Así es el impresionante y mágico Templo Bahá’í, uno de los imprescindibles si viajas a Chile

La arquitectura es una herramienta espiritual de primer nivel, así lo han demostrados las distintas religiones del mundo a la hora de acoger a sus fieles y este templo es un ejemplo de primer nivel.

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No descubrimos un legendario secreto si hablamos de la sincronía entre la arquitectura y la reunión de personas, siendo la primera una gran precursora de la segunda. No descubrimos nada que no sepas si te decimos que los espacios construidos por la mano del hombre tienen algo que nos atrae, como a la luz a las polillas, como los polos opuestos. Y es que no hay nada como un buen edificio, como el Templo Bahá’í de Chile, para que se reúnan los distintos a su alrededor.

Templo Bahá'í
Foto: Andrés Silva.

Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha utilizado la arquitectura para atraer a sus congéneres, y no hay mayor atracción que la espiritual y, por ende, la religiosa. Por ello, hoy os mostramos un fantástico edificio construido en Santiago de Chile en el año 2016. Un espacio con una envolvente única, en un paraje que atrae por su vistosidad e infinita elegancia, y que es todo un poema inventado por el hombre para sus semejantes.

Así es el mágico Templo Bahá’í de Chile

El Templo Bahá’í, así se llama, se ubica en las faldas de los Andes, mirando a la metrópoli más popular de Chile. Dentro se puede albergar hasta 600 visitantes al mismo tiempo y, según los arquitectos, recibe hasta 36.000 personas cada fin de semana. Sin duda, todo un alarde de poder de reunión y efectismo debido a la buena ejecución del proyecto arquitectónico de Hariri Pontarini.

Templo Bahá'í
(Foto: Hariri Pontarini Architects)

El templo posee una forma que simula una flor de cerrada. Cuenta con una fuente de luz hacia el interior gracias a su envolvente, que reparte el espacio exterior en nueve potentes velos. En el interior, una fabulosa cúpula permite la luz gracias a la utilización de un mármol portugués traslúcido, el mismo que permite que al caer la noche los roles se inviertan y la luz artificial del interior inunde la noche majestuosamente.

La luz es uno de los aspectos más mágicos de la construcción

La sencillez de su figura puede llevarnos a engaño con respecto a su tamaño, que alcanza los 2.400 metros cuadrados construidos. De hecho, el estudio de diseño ha puesto todo su empeño en realizar una obra capaz de durar 400 años, una vida útil nada desdeñable para un edificio moderno. Para conseguirlo, nada como utilizar materiales primigenios como la piedra, el vidrio, la madera y el siempre eficaz acero.

Templo Bahá'í
(Foto: Hariri Pontarini Architects)

Según cuenta el equipo de diseño de Toronto, el edificio se inspiró en bailarinas sufíes, en cestas de bambú japonesas, y fragmentos de vidrios rotos. Unas inspiraciones que sirvieron para conseguir la magia de la luz en su máximo esplendor, como si estuviéramos bajo las aberturas que dejan las ramas de los árboles, que permiten la entrada directa y potente de la luz. Para conseguirlo, usaron bocetos a mano y potentes herramientas informáticas.

Tardaron 14 años en construir el Templo Bahá’í

Un elemento crucial del edificio es la superestructura de acero, una joya en sí misma, confeccionada con tecnología digital y estudiada a conciencia. Ésta fue ejecutada en una fábrica alemana y ensamblada para después poder montarla en Chile.

La estructura se apoya en anillos y columnas de hormigón que se sustentan sobre aisladores sísmicos. De esta forma, en caso de movimientos inesperados, como terremotos, se deslizarán absorbiendo el impacto.

Templo Bahá'í
(Foto: Hariri Pontarini Architects)

En el interior, como si de un guante se tratara, el nogal y el cuero dan un aspecto acogedor y placentero. Lo hacen combinados con detalles en bronce en pomos, puertas, plafones y barandillas. Sin embargo, las alas del edificio son una verdadera obra de arte. Con unas 870 piezas de mármol de distintas dimensiones, cortadas y engarzadas, ocupan su espacio en los paramentos curvilíneos.

La construcción se alargó durante 14 años, debido a la complejidad y los retos a los que se enfrentó el equipo. Así, el resultado de la obra trasciende la religiosidad, fundiendo arte con esperanza y tocando la espiritualidad de cada persona, sea cual fuere su condición y pensamientos. Esa es la magia de la arquitectura en un espacio singular y con una motivación sin límites.

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