Cuando pensamos en Kuala Lumpur probablemente lo primero que nos viene a la cabeza son las Torres Petronas. Hablamos de los magníficos edificios del arquitecto César Pelli, que nos muestran la majestuosidad, y en los que vimos al mismísimo James Bond. No obstante, la arquitectura no sólo son edificios altos, pues una construcción puede ser icónica y no tener más de dos plantas.
Para demostrarlo, los profesionales de TKCA Architect, decidieron romper algunos moldes y crear en la localidad de Setapak un complejo edificatorio muy singular. Se trata de un espacio tan colorido como icónico, que representa un paso adelante en la fusión de la arquitectura con los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, un ejemplo de cómo ejecutar vivienda comunitaria.
Su nombre no puede ser más ilustrador: SkyBlox. Según los arquitectos, se trata de un espacio en forma de caja verde que nos ayuda escapar del frenético ritmo que nos impone la ciudad. Para ello, han formado esta estructura de baja altura con hasta 320 habitaciones, en la que pueden convivir hasta 500 personas.
En planta encontramos hileras de elementos prefabricados de hormigón que se han colocado a pares o individuales en dos alturas, dejando pasillos entre ellos y con un techo elevado sobre estos. De esta forma, la ventilación cruzada se torna un elemento más del edificio, como si de un material intangible se tratara. Estos pasillos, que se cruzan en planta baja, dan a zonas comunes de gran valor social.
Una de las entradas da directamente a la planta dos. Ésta es un container reciclado que sirve como escalera, pues está colocado de forma inclinada y se han construido escaleras dentro. A este elemento se le llama túnel amarillo y posee bastante iluminación. Esto, añadido a su mentado color, conforma una alegre zona de paso, capaz de mejorar el humor al más pintado.
Evidentemente, la ubicación del complejo es un gran aliciente integrador con la naturaleza, pues está justo al lado de un parque con lago. Otro acierto del diseño co-living de la SkyBlox es una sala de estar común con vistas a un campo verde que, además, sirve como bifurcación entre espacios cerrados y abiertos, conservando la protección de una cubierta justo frente a la libertad del aire libre.
El complejo se ha ejecutado mediante lo que se llama construcción volumétrica prefabricada preacabada (PPVC). Esto ha permitido un diseño controlado, pero diverso, pues los módulos prefabricados tienen ciertas diferencias que no impiden el encaje entre ellos. Estos paralelepípedos se ejecutan con estructura de hormigón armado, controlado en industria, favoreciendo un mejor aprovechamiento de materiales y esfuerzo humano.
De hecho, este complejo se ha ejecutado con dos unidades o tipos de módulos, el A y el B, y con ellos se han generado la variedad alojativa de que presume. El tipo A se diseñó con tres componentes y el B con dos de distintos tamaños. Además tiene con la posibilidad de incluir algunos balcones para los más afortunados.
Esto deslegitima un temor latente en los arquitectos y constructores: la supuesta baja versatilidad de los módulos prefabricados. Los elementos opacos de hormigón cuentan con un generoso aliado, los paneles translúcidos en los parámetros exteriores. Éstos permiten el paso de luz tanto para aprovechamiento de los usuarios de día, como embellecimiento de la zona de noche, convirtiéndose en un faro bastante horizontal.
En el interior los diseñadores han utilizado un concepto básico con muebles de cuero y madera. Aunque hay que destacar que los espacios interiores no parecen generosos al estar delimitados por los módulos, pues el complejo incita a la convivencia exterior, fomentando la socialización. A esto contribuye el salón multiusos y la sala de juegos entorno al patio.
Los arquitectos han utilizado también los mismo tres colores del exterior: amarillo, gris oscuro y gris claro, aunque el amarillo lo han utilizado en detalles singulares, para no recargar demasiado el ambiente y volverlo agresivo. Y conscientes de la falta de volumen al interior, optaron por un concepto muy minimalista con armarios colgantes y sillas y mesas bastante austeras.
Entre todos los módulos encontramos elementos más tradicionales como paredes de ladrillos. Algunas cuentan con aberturas a modo de celosías, estructuras metálicas simples y limpias, espacios con grava y muchas zonas verdes intermedias, entre los pasillos de losa de hormigón fratasado…
Evidentemente todo es mejorable, pero como dicen en su web, se trata de un proyecto pionero que conjuga la arquitectura con la sostenibilidad y con la vida comunitaria. En otras palabras, pasan el testigo al siguiente grupo de diseñadores para que lo mejoren… ¿Habrá quién lo recoja en nuestro país?
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