Sinéad O’Connor fallecía este miércoles a los 56 años sin que la causa de su muerte haya sido facilitada por sus familiares. “Con gran tristeza anunciamos el fallecimiento de nuestra querida Sinéad”, reza el escueto comunicado facilitado por la familia.
En el mismo aseguran estar devastados y han pedido “privacidad en este momento tan difícil”. La cantante irlandesa estaba ausente de los escenarios desde junio del año pasado, cuando tuvo que cancelar una gira de conciertos.
Su estado físico y mental se había deteriorado mucho tras el suicidio de su hijo Shane, de 17 años. Fue en enero de 2022 cuando se escapó de un hospital irlandés donde vigilaban un intento de suicidio anterior.
Ahora le sobreviven sus otros tres hijos: Jake, de 36 años; Roisin, de 27; y Yeshua, de 16. No obstante, fue Shane quien ocupó sin duda sus últimos pensamientos tal y como demostró en su último post en redes sociales, hace solo diez días.
“Llevo viviendo como una criatura no muerta desde la noche… Él era el amor de mi vida, la luz de mi alma. Éramos un alma en dos mitades. Él fue la única persona que alguna vez me amó incondicionalmente. Estoy perdida sin él”, escribió junto a una fotografía de ambos.
Sinéad O’Connor nació en Dublín. Era la tercera de los cinco hijos que tuvo el matrimonio formado por Jack y Marie O’Connor. Como ella misma confesó en varias entrevistas, sus padres no tuvieron una relación fácil.
Ella fue testigo directo de la inestabilidad de la familia, que se tradujo en una personalidad rebelde a los dogmas. Tenía 8 años cuando sus padres se divorciaron.
Con su madre sufrió abusos y cuando decidió irse a vivir con su padre, en la adolescencia, acabó internada en un centro escolar por su mal comportamiento. Tras dar tumbos por diversos centros, en 1983 y gracias a un profesor de lengua, encontró en la música su fuente de paz e inspiración.
Metida de lleno en el mundillo musical irlandés, del que salían bandas y solistas en cada esquina en los ochenta, destacó como vocalista del grupo Ton Ton Macoute y llegó a trabajar con el guitarrista de U2, The Edge.
Su primer disco en solitario tardó en llegar. The Lion and the Cobra vio la luz en 1987 tras una producción caótica en la que Sinéad O’Connor demostró su dura personalidad.
Aunque en ventas fue un disco modesto, la crítica lo recibió como un proyecto repleto de creatividad y sonidos sorprendentes. La fama le llegó dos años después, cuando vio la luz su mayor éxito comercial: Nothing Compares 2 U.
La emotividad del tema, su imagen en el vídeo, con la cabeza totalmente afeitada y vestida de negro, con primeros planos repletos de sentimiento y dolor, se convirtió en uno de los himnos de finales de los ochenta y principios de los noventa.
Curiosamente, la canción no fue escrita por ella. Prince era su autor.
Además de por su música, Sinéad O’Connor fue conocida por su activismo social. Lo demostró el 3 de octubre de 1992 en el programa de televisión de más audiencia de todo Estados Unidos. Tras cantar War de Bob Marley, denunció los abusos a menores por parte de la Iglesia rompiendo una fotografía de Juan Pablo II mientras le gritaba “Demonio” y reclamaba “Lucha contra el verdadero enemigo”.
Su carrera musical a partir de ahí ya no volvió a ser la misma, pero aquello no doblegó sus convicciones. Siempre apoyó causas controvertidas y vistió de dureza exterior su enorme sensibilidad. Los que la trataron de cerca recuerdan que Sinéad O’Connor nunca dejó de tener una personalidad fascinante, propia y única.
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