Marta Robles: «No hay nada que marque más que el amor»

Amalia Enríquez. 14/05/2021

Es de esas mujeres que pisa fuerte, camina con firmeza y te recibe siempre con una sonrisa. Un día me confesó que es una mujer insegura, algo que nunca me pude imaginar, sobre todo porque creo conocerla bien en la distancia corta. Marta Robles siempre consigue ver “el vaso medio lleno”, incluso en los momentos delicados que vivimos. “Pasiones carnales” es su última novela. Si no llevo mal la cuenta, la número 16. Aún así, creo que la escritora no ha venido a jubilar a la periodista de raza y comunicadora que anida en ella.

The Luxonomist: ¿Sientes que te has convertido en una espía de doce siglos de nuestra historia?
Marta Robles: Pues de alguna manera, sí. Pero ya sabes tú que yo, como novelista de género negro, ya tenía experiencia en eso de espiar las trastiendas. Lo que sucede es que hacerlo en este caso ha sido más complicado al tener abarcar las de tantos siglos que tan cuidadosamente se habían ocupado de ocultar. En muchas ocasiones, los propios cronistas e historiadores.

The Luxonomist: Da igual ser rey, noble, aristócrata… todos, al final, ¿tenemos las mismas pasiones?
Marta Robles: Sin ninguna duda. Lo que sucede es que tus pasiones y las mías, por muy incontenibles y arrebatadas que sean, no nos van a afectar más que nosotras y a quienes vayan dirigidas… En el caso de los poderosos sus pasiones pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos y el destino no solo de sus vidas, sino también de las de aquellos sobre los que ostentan el poder.

The Luxonomist: ¿El poder hace atractivo, incluso, al menos agraciado?
Marta Robles: Es lo que llaman la “erótica del poder”. Por una parte, los poderosos, cuando alcanzan el poder se creen con el derecho de saltarse las normas que imponen para los demás, porque se sienten diferentes y superiores; y lo curioso es que, los demás, de alguna manera, también los ven así. Es de esa diferencia de donde nace la “erótica del poder” que aumenta los encantos de quien los tiene e incluso se los concede a quienes sin poder carecerían por completo de ellos.

“Las pasiones de los poderosos pueden cambiar el destino de muchas vidas”

The Luxonomist: Los hombres promiscuos son considerados jabatos del sexo, las mujeres… ¡eso es otra cosa! ¿Siempre ha existido esta “desigualdad”?
Marta Robles: Bueno, yo creo que algo hemos avanzado aunque aún existan restos de esa desigualdad en todo, incluida la consideración de los hombres y las mujeres según su proceder en las relaciones pasionales. Pero está claro que la historia de la humanidad se ha escrito en base a la desigualdad entre hombres y mujeres. Y, desde luego en la Edad Media las mujeres eran buenas o malas dependiendo en exclusiva de la honra, mientras que a los hombres -y más aún si eran poderosos- se les consentían otros comportamientos de los que, además, si se torcían, se responsabilizaba a las mujeres con los que los llevaban a cabo, por tentarles.

Incluso se instaba a que las mujeres “damnificadas” se vengaran de esas otras, malvadas, que habían arrastrado a sus hombres a la perdición.  Además, ellos con una cota de malla y una bata de cruzada se hacían perdonar sus pecados y ellas no tenían esa posibilidad. La Iglesia hacía la vista gorda respecto a concubinatos y otros pecados carnales; siempre que hubiera victorias en el campo de batalla contra los infieles y, por supuesto, que recibiese suculentos donativos. Así que la consideración de las concubinas de reyes, nobles o poderosos y con posibles no quedaba tan en entredicho como la de las que no tenían un “protector” importante.

The Luxonomist: El amor que hay ahora en los matrimonios reales… ¿ha venido a suplantar la ambición de poder de antes?
Marta Robles: No lo tengo muy claro. El primer matrimonio real que se celebró por amor en España fue el de Alfonso XII. El pueblo lo celebró mucho alegando que el rey se casaba por amor, como los pobres. Pero dado que los reyes tenían otras tantas ventajas sobre los pobres, no me parece tan disparatado que tuvieran que sacrificar el amor en nombre de la razón de Estado. Y, de todos modos, es curioso observar cómo en muchos matrimonios pactados surgió un amor incluso más duradero que otros amores espontáneos.

En todo caso, ahora que los matrimonios reales se realizan por amor, entiendo que, pese a todo, tienen que aceptar unas normas específicas relativas a su condición monárquica. Porque la monarquía, en sí misma es una institución anacrónica. Y solo cabe en nuestro tiempo, según entiendo yo, dentro de una monarquía parlamentaria y con un poder delimitado por el propio parlamento y por el resto de los poderes. Y respecto a las pasiones carnales extraconyugales pues, si antes, cuando los matrimonios eran de conveniencia se entendía que los reyes -que no las reinas- las satisficieran fuera del propio matrimonio. Ahora, en uniones por amor, no deberían tener ningún sentido. En todo caso creo que, al menos a los españoles, nos importa muy poco lo que hagan con sus pasiones nuestros reyes y gobernantes y sus fidelidades o infidelidades, siempre que no nos afecten al bolsillo.

“A los españoles nos importan poco las pasiones de nuestros reyes”

The Luxonomist: ¿Las pasiones carnales se acentuaron en pandemia?
Marta Robles: No. En absoluto. Los tiempos de la peste fueron terribles y despiadados, con ciudades con barrios quemados por completo para erradicarla, y muertos que dejaban la pestilencia de sus bubones reventados tanto sobre los campos de batalla como en el resto de los lugares donde morían los enfermos. Pero no tengo constancia de que se incrementaran las pasiones, más bien al contrario. Lo que sí tengo es la consciencia de que Leonor de Guzmán, por ejemplo, concubina del rey Alfonso XI durante 23 años, compartió con él la misma tienda en la que yacían juntos cada día, junto al campo de batalla, el día de sus estertores mortales, causados por la peste bubónica.  Y era la concubina, como siempre, la que estaba con él.

Mientras, la verdadera reina, María de Portugal y el heredero, Pedro, a punto de convertirse en Pedro I el cruel, aguardaban las noticias de la guerra. Una vez que la concubina regresó con el cuerpo del rey, primero la apresaron y poco después mandaron que la mataran. Este concubinato, por cierto, cambiaría nuestra historia, porque años más tarde, uno de los diez hijos habidos de la relación de la concubina y el rey, Enrique de Trastámara, asesinaría a su hermanastro Pedro I el cruel y ocuparía el trono en su lugar. Así se produciría un cambio de dinastía y se pasaría de la Casa de Borgoña a la Casa de Trastámara. ¡Y a esta última dinastía pertenecieron los mismísimos reyes católicos!

The Luxonomist: ¿Lo mejor que se te da hacer?
Marta Robles: Creo que escuchar.

The Luxonomist: ¿Quién ha marcado realmente tu vida?
MR: Pues seguro que mi primer novio, que fue por quien decidí estudiar Periodismo y quien creyó en mí mucho antes de que yo lo hiciera. Y sin duda mi marido, que es con quien comparto la vida por completo y con quien más he aprendido -y sigo aprendiendo- de todo. Yo creo que gracias a Luis he sido capaz de atreverme a plantarle cara a todos mis miedos y he conseguido ser más positiva, que me cuesta bastante. Él es quien primero lee todo lo que escribo y mi crítico más implacable. Además, es un gran compañero y, desde luego, el amor de mi vida. No hay nada que marque más que el amor…

«Los afectos están muy por encima de los objetos»

The Luxonomist: ¿Qué te pone de buen humor?
MR: El buen tiempo.

The Luxonomist: Esa canción con la que, cuando la escuchas, se te mueven los pies sin remisión..
MR: Mi canción preferida es Across the universe de los Beatles, pero la que más hace que se me muevan los pies es Don’t get me wrong de Pretenders.

The Luxonomist: ¿En qué eras brillante en el colegio?
MR: En las asignaturas de letras. Sobre todo en Lengua y en Literatura. Aunque también en Filosofía.

The Luxonomist: Esa obra de arte que te gustaría tener expuesta en casa..
MR: Yo soy muy de arte contemporáneo. Y en especial de Picasso. Me gustaría mucho tener su ‘Mujer frente al espejo’, que vi en una exposición en la Tate Gallery de Londres que me maravilló. Aunque también me encantaría tener cualquier cuadro de Tamara de Lempicka. Y ya en arte clásico, la escultura cuyo detalle aparece en la portada de mi libro ‘Pasiones carnales’, ‘El rapto de Proserpina, de Bernini.

The Luxonomist: ¿Un talento que se te resiste por mucho que lo intentes?
MR: No lo he intentado mucho, la verdad, pero me hubiera encantado tocar un instrumento. Solo he tocado la flauta dulce y el triángulo (risas); y mal los dos, que no son precisamente difíciles.

The Luxonomist: ¿Eres de una mentira piadosa a tiempo?
MR: Desde luego. Creo que la verdad está muy sobrevalorada. A veces es mejor callar o mentir ligeramente. Hay personas, además, que a través de la verdad muestran esa displicencia suya llena de complejos que es de lo más agresiva.

«Mi primer novio creyó en mí antes que yo misma»

The Luxonomist: ¿Cuál es la compañía perfecta para irte de fiesta?
MR: Mi amiga María Thevenet que es la más divertida del mundo.

The Luxonomist: ¿Esa palabra que nunca regateas y más usas?
MR: Onassis dijo: “Los ingleses conquistaron el mundo con tres palabras: Gracias (thanks), por favor (please) y perdón (sorry). Yo, con ellas, además me he hecho rico”. A mí no me han hecho rica, pero sí mucho más feliz. Están siempre en mi vocabulario.

The Luxonomist: ¿Qué ves cuando te miras al espejo?
MR: Que no estoy envejeciendo mal.

The Luxonomist: ¿Ese bien que más valoras?
MR: Yo valoro mucho más lo intangible que lo tangible. Los afectos están muy por encima de los objetos. De hecho, aunque me encantan las cosas bonitas, podría vivir sin todas ellas, siempre y cuando tuviera amor y amistad en mi vida.

The Luxonomist: ¿Qué llevas siempre en los bolsillos?
MR: Cualquier porquería… Miles de papeles. Recibos de la tarjeta, un papelote donde he escrito cualquier cosa, un par de bolis, un brillo de labios…. Menos dinero, que ya no llevo nunca, en mis bolsillos puede aparecer cualquier cosa.

«La bondad está muy por encima de la inteligencia»

The Luxonomist: ¿La enseñanza que nos deja vivir en pareja?
MR: Que todo es infinitamente mejor cuando se comparte.

The Luxonomist: ¿Tu mayor decepción?
MR: Desgraciadamente me han decepcionado algunos amigos. Curiosamente aquellos a los que más ayudé. Como dice mi amiga Vanessa Montfort, que es muy sabia: “Es que no hay que ayudar a menos que te lo pidan, porque si no, no te lo perdonan”. Las desilusiones en la amistad, sentir el interés, la falta de correspondencia y la traición me hace muchísimo daño.

The Luxonomist: ¿A quién sigues con interés en las redes sociales?
MR: A Pedro Cuartango. Es un grandísimo periodista y una gran persona a la que tengo la suerte de conocer. Todo lo que publica me interesa.

The Luxonomist: ¿Hay alguna situación en la vida en la que, por algo, te pones pesada?
MR: Cuando ando sobrepasada de trabajo soy absolutamente inaguantable y me pongo muy pesada con todos en casa. No sé cómo siguen conmigo después de tantos libros escritos. Cuando estoy terminándolos o corrigiendo me vuelvo un monstruo.

«Todo es infinitamente mejor cuando se comparte»

The Luxonomist: Una película en la que te gustaría quedarte a vivir.
MR: Pues igual en Vacaciones en Roma, siendo Audrey Hepburn al lado de Gregory Peck y solo en la primera parte, antes de tener que separarme de él. Pero yo soy más de cine negro que de películas en las que quedarme a vivir.

The Luxonomist: Esa experiencia gastronómica inolvidable..
MR: El Bulli, sin ninguna duda. En el comedor y en las cocinas que tuve la suerte de visitar de la mano del propio Ferran Adrià.

The Luxonomist: La pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder
MR: Siempre me gusta que me pregunten qué quiero ser de, ejem, “mayor”, porque me gusta responder siempre lo mismo: buena. Creo que la bondad está muy por encima de la inteligencia. Si todos nos esmerásemos en ser buenos, la vida sería mucho mejor.

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