Foto: Patricia Garcinuño
Todos tenemos sitios a los que nos gusta volver. Y personas de las que no nos queremos apartar. Aunque nunca dejo de tenerle presente, a una charla con Màxim Huerta siempre regreso. Muchos años de travesía y un largo camino de otras tantas confidencias nos avalan, pero siempre queda algo por decir. Es una insaciable necesidad.
Mientras disfruta como un niño de su último reto, “La librería de doña Leo”, y sigue tocando el corazón con sus entrevistas en “La vida al Màxim”, ya está inmerso en la escritura de su próximo relato. Y, como me ocurre siempre que me entero, no veo el momento de leerlo ya. Por cierto Max, a lo de Concha Velasco hay que ponerle solución…
The Luxonomist: ¿Hay que vivir “al Màxim” o hacerlo con medida?
Màxim Huerta: La vida no es tan larga y da muy pocas opciones a equivocarse. Aún con errores debemos continuar. Por eso, sí, hay que vivir al máximo. Aunque eso no signifique vivir de fiesta, pero sí considerar la vida como un regalo.
TL: ¿Cómo está siendo esta segunda oportunidad vital que te ha brindado el destino?
Màxim Huerta: Yo creo que llevo muchas oportunidades. Cada día es una oportunidad. Otra cosa es que la aprovechemos o no.
TL: ¿Has descubierto un Máximo distinto al de antes de los cambios que ahora presiden tu vida?
Màxim Huerta: Crecer es eso, sufrir cambios, amoldarse a ellos, acostumbrarse o rebelarse.
TL: ¿“La librería de doña Leo” es el resultado de soñar en grande?
Màxim Huerta: No, es un sueño pequeñito. Una librería de pueblo, en el pueblo. No tengo mentalidad empresarial, esto es más un sueño accesible y muy inspirador. Ha salido bien y estoy satisfecho de ella.
TL: ¿Has logrado la felicidad perfecta?
MH: No sé ni lo que es.
TL: ¿En tu fuero interno vas poniendo todo de tu parte para cuando la jubilación llame a tu puerta?
MH: Soy hijo de un hombre que pensaba siempre en la jubilación, de un padre con miedos. Y esos se heredan.
TL: ¿Si escribieran el libro de tu vida te gustaría saber el final?
MH: Me lo imagino: moriré.
TL: Volvamos la vista atrás. Un olor de la infancia…
MH: Cocina, lavanda, colonia de litro, romero y hojas de morera.
TL: ¿Hay un pensamiento recurrente al despertarte cada mañana?
MH: Soy de pocas rutinas, aunque sea una vida muy rutinaria.
TL: ¿De qué te aburre hablar?
MH: Pues de nada, siempre depende de la compañía.
TL: ¿El niño que fuiste se reconocería en el hombre en el que te has convertido?
MH: Mantiene la soledad casi intacta. No sé si es virtud o defecto.
TL: ¿Crees que se puede ser imparcial cuando los sentimientos entran en juego?
MH: Nunca. Jamás somos imparciales. Siempre tomamos partido.
TL: ¿La forma más elegante de decir adiós?
MH: De una vez, sin anunciarlo.
TL: ¿En qué situación has dicho “chapeau”, me quito el sombrero?
MH: Ante la capacidad de sonreír de mi amiga Nuria Carreño. La vida no le está regalando muchas alegrías y, sin embargo, transmite felicidad.
TL: ¿Qué es aquello que te gusta hacer a tu manera?
MH: La pereza, la siesta.
TL: ¿Qué ha sido lo que realmente ha marcado tu vida?
MH: Mis padres. Ambos.
TL: ¿Recuerdas qué pone en tu estado de WhatsApp?
MH: Hazte la vida fácil.
TL: ¿A quién meterías en una máquina del tiempo?
MH: Humm… ¿Para mandarlo lejos? ¿Para que no me moleste, para no verlo?
TL: ¿Qué locura has hecho para conocer a uno de tus iconos?
MH: De adolescente esperé con una pintura que le había hecho a Concha Velasco. No llegué a dársela. Creo que no es una locura, pero me hacía tanta ilusión… Años después se lo conté a Manu, su hijo. Y aquí sigue la pintura, en mi casa.
TL: ¿A qué eres inmune?
MH: A las dietas.
TL: ¿El insulto hace callo?
MH: Sí.
TL: ¿Marca España es…?
MH: La cultura y la gastronomía.
TL: ¿Qué no falta nunca en tu maleta?
MH: Una camiseta blanca para dormir.
TL: ¿La suerte es más definitoria que el talento?
MH: La suerte debe acompañar al talento.
TL: ¿A qué te suena la vida?
MH: Últimamente me cuesta encontrarle la música.
TL: ¿La belleza da poder?
MH: Sin lugar a dudas. La suerte de los guapos, cómo los reciben, cómo les elogian, cómo son perdonados.
TL: ¿El dolor más intenso?
MH: Vendrá.
TL: ¿Ser elegante es…?
MH: La palabra, el silencio. La limpieza.
TL: ¿Qué te hace perder la templanza?
MH: El miedo.
TL: ¿Con quién compartirías la cena de tus sueños?
MH: Con quien me quiera bien.
TL: ¿Esa crítica que, por ser verdad, más te ha dolido?
MH: Qué gordo estás. Luego presumimos de la salud mental o de la bondad de la diversidad de cuerpos.
TL: Han sido muchas ¡cómo siempre!, pero ¿hay una pregunta que no te he hecho y te habría gustado?
MH: Estoy deseando esa pregunta. Para la próxima vez.
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