Los misterios de la Maison Taittinger, los champagnes aristocráticos que buscan la excelencia
Taittinger, una de las mejores Maisons de champagne del mundo a la cabeza desde hace casi un siglo, con un objetivo muy claro: conseguir la excelencia.
Volvemos a Reims, zona geográfica en el extremo norte de Francia, y Capital de la Champagne. Una región marcada por catedrales góticas, viejas abadías, arte e historia que sigue conservando uno de sus más importantes símbolos: la Catedral. Este artículo lleva en el título la clave de esta Maison: buscar la excelencia y no parar de reinventarse hasta conseguirlo, como si tuvieran un “Manual del futuro”.
Llevo visitando la Champagne y estudiando sus vinos desde 2012. Conozco fanáticos del espumoso con una apabullante colección de etiquetas en sus colecciones privadas, pero todavía no había tenido tiempo de visitar la Maison Taittinger. Ello a pesar de tratarse de un apellido reconocido internacionalmente y ser una de las últimas casas de champagne de propiedad y gestión familiar que quedan. Es el segundo propietario de viñedos más grande de la región. Así que acepté la invitación y fui a visitarles para conocer de primera mano el misterio de su agitada historia.
La historia de la Maison Taittinger se remonta al siglo XVIII
El champagne, y su afán de protagonismo a lo largo de la historia, lo han llevado a ser un objeto de lujo que se ha mantenido victorioso en un acto de resistencia en el complicado mundo del vino. Dicho esto, os hablaré de una historia que se remonta al siglo XVIII, época de esplendor del champagne en Francia.
Todo comenzó cuando Jacques Fourneaux, un comerciante textil que creó en 1734 una empresa vinícola conocida como Forest-Fourneaux. Empezó a trabajar estrechamente con los monjes benedictinos de las abadías cercanas. Monjes que en ese momento poseían las mejores tierras de viñedos de la región.
Pero no sería hasta 1932 cuando la familia Taittinger, comerciantes de vinos en aquel momento, se trasladan a la Champagne para adquirir dicha bodega conjuntamente con un edificio emblemático. Era el castillo de la Marquetterie, una residencia en el corazón de Reims para las ceremonias de coronación de los reyes de Francia donde los Condes de Champagne se alojaban.
En Taittinger el champagne es una cuestión de familia
Pierre Taittinger había conocido el castillo y se había enamorado de los viñedos que representaban la gran joya de una tierra donde variedades como la chardonnay y la pinot noir llevaban desde el siglo XVIII. Este excepcional lugar, antigua residencia de los Condes, es hoy propiedad de Taittinger Champagne.
Fue después de la segunda guerra mundial cuando Taittinger se trasladó a su actual ubicación: la Abadía de Saint-Nicaise. Un lugar famoso construido por los monjes benedictinos para venerar las reliquias de Saint-Nicaise en el siglo XIII y que fue completamente destruida durante la Revolución Francesa. Bajo dicha abadía se encuentran las famosas “Crayères de Reims” antiguas galerías de piedra caliza excavadas en época galorromana que datan del siglo IV y que se mantuvieron intactas a lo largo del tiempo, excelente lugar para el envejecimiento del vino con el famoso “método champenoise”.
Taittinger, una de las dinastías de emprendedores del champagne más activas, cambió de generación en 2020 pasando de Pierre-Emmanuel a sus hijos Clovis Taittinger, director general y Vitalie Taittinger actual presidenta. Ambos desarrollan conjuntamente con su padre la continuidad y el crecimiento de la Maison cuyo objetivo es seguir respetando la memoria y el espíritu luchador de familia, transmitida a lo largo de cuatro generaciones. Un legado que ha dejado su huella en el estilo Taittinger y, más allá, incluso en la imagen del Champagne.
El chef de cave, una figura relevante
Hablar de champagne es hablar de arte y de lujo además de una marca cultural que sigue siendo un universo único y exclusivo. Pero siempre he pensado que la mayor complejidad de las grandes maisons es una vez “bajan el telón”. Ese momento en el que el chef de cave se dispone a diseñar las cuvées secretas en su afán por extremar el estilo, esa voz propia. El chef de cave es ese personaje intuitivo, mucho más que un enólogo en el mundo del espumoso francés. Es alguien fascinado y obsesionado por el alma de sus creaciones, en busca que champagnes que sean excepcionales e inimitables.
Fue en 2015 cuando Alexandre Ponnavoy se unió a la Maison Taittinger para ayudar al precedente chef de cave Loïc Dupont. Ambos compartieron durante más de tres años la visión de la Maison tiempo requerido por Alexandre para sumergirse en el carácter y el alma de las cuvées. Su misión y ambición principal era elaborar un champagne que no se parezca a ningún otro.
En la actualidad Alexandre continua con la perspectiva cualitativa a largo plazo de este puesto asegurando la consistencia, el equilibrio y la delicadeza de los vinos que, sin duda, se reflejará en la creación de añadas futuras continuando con el estilo de la casa.
Un meticuloso proceso de creación
No viene mal hacer un breve recordatorio del método champenoise de vinificación y su papel estelar desde hace siglos. Una vez terminada la primera fermentación, entra el arte y el talento del del chef de cave: crear la cuvée, o sea, una combinación armoniosa de vinos de distintos años, distintas cepas, distintas parcelas. Y las distintas cuvées crean los distintos tipos de champagne.
Obviamente las cuvées son propiedad de los productores y se mantienen secretas como decía anteriormente. Cuando provienen del vino de un solo año se les llama millésimé, pero esto sólo se logra con vendimias excepcionales. Con ello inicia la segunda fermentación (de 15 meses, como mínimo, aunque lo normal es que sea de varios años), llegando a la reposada quietud de varios años, donde el vino se transforma en aromático y espumoso champagne.
El alma de la casa son sus extraordinarios viñedos
Pero el viñedo es evidentemente la verdadera riqueza de su patrimonio que en el caso de Taittinger cubre 288 hectáreas situados en los mejores Crus. Se extiende en el valle del Marne concretamente en los cinco pueblos al sur de Épernay calificados como Grands Crus: Cramant, Avize, Chouilly, Oger y Mesnil-sur-Oger. Ahí es donde la prestigiosa variedad Chardonnay da a las cuvées su elegancia, delicadeza y finura.
En cuanto a los viñedos de Pinot Noir se encuentran principalmente en la Montaña de Reims: Ambonnay, Mailly-Champagne, Rilly-la-Montagne; y en la Côte des Bar. En el ensamblaje de champagne, la Pinot Noir aporta cuerpo, potencia y estructura a los vinos.
La Pinot Meunier, una variedad robusta que se adapta especialmente bien a los terrenos arcillosos o arenosos. Por tanto, es en el Valle del Marne y en el Macizo de Saint-Thierry donde se encuentran principalmente las parcelas de Pinot Meunier. Sus uvas ofrecen vinos afrutados que aportan la redondez del ensamblaje.
Las creaciones de Taittinger son excelentes para celebraciones especiales
Cuando se menciona la palabra champagne es inevitable que nos venga a la cabeza la imagen de burbujas efervescentes. He aquí algunas opciones para degustar este final de año: Taittinger Brut Réserve una cuvée sin añada que mantiene una extraordinaria regularidad en su equilibrio y elegancia. Taittinger Prélude es un ‘assemblage’ de viñedos clasificados Grand Cru con una crianza de más de 5 años que ofrece una gran harmonía entre la vivacidad y la mineralidad de la chardonnay y la potencia y la expresión aromática de la pinot noir.
Taittinger Nocturne es un champagne procedente de 35 crus con un lento envejecimiento en cava que le otorga una gran redondez y suavidad. Folies de la Marquetterie es un ‘assemblage’ procedente de los viñedos que rodean el Château de la Marquetterie cuyo vino base ha sido vinificado en barricas de roble y que se distingue por una gran potencia y estructura.
Comtes de Taittinger Blanc de Blancs, el ‘top’ de la casa, que podría incluirse perfectamente entre los mejores de la región una millésime cuya primera añada se remonta al 1952 elaborado con los vinos de los Grand Cru de la Côte des Blancs, una cuvée dominada por la finura.
Un proyecto inacabable en la capital de los mejores espumosos
Desde 1983, Taittinger ha colaborado con artistas contemporáneos para crear algunas de sus mejores cosechas. La botella se convierte en el lienzo y la inspiración para una creación especial que, con el tiempo, se convierte en una obra de arte firmada. El colaborador de la 13.ª edición de 2016 fue el famoso fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, a quien se le entregó una botella de Taittinger Brut Millésimé 2008 para que la decorara con una de sus famosas obras de arte de importancia mundial. Representaba a un leopardo bebiendo de un río vivificante en Namibia.
Dicho lo cual, imagino un brillante escenario en el que Vitale y Clovis Taittinger vean recompensados sus esfuerzos y su proyecto inacabable en la capital de los mejores espumosos. Ensamblaje, compromiso, conocimiento, pasado, valores, familia, responsabilidad y exigencia para conseguir la excelencia.
Gracias infinitas a la familia por acogerme en la Maison. Supongo que durante tiempo seguiremos preguntándonos hasta cuándo el esplendor del champagne iluminará las mejores celebraciones. Celebremos el nuevo 2025 y mis diez años en esta casa, The Luxonomist.