Maridar mona de Pascua y vino no es un dilema. Pero antes, os voy a dar un pequeño apunte sobre el origen de este dulce. La mona de Pascua es el postre o merienda típica que marca el fin de las abstinencias de la Cuaresma. Su historia está llena de contradicciones, empezando por el nombre “mona” que algunos dicen que proviene del árabe mouna o munna, lo cual no sería muy descabellado con todo el tiempo que estuvieron aquí.
Otros dicen que proviene de una derivación del latín antiguo como intercambio de regalo o del hebreo como deseo. En cualquier caso, la mona es básicamente un bollo donde el dulce está presente y el huevo de gallina, también. Lo de la historia del huevo en la mona tiene también su ‘qué’, pero lo dejamos para otros. Sin embargo, el tema del huevo, esta vez de chocolate, es clave y sustitutivo casi obligatorio en muchas pastelerías que han cambiado ave por cacao.
Si nos vamos a la mona tradicional tenemos un bollo (con todos sus matices) con toques de ralladura de naranja o limón, y también anisados. Pues bien, acompañemos esta mona tradicional con un MR de Telmo Rodríguez en Málaga. Este moscatel de Alejandría se caracteriza por su frescura y toques balsámicos, con los matices propios de la variedad, es decir, los cítricos, y hoja de laurel que le confieren singularidad.
Como todas las recetas del mundo, la mona tiene variantes y versiones. Ésta es una de ellas en formato tarta: con frutas escarchadas, yema y almendra. Para acompañarla nos trasladamos a Vinebre, una pequeña población de Ribera d’Ebre en Tarragona. En Molí de Rué se elabora este especialísimo vino dulce, el Vimblanc Sol i Serena, un macabeu que encierra secretos ancestrales en su elaboración. Una joya para descubrir de limitadísima producción cuya acidez y equilibrado dulzor encaja con las frutas escarchadas y su marcado tostado con los frutos secos.
Para los más golosos que eligen la mona rellena de cabello de ángel, no vamos a defraudarles y la acompañaremos con el Casta Diva Cosecha Miel de Gutiérrez de la Vega en Alicante. Este vino es casi un clásico en los postres y aunque su nombre sugiera un exceso de dulzor, su acidez y tostados lo convierten en ligero y amable.
Para acabar, no podíamos olvidar las monas de chocolate. Aunque empezaron siendo huevos de Pascua de chocolate como en muchas otras culturas, aquí hemos rizado el rizo y hay auténticas obras maestras y esculturas de chocolate elaboradas con los mejores cacaos. Una Tintilla de Rota dulce de Finca Moncloa será un excelente amigo de ciertos chocolates por sus toques licorosos, tánicos, ahumados y de tabaco. Su final salino aporta un delicioso contrapunto para celebrar el Lunes de Pascua.
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