Los duques de Sussex han tardado año y medio en protagonizar su primer acto oficial en tierras estadounidenses desde que llegaran apresuradamente desde Canadá allá por marzo de 2020. La pareja y sus socios tienen fijada una ambiciosa hoja de ruta para blanquear su imagen y convertirse en jóvenes y dinámicos activistas solidarios. La entrevista con Oprah Winfrey fue su carta de presentación. La portada de la revista Time como pareja influyente, su tarjeta de visita. Y la gira por Nueva York, está siendo el mejor de los reclamos de Harry y Meghan.
Al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, la gobernadora Kathy Hochul, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield y otros destacados personajes neoyorquinos, el discurso de la pareja les debe parecer atractivo. Aparecer en una foto con ellos, mucho más. Por eso no han dudado en dedicar minutos en sus agendas para reunirse con ellos.
Harry y Meghan Markle se han dejado ver sin embargo como lo que son, estrellas de Hollywood. A medio camino entre el clan Kardashian y sus venerados Amal y George Clooney. Veremos si acaban protagonizando un reality o vendiendo tazas de café. Pero ahora mismo su mensaje solidario, ecológico y sostenible se diluye entre guardias de seguridad, carísimos vehículos blindados, lujosos hoteles y un atuendo más propio de la alfombra roja de los Oscar.
Porque el despliegue de joyas utilizado por Meghan Markle en su viaje a Nueva York no ha pasado desapercibido. Tampoco su atuendo, bastante discreto, pero a todas luces desafortunado, luciendo abrigos más propios del invierno, con temperaturas de 23 grados en la Gran Manzana. Meghan llevó sin embargo todo su arsenal brillante.
Sólo su anillo de compromiso está tasado en unos 317.000 dólares y el reloj Cartier similar al que perteneció a Diana en 21.000 euros. Tampoco dejó en su casa de Montecito, donde quedaron sus dos hijos, el anillo que luce en el meñique y que podría estar hecho con diamantes de un donante misterioso de Oriente Medio.
Aunque la pareja lo ha desmentido, existen dudas sobre una joya elaborada por Lorraine Schwartz y cuyo valor ronda los 53.000 euros. Tampoco se olvidó de sus pendientes de boda, unos Cartier de 14.000 euros ni del anillo Birks de 4.000 euros.
La pareja se ha hospedado en el Hotel Carlyle, en el Upper East Side de Manhattan, con una media de 1.100 euros la noche. En su bar se han dejado ver con diversos conocidos, como Misha Noonoo y Mikey Heis.
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