Las infinitas conquistas de la Maison Ruinart
La mítica Maison Ruinart ocupa un lugar importante en el mundo del espumoso francés por ser precursores, hace dos siglos y medio, del primer champagne rosado.
Desde su fundación en 1729 la Maison Ruinart ha mantenido su atrevimiento a innovar. La primera gran casa de champagne fue también la primera en comercializar un champagne rosado en 1764; el primero en adquirir las históricas y milenarias bodegas de tiza en Reims “Les Crayères”, clasificadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
También fue el primero en colaborar en 1896, con artistas como Alphonse Mucha, encargando el diseño de una “campaña publicitaria” para promocionar sus vinos; y el primero en usar cajas de madera para el transporte de sus botellas en 1769.
Cata virtual de Ruinart
Jueves, punto medio de este extraño verano. Pero hoy no va a ser una mañana como otras porque el caprichoso momento que vivimos ha querido que viajara virtualmente a la Champagne. A las 11:00 para ser más exactos. Con el único pretexto de asistir a una degustación dirigida a profesionales más especializados. Solo tenemos que dejarnos llevar si queremos sumergimos en el paraíso de las burbujas.
Ningún plan mejor que asistir a la cata virtual (E-tasting) teniendo al otro lado de la pantalla al Chef de Cave Frédéric Panaïotis, que nos va a acompañar en el recorrido de degustar dos de sus referentes: el Blanc de Blancs y el Rosé. Una cata que se ha condensado en estas dos versiones, dos maneras distintas de interpretar y “diseñar” dos variedades míticas: la Chardonnay y la Pinot Noir. Verdaderos pilares de cualquier espumoso francés, y también, de muchos otros espumosos del mundo. Dos fragmentos de paisaje que el tiempo, en este caso, no hace más que incrementar su valor.
El primer champagne rosado
Más de 250 años nos separan de los inicios del primer champagne rosado de la historia. Por ello, el Cellar Master de la Maison Ruinart y su savoire faire “nos lleva” a la viña para hablar de los 25 o 30 diferentes Crus que utilizan para obtener una buena base y garantizar así calidades y longevidades de sus vinos. Finalmente Frédéric Panaïotis aprovechó para presentarnos su “second skin case” un proyecto disruptivo que encarna el firme compromiso de la Maison con un desarrollo más sostenible para sus envases.
Provistos de dos copas de champagne diseñadas por el sommelier Philippe Jamesse, y con ayuda de nuestra percepción, nos ponemos manos a la obra para acceder de lleno a la frescura aromática y la complejidad, dos virtudes que sostienen ambas botellas, con las únicas herramientas de comunicación que tiene el abecé del oficio: ojos, nariz y paladar.
El blanco, alma de la Maison Ruinart
La Chardonnay es el alma de Maison Ruinart y está en el corazón de todas sus cuvées. Este Blanc de Blancs procede, como no podía ser de otro modo, de uvas 100% Chardonnay, una gran mayoría de Premiers Crus de la Côte des Blancs y la Montagne de Reims de diferentes años con un 20 a 25% de vinos de reserva de los 2 años anteriores. Se manifiesta una delicadeza aromática completada por vinos de Sézannais conocidos por aportar redondez. Finalmente, algunos vinos del norte del Valle de Vesle aportan un toque de frescura y ligereza.
Remarcar su efervescencia con burbujas extremadamente integradas y persistentes. Una primera nariz de gran intensidad con notas de fruta fresca, en particular cítricos maduros. Una segunda nariz muy fina con notas de flores y frutas blancas. Notas de nectarina, cítricos y un ataque en el paladar con una vinosidad sin exceso, respaldada por una gran frescura, mineralidad y mucha redondez, con un final bastante largo.
El Rosé más especial de la historia
La historia del Rosé fue escrita por Ruinart en el siglo XVIII. Fue en 1764 cuando Ruinart produjo el primer rosé llamado entonces “oeil de perdrix” (ojo de perdiz). Con este lanzamiento, y con muchos otros, han conseguido mantener la excelencia, un valor fundamental que continúa caracterizando el desarrollo de esta gran Maison.
Ruinart Rosé se despliega con un coupage de 45% Chardonnay de la Côte des Blancs y la Montagne de Reims, y 55% Pinot Noir de la Montagne de Reims y el Valle del Marne. Se añade un pequeño porcentaje de vino tinto (que puede variar según el productor del 5% al 20%) en este caso la Maison Ruinart añade un 18-19% que se combina con el vino base, antes de la segunda fermentación en botella, estos son los Rosé d’assemblage (ensamblaje). Y con un 20 a 25% de reserva de vinos de los 2 años anteriores.
La singularidad de este rosado se basa en el equilibrio de la mezcla de las dos variedades, que oscilan entre la frescura y la redondez de la Chardonnay y el carácter de la Pinot Noir. Un encuentro que revela frescura y notas exóticas con una nariz sutil, ofreciendo primero una paleta de guayaba, lichi y pequeñas frutas rojas (frambuesa, cereza, fresa silvestre). Las notas de rosa y granada completan este perfil aromático complejo e intenso, dominado por aromas primarios poco evolucionados. En boca, el ataque es franco, el paladar sedoso y carnoso, llevado por aromas de granada, guayaba y lichi, pomelo rosado y menta.
Ambos hacen la fermentación maloláctica para potenciar la suavidad, accesibilidad y para proteger los aromas. Y respecto al dosage 7.5g/l para el Blanc de Blancs y 8g/l para el Rosé.
Cómo hacer un champagne rosado
Recordemos que en la región de la Champagne hay dos técnicas para hacer un champagne rosado. Es decir, que puede elaborarse por dos métodos: maceración o mezcla. Los primeros se obtienen por una corta maceración permitiendo que el mosto de uva permanezca en contacto con los hollejos durante un corto periodo de tiempo (de 8 a 12 horas) con uvas tintas y se llama: “Rosé de saignée”, cuanto mayor sea la maceración obviamente van a tener más color, más sabor y un carácter más vinoso.
Pero la mayoría de champagnes rosados se hacen por el método tradicional de mezcla “Rosé d’assemblage”. Ya que permite al productor obtener el color y la densidad que es idéntica año tras año. Cuanto mayor es el porcentaje de vino tinto, más profunda es, la tonalidad del color rosa.
El nuevo envase ultraligero de Maison Ruinart
La asociación de Maison Ruinart con James Cropper, experto e innovador de papel de prestigio y de los embalajes de lujo, ha sido un proyecto enfocado a reinventar la mejor solución para un estuche ultraligero. Éste ha sido elaborado con fibras de madera naturales procedentes de bosques europeos gestionados de forma sostenible. El nuevo embalaje “second skin case” está diseñado ecológicamente: cero plástico, 100% reciclable y 9 veces más ligero.
El proyecto de I + D, con más de dos años de duración, trataba de reinventar el embalaje de sus cuvées R, R vintage, Rosé y Blanc de Blancs. El objetivo era lograr una “segunda piel” siguiendo las líneas de las curvas emblemáticas de la botella y permitiendo preservar la integridad de su forma y textura originales. Con este diseño han hecho un guiño a las históricas bodegas de tiza con la textura del papel similar a la tiza y la delicadeza de sus detalles en relieve.
El compromiso de la Maison con la sostenibilidad y la elegancia, se mantienen como dos puntales para este “extraño” 2020. El día acaba con un happy end que deja atrás la sombra de estos meses oscuros. Las trampas impalpables de las burbujas, son siempre una tentación, por ello sólo hay que dejarse llevar.