Es uno de los grandes de verdad. Los que amamos el cine le seguimos desde mucho antes de que su efecto mediático tuviera relevancia en nuestro país. Cada uno de sus personajes es una lección de interpretación y, tal vez por ello, sus compañeros de profesión le respetan y veneran. Ricardo Darín acaba de estrenar ‘El amor menos pensado’ y, aprovechando un rato de promoción, hemos charlado sobre la vida y los sentimientos. Amor, desamor, infidelidad, ego y, al terminar la conversación, tuve la sensación de haber salido de una terapia de pareja…
The Luxonomist: Ya sabes que en estas conversaciones no hay guion y lo que pretendemos es acercarnos a la persona…
Ricardo Darín: Buenísimo. Dale.
TL: En nuestro último encuentro hablamos de las segundas oportunidades.
RD: Lo recuerdo perfectamente.
TL: Cuando eso ocurre… ¿es porque se ha encontrado el fallo o uno se vuelve más generoso?
RD: No es cuestión de generosidad, que puede darse el caso, pero dar una segunda oportunidad se centra en la consciencia de que somos seres humanos y podemos cometer equivocaciones. Aún con las mejores intenciones podemos equivocarnos. El ser humano merece otras oportunidades siempre.
TL: ¿En todo?
RD: Sí, porque me resisto a creer que somos máquinas y que no podemos fallar. Si somos honestos y sinceros, debemos reconocer la cantidad de veces que aprendimos de nuestros errores. Hay algo positivo en equivocarse.
TL: ¿Algo así como que hay que pasar por el fracaso para valorar el éxito?
RD: Exacto, pero sin caer en simplismos. Debemos tener una segunda oportunidad, pero no podemos abusar de ese merecimiento y, por supuesto, saber aprovechar esa segunda vida.
TL: ¿Eres más de dar o de recibir segundas oportunidades?
RD: He pasado por las dos situaciones. Ha recibido oportunidades de reconsiderar algunas cosas, corregir defectos y equivocaciones. Y por consiguiente, como nobleza obliga, no he hecho otra cosa que darles un tiempo a esas nuevas oportunidades porque siempre me ha costado mucho bajar la persiana. Me conozco. Sé que cuando bajo la persiana, no la vuelvo a levantar.
TL: ¿Tal vez por eso eres paciente?
RD: Lo soy y lucho permanentemente contra la intolerancia intrínseca que me sugiere este tipo de vida. Cuando las cosas no se ajustan a lo que necesitamos, o creemos que necesitamos y merecemos, automáticamente nos volvemos intolerantes y creemos que el otro es quien está equivocado y no tiene la razón. Esas cosas son las que atentan contra la convivencia, dificultan el entendernos, querernos… La vida se complica cada vez más y, si no atajas los problemas, la bola se va haciendo cada vez más grande.
TL: El amor no es el mismo cuando lo iniciamos que cuando lo vivimos unos años después. ¿En qué estadio del amor te sientes más cómodo?
RD: Las relaciones humanas son inéditas. Cada vez que nos encontramos ante una nueva persona, ese sentimiento es nuevo, no se puede ajustar a normas de relaciones anteriores, está todo por descubrir. En las relaciones duraderas, que se alimentan con el día a día, hay que ser amables y cuidar el amor que hay en cuestión. Hay que ver la energía que circula porque, si estás acumulando más negativas que positivas, lo que estás deseando es salir de esa situación o que alguien haga algo. Y eso es lo peor porque reconocemos que no tenemos capacidad de reacción y esperamos que el otro haga lo que no nos atrevemos a hacer. Cuando llegas a ese punto te das cuenta de que hace mucho tiempo que te tenías que haberte ido de ahí.
TL: ¿Perdonarías una infidelidad?
RD: Sí la perdonaría, sin lugar a dudas. Soy de los que creen que para que alguien se sienta atraído o se deje magnetizar por una nueva relación, aunque sea efímera, en algo hemos contribuido todos. Algo hemos hecho mal para que eso ocurra y me siento responsable.
TL: Y cuando vuelves… ¿no desconfías?
RD: Una cosa es una infidelidad puntual y otra una reiterada. Estamos hablando de dos personas que se quieren y, de pronto, una se deja llevar ¡vete a saber por qué! por una situación determinada, a la que estoy seguro que todos hemos contribuido.
TL: Entonces eres de los que crees que cuando se es infiel…
RD: Se es infiel y sin mirar a quién. (risas) Disculpa, te he interrumpido.
TL: Te quería preguntar si eres de los que piensas que algo ha fallado cuando ocurre eso.
RD: Es muy difícil hacer un debate serio sobre atracciones. Si hablamos de un caso puntual, tenemos más chances y más herramientas para valorarlo con objetividad. En estos casos puntuales tendemos a justificar siempre la acción y aparecen los argumentos que nos ayudan a convivir con lo ocurrido. Por eso te digo que todos intervenimos. Las desatenciones generan, en gran medida, que una persona necesite recuperarse porque está siendo desatendida, desenfocada y no está siendo querida como cree merecerlo. De pronto aparece la persona indicada, en el momento oportuno, dice las palabras mágicas que son flor, primavera y mariposa ¡y se va de cabeza! Entonces… ¿quiénes somos nosotros para juzgar a esa persona y sentenciarla de por vida? Todos hemos pasado, más o menos, por situaciones parecidas.
TL: ¿De las crisis has salido fortalecido?
RD: Hay crisis y crisis. Algunas son terminales y de las pérdidas absolutas es difícil salir fortalecido. Sí se aprende, por lo que te digo que de algo sirven, pero el dolor, a veces, te nubla un poco la ganancia. De las crisis menores, si sabemos reconocerlas y tenemos algo para aprender de ellas, sí se puede salir fortalecido y se puede mejorar. La gran pregunta que yo me hago siempre es: ¿En qué momento dejamos de ser mejores personas? ¿Hay un momento en el que creemos que llegamos al punto de ser lo mejor que podemos y entonces nos abandonamos? o ¿se puede intentar mejorar todos los días?
TL: Yo quiero pensar esto último…
RD: Entonces, para eso hay que estar abierto, hay que conocerse muy bien y ser generoso con los demás y con uno mismo.
TL: ¿No es cuestión de asumirse también?
RD: Eso por supuesto. Intentar reflexionar, mirar para dentro, ver quiénes somos en la lucha contra el ego.
TL: ¿Cómo lo haces tú?
RD: ¡Ufff!, lo tengo en el punto de mira permanentemente.La vanidad me roza, como a todos los que nos dedicamos a esto. Me roza, me toca, me intoxica y, a veces, me asusta. Sería muy estúpido de nuestra parte (de los que estamos en esta profesión, tenemos un nivel de exposición grande y estamos sometidos al juicio de los demás), no reconocer que estamos sometidos a unos vaivenes de juicio constantes. Eso es muy dificultoso, muy doloroso y hay momentos en los que no es positivo a niveles personales. Si tu autoestima depende de la opinión de los demás ¡estás frito! Ernest Hemingway decía una cosa que era muy inteligente: “Si les crees cuando te halagan, vas a tener que creerles cuando te destrocen”, por eso yo trato de no meterme en ese desnivel y me tomo todo con prudencia. Nunca me creí un fenómeno. Sé que tengo cosas positivas, otras negativas. Sí soy un tipo muy afortunado, privilegiado por encontrarme con gente que siempre ha creído en mí, que me ha ofrecido oportunidades jugosas y nutritivas, que me han alimentado y ayudado muchísimo a hacerles creer a los demás que soy un fenómeno, pero yo sé que no lo soy.
TL: ¿Y feliz sí eres?
RD: Eso sí. Soy todo lo feliz que se puede ser en un mundo tan injusto como éste. Es difícil ser feliz todo el tiempo y seríamos unos insensibles si no lo reconociéramos. Nosotros vivimos en zonas muy privilegiadas, aunque tengamos nuestras crisis y nuestros problemas, pero hay una gran porción de la humanidad que lo pasa muy mal. Yo no me puedo desligar del todo de eso. Estoy sumergido en este mundo, vivo una situación de privilegio, trato de no intoxicar a mis amores con esos pensamientos, pero soy un tipo bastante escéptico ante hacia adónde camina el mundo.
TL: ¿El niño Ricardo se reconocería en quien eres hoy?
RD: Sí, pero me gustaría ser un poco más valiente. Cuando era un niño, mi ambición era ser alguien muy valiente y decir todo lo que se me cruzara por la cabeza sin medir las consecuencias. Admiro y valoro la valentía. Mi mujer, por ejemplo, es muy valiente y por eso, entre otras cosas, me fijé en ella.
*Localización: Hotel María Cristina (San Sebastián). *Próxima semana: Susanna Griso.
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