historia de amor predecible, es un pulso entre dos almas fuertes, una batalla de voluntades. La novela no sólo es un reflejo de la lucha de clases, sino también de cómo el deseo y el poder pueden moldear nuestras decisiones y nuestras relaciones.
“Somos más que nuestro pasado, somos nuestras decisiones”
TL: ¿Tiene algo que ver contigo?
MZ: Todos los libros tienen algo de quienes los escribimos. En este caso, Valentina tiene mi mirada sobre el mundo: a veces irónica, a veces tierna, pero siempre despierta. Y mucho humor, porque la vida sin humor es insoportable.
TL: ¿Cuál es la conclusión que se puede sacar del libro?
MZ: Hay muchas. Valentina nos recuerda que somos más que nuestro pasado: somos nuestras decisiones. Habla de romper barreras sociales, de encontrar tu propia voz y, sobre todo, de ser fiel a uno mismo en un mundo que te invita a conformarte. Nos han enseñado a aceptar nuestro lugar, a no desafiarnos demasiado, a no incomodar. Pero Valentina no acepta las reglas del juego. Ella las cambia.
“La literatura debe hacer preguntas difíciles, que sacudan”
TL: ¿Cómo puede inspirar o ayudar a afrontar los retos de la vida?
MZ: Ella evidencia que ser fiel a uno mismo es el mayor desafío, especialmente cuando las tentaciones te prometen una versión más fácil de la felicidad. Y que no somos solo nuestra historia, también somos lo que decidimos dejar atrás. En Valentina hablo de temas como la inmigración, el racismo y las barreras sociales porque son realidades que no podemos ignorar. La literatura no sólo debe entretener, también debe hacer preguntas difíciles. Preguntas que incomoden. Que sacudan.
TL: ¿Tienes ya pensado tu próximo libro?
MZ: Todavía no. Ahora mi mente está completamente en Valentina. En unas semanas empiezo la promoción y cuando termine, dejaré que la próxima historia me encuentre. Porque siempre lo hace.
TL: ¿Tienes planes interesantes para tu profesión actual?
MZ: Seguir presentando y escribiendo. Crear. Crecer. Y, sobre todo, seguir contando historias que dejen huella.
“Soy leal a mis valores, incluso cuando es más fácil rendirse”
TL: ¿Nos puedes indicar tres valores que han sido y son guía en tu vida?
MZ: Integridad y lealtad, resiliencia y empatía. La integridad es mi brújula, la que me guía cuando las tentaciones o los atajos parecen más fáciles. Siempre he creído que lo que se construye con verdad y esfuerzo es lo único que realmente permanece. No hay mayor satisfacción que mirarse al espejo y saber que has sido fiel a ti misma, sin máscaras, sin disfraces.
Parte inmutable de esa integridad es la lealtad, pilar fundamental en mi vida. Soy leal a mis valores, a mis seres queridos y a mis convicciones, incluso cuando es más fácil rendirse o cambiar de rumbo. En un mundo en el que todo parece efímero, ser alguien en quien los demás pueden confiar incondicionalmente es un honor y un compromiso que llevo con orgullo. Y Valentina habla de eso.
Por otro lado, he aprendido que la vida no siempre es justa, pero lo que realmente importa es cómo nos levantamos después de cada caída. Cada golpe me ha dejado una cicatriz, pero también un aprendizaje. He caído, sí. Pero siempre me he levantado. Y con más ganas.
Entender a los demás, conectar con sus emociones y compartir sus alegrías y tristezas me ha permitido vivir de manera más plena. Intento escuchar sin juzgar, tender la mano sin condiciones y hacer sentir a quienes me rodean que son vistos, valorados y comprendidos. Porque la literatura, al final, es eso: mirar el alma humana y entenderla, con sus luces y sus sombras. Valentina es fruto de eso.