La coliflor es una verdura que por su tamaño y textura puede soportar cualquier tipo de cocción. Esto la hace especialmente versátil, ya que permite consumirla hervida, asada, salteada, frita e incluso cruda. Sin embargo hay muchas personas que se resisten a tomarla habitualmente, bien por su fuerte olor al cocinarla o por desconocer las innumerables recetas que pueden hacerse con ella convirtiéndola en un auténtico “fondo de armario” de la nevera.
Para aquellos a los que no les gusta su olor deben saber que aumenta conforme la coliflor se cocina. Así que cuanta menos cocción, menos olor. Su punto óptimo y la manera de mantener todas sus propiedades sería cocinándola al vapor durante 5 ó 7 minutos, con una textura “al dente”, menos olor y todas sus propiedades. No obstante, otro truco para reducir el olor en aquellos platos que requieran cocinarla más es añadir el zumo de medio limón al agua hirviendo.
Si todavía no te hemos convencido para incluir la coliflor en tu lista de la compra básica, aquí van otros cuatro motivos.
Como decimos, esta verdura es especialmente versátil. La primera opción que se nos viene a la cabeza para comprarla es fresca, a falta de limpiarla, trocearla y cocinarla como queramos. Pero hay otras dos versiones de venta en Mercadona que también garantizan su sabor, su frescura e incluso multiplican la facilidad para elaborarla.
Una de ellas es congelada. Se presenta en bolsas en las que la coliflor viene limpia y separada en arbolitos, lista para cocinar. Tal y como explican desde la firma de supermercados la verdura se congela recién recolectada, por lo que mantiene su frescura intacta.
La tercera forma de encontrar la coliflor en Mercadona es desmigada, también en la sección de congelados. En este caso se presenta especiada y con una textura ideal para cocinar rápidamente en una sartén y utilizar para acompañar a carnes o pescados, elaborar bases de pizza o incluso sustituir al arroz. Las posibilidades son casi infinitas y sin duda abren un abanico saludable y creativo para los amantes de la cocina.
Rehogada con ajitos fritos, aceite y pimentón, al horno con queso fundido, gratinada con bechamel o estofada con costillas de cerdo son algunas de las formas más “populares” de cocinar la coliflor. No obstante también es una verdura a la que podemos dar un toque exótico elaborando con ella platos asiáticos como unos noodles con coliflor, soja, miel y cacahuetes; o árabes como un tabulé de coliflor con hierbabuena, tomate y comino. El límite está en tu imaginación.
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