Barbillón Oyster y el placer de comer bien en el norte de Madrid
El restaurante renueva su carta y confirma su posición como local de moda de la zona de Aravaca.
Nada más entrar en Barbillón Oyster sabes por qué es desde hace tiempo el place to be de la zona de Aravaca-Moncloa. Un lugar para ver y ser visto donde lo importante, sin embargo, es comer bien. Digo comer pero en realidad puede ser comer, beber, picotear… porque no hay nada que no quepa en su sugerente y amplísima carta.
Aunque pueda presumir de hacer unos de los mejores cócteles de la zona, Barbillón Oyster es más que un bar, por supuesto. Es un restaurante agradable y multigeneracional donde la comida está rica y el servicio es atento y detallista.
Uno de esos sitios a los que vuelves porque comes bien, te tratan bien y te sientes bien. Esos cuyo éxito radica en la exquisita capacidad de hacer elegante hasta lo más sencillo. De no ser así, estoy segura de que no se verían con facilidad entre sus mesas joyas de Tiffany y algún que otro bolso de Hermès. Y sin embargo, así es.
Por este tipo de detalles podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que Barbillón no tiene fallo, lo mires por donde lo mires.
El place to be de Aravaca-Moncloa
El local es amplio y luminoso, con techos altos y una decoración industrial con toques de madera que invitan a estar. Y cuando pruebas su carta (recién renovada, por cierto) confirmas su éxito continuado desde su apertura, hace ya más de diez años.
La fórmula de los hermanos Curro y Kike Sánchez del Amo funcionó, funciona y seguirá funcionando porque lo suyo es una cocina creativa, sabrosa y a la vez reconocible. Un mix pensado para contentar, sobre todo, a quienes buscan los bocados más típicos de nuestra cocina pero con un punto internacional, diferente y disfrutón.
Los mejores platos de Barbillón Oyster
De esta forma, la tortilla de patata en Barbillón Oyster se hace alla carbonara; la ensaladilla casera se toma con gambitas de cristal; y las anchoas del Cantábrico se comen sobre un delicioso brioche meloso con mantequilla.
Por su parte, las gyozas se españolizan elaborándolas con algo tan nuestro como la ropa vieja y el caldo de cocido; y los nigiris se fríen y se toman con un huevito encima y steak tartar.
Todo sin olvidar clásicos del picoteo como las croquetas de jamón, las rabas a la andaluza, los huevos rotos o las alcachofas a la brasa; y otros platos internacionales como los fish & chips, los tiraditos peruanos o los clásicos involtini italianos de berenjena, que tampoco faltan.
A todos ellos se unen carnes y embutidos con label de calidad y denominación de origen que prácticamente no necesitan nada más. Igual que los distintos tipos de ostras, los mariscos o los platos con caviar.
Fin de fiesta
Y para acompañar, una bodega espectacular en la que no faltan algunas de las referencias más top del momento. Como los blancos de Marqués de Riscal, los tintos de Finca La Emperatriz (con una interesante propuesta de enoturismo, por cierto) así como otras de 14 Denominaciones de Origen.
Y para terminar, una mención especial a su tarta árabe con masa filo y crema simplemente es-pec-ta-cu-lar que comparte apartado de postres con otras recetas internacionales como la tarta tres leches o la oblea de nutella y mascarpone, entre otros.
Estas se pueden tomar con algún café ecológico o, por qué no, con un vermú Lustau para empezar un brunch. Opciones, desde luego, le sobran a este lugar donde hasta “lo de andar por casa” puede convertirse en especial.