Martín Berasategui: “Creo en la vida antes de la muerte. Por eso vivo a pleno pulmón”
Tengo una especial debilidad por él. Y lo sabe. Por eso, de vez en cuando, tenemos una conversación de las nuestras. Le conocí cuando tenía 7 estrellas Michelin, que se han convertido en 12, así que ya son unos cuantos años de amistad a las espaldas. La cocina es su vida, pero por encima de los fogones está la familia. En ella es donde Martín Berasategui reconoce que está su verdadera felicidad. Mientras espera que su hija Ane le haga abuelo de nuevo, nos ponemos al día…
The Luxonomist: ¿En qué momento se encuentra ese chico de barrio que vivía al lado del mercado?
Martín Berasategui: En el mejor momento de su vida, personal y profesionalmente hablando. Es un lujo extremo seguir disfrutando de lo que más me gusta, cocinar, en el mismo lugar en el que nací. Todos los días me pellizco.
TL: ¿El secreto para alcanzar la felicidad es soñar en grande?
MB: Yo suelo decir que trabajar, trabajar y trabajar… y lo hago extensivo a todos los órdenes de la vida. Porque si persigues lo que te hace feliz, no puedes pedir más. Y para eso hay que madrugar, insistir, ser tenaz, enamoradizo, entusiasta y rodearte de los que más te quieren y generar entornos vitales positivos. Soy un aprendiz de todo esto.
“Es un lujo cocinar en el lugar en el que nací. Todos los días me pellizco”
TL: ¿Recuerdas ese momento en el que experimentaste esa felicidad más absoluta?
MB: Son muchísimos y me emociona mucho recordarlos. Tengo recuerdos de infancia increíbles, bañarme en el puerto de Donosti, el buen rollo de chaval con los mismos amigos que sigo teniendo hoy en día. Y luego la felicidad total que es haberme casado con la tía más acojonante del mundo, el día que nació mi hija, el día de su boda o cuando nació Jara, mi nieta. Profesionalmente cuando recibí la tercera estrella Michelin en el Restaurante Martín Berasategui lloré mucho de felicidad, con cada Estrella me emociono muchísimo.
TL: ¿Eres de cocinar la vida a fuego lento?
MB: Los clásicos tienen un dicho, “festina lente”, apresúrate despacio. Pues eso.
TL: ¿A qué momento de tu pasado regresarías?
MB: Soy muy poco melancólico y no echo nada en falta. Miro para adelante y cuando echo la vista atrás, no sabes qué feliz me siento y qué orgulloso. Mis padres me enseñaron a vivir el aquí y el ahora, y no quiero moverme de donde estoy ni de los tiempos que me está tocando vivir.
“Me casé con la tía más acojonante del mundo”
TL: ¿Tu mayor conquista?
MB: Mi mujer, Oneka, y todo lo que hemos sido capaces de lograr. Es la bomba seguir juntos y que sigamos soñando y disfrutando mano a mano.
TL: ¿Qué no le perdonarías nunca a un amigo o a alguien que quieres?
MB: Yo perdono con mucha facilidad, no se me caen los anillos. Te aseguro que es una capacidad de la que me siento muy orgulloso. Lo que más me inquieta es la deslealtad. Al resto de pecados lo mejor es pasarles la lija del diez, y a otra cosa, mariposa.
TL: Si fueras un producto, ¿cuál sería tu slogan?
MB: GARROTE.
TL: ¿Qué le preguntarías a tu ‘yo’ dentro de veinte años?
MB: Soy hombre de acción y de vivir el momento. Y disfrutón. Le preguntaría si después del besugo, echo una chuleta a la parrilla, jajaja.
“Me gusta mucho vacilar y gastar bromas. La risa es lo más”
TL: Si te dijesen que eres inmortal y que ninguno de tus actos va a ser castigado. ¿Qué es lo primero que harías?
MB: Piensas mucho en la muerte cuando la vives cerca y, además, te enseña mucho a pisar el suelo y a aprovechar lo que te viene dado. No me gustaría nada ser inmortal, sinceramente, y a pesar de haber sido educado en colegios religiosos, que es lo que tocaba en aquellos tiempos, yo creo en la vida antes de la muerte. Vivo ya a pleno pulmón y no necesito ningún salvoconducto para pasarme de la raya o hacer cosas que no esté haciendo ya. Espero no sonar presuntuoso, pero es la verdad.
TL: ¿Sin cuál de los cinco sentidos podrías vivir?
MB: El hombre es un animal capaz de adaptarse al medio y en nuestra vecina sierra de Atapuerca están enterrados los vestigios de esa increíble evolución. Pero virgencita, virgencita, que me quede como estoy. Si algún día pierdo algún sentido, estoy seguro de que me ayudarán a que no me dé ni cuenta, jajaja.
“Con cada Estrella me emociono muchísimo”
TL: ¿Un personaje histórico con el que te sentarías a cenar?
MB: Soy muy poco mitómano y no me suele gustar darle el coñazo a nadie. Hace poco he visto un documental sobre flamenco y he alucinado con el sentimiento de Terremoto de Jerez, el cantaor. Murió muy joven y le haría una cazuela de merluza en salsa verde con kokotxas y almejas. Seguro que terminaría cantando y por lo que dicen, su desgarro debía de ser increíble. Su hija decía que su padre no podía oír sus discos porque terminaba llorando de emoción. Tiene que ser la caña ser cantante y no poder soportar tu propio “eco”. Ya puestos, tampoco me importaría cenar con María Callas. Menudas leyendas.
TL: Tienes diez segundos para un deseo. ¿Qué pides?
MB: Que todos podamos vivir y morir con dignidad.
TL: ¿Cómo haces reír a alguien?
MB: Me gusta mucho vacilar, gastar bromas y la risa es lo más. Menuda terapia es partirte la caja.
“Perdono con facilidad. Lo que me inquieta es la deslealtad”
TL: Si pudieras saber una sola cosa del futuro. ¿Cuál sería o qué preguntarías?
MB: Creo que ya lo he comentado antes, el hombre lleva muchos siglos provocando mucho dolor y mucha angustia con eso de la vida después de la muerte y yo soy más de creer en la vida antes de la muerte. Si todos lo tuviéramos claro, otro gallo cantaría.
TL: ¿Un día perfecto?
MB: Qué difícil. Cualquier día en familia es un regalo.
TL: ¿Cuál es ese tema del que te avergüenza saber tan poco?
MB: La tecnología. Yo soy de tabla, cuchillo cebollero, lápiz y papel. Pero me rodeo de gente que controla mucho y me ayudan. Soy consciente de que es vital hoy en día.
TL: ¿Qué canción o película resume mejor tu vida?
MB: Me encanta “May Way” de Frank Sinatra. La letra es fabulosa.
TL: ¿El objeto más extraño que conservas?
MB: Seguramente algo que he heredado de mi madre: recorto y guardo las esquelas de las personas que conocía. Tengo la sensación de que, si las guardo entre los libros, me acompañarán, ¡fíjate tú que tontería!