(Foto: CAB-RON)
Si tuviésemos que definirlo, sería una contraposición entre lo nuevo y lo tradicional o entre elegante y canalla. Así es CAB-RON, que utiliza el juego de palabras para definir este Caribbean And Barbados RON.
La autenticidad y el buen hacer de los maestros roneros nos transporta a un viaje por las aguas del Caribe a través de República Dominicana, Jamaica, Guatemala y Barbados. Son los cuatro países originarios de este destilado, cuyo selecto proceso de elaboración culmina en las Bodegas-Catedrales de Jerez. Pues es allí donde se lleva a cabo su genuino envejecimiento en tradicionales barricas de roble.
Aquí es donde se mezclan, además de los rones, los tipos de madera ya que para elaborar el CAB-RON se utilizan barricas de 250 litros de Oloroso, Pedro Ximenez y Bourbon. Esta insólita fórmula de crianza hace que nos encontremos ante un destilado de caña totalmente diferente y que lo convierten en uno de los más deseados del mercado premium.
Cuidando tanto el contenido, hubiese sido una descortesía no cuidar también el continente. Así que han recurrido al arte de José Piñero para materializar la tradición pirata en una botella exclusiva hecha con porcelana reciclada.
El artista no es nuevo en la alta gastronomía ya que también ha diseñado para estrellas Michelin como Dabiz Muñoz, los hermanos Roca o Ferran Adrià, entre otros.
Como curiosidad, la caja del packaging incluye un mapa del tesoro oculto que traza una ruta por los cuatro países originarios del ron CAB-RON (República Dominicana, Jamaica, Guatemala y Barbados). Este se activa con el calor corporal, lo que permite la interacción personal y directa del consumidor con el propio envase.
El lanzamiento al mercado del ron premium CAB-RON llega acompañada de un firme compromiso solidario. Y es que parte de los beneficios obtenidos con su venta se destinarán a la Fundación Pasqual Maragall, que tiene como propósito vencer al Alzheimer a través de la investigación científica dentro de su iniciativa ‘Arte a conciencia’.
Ya sabéis que me gusta dejar para el final mi interpretación organoléptica y sensorial. En este caso el CAB-RON presenta una aspecto y color de la exclusiva madera de bubinga, brillante y con una cierta densidad en la caída. Los aromas son muy complejos y dinámicos y te recuerdan fielmente a las maderas utilizadas en la crianza con notas ahumadas y de frutos secos garrapiñados.
Por último, en boca, el primer trago te traspasa y eriza la piel en un viaje largo y a la vez fresco. Todo con esas notas salinas del jerez, hoja de tabaco por el bourbon y pasas de corintio del Pedro Ximenez. Solo con hielo, por favor.
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