Así es el exclusivo rascacielos de Nueva York que parece en ruinas
Un rascacielos que luce por su opacidad, que genera momentos lúgubres y bondadosos al mismo tiempo, debe tener toda nuestra atención, máxime cuando se ubica en la Gran Manzana.
La ciudad más popular del mundo es, sin duda, Nueva York, y su mayor gesta la de reinventarse a cada momento, eclipsar a propios y extraños con el devenir de los años, innovar cuando todo parecía estar ya inventado y, por supuesto, atraer al talento más allá de sus fronteras. Y es que lo importante es lo que puedes aportar, no de donde vienes a aportar, al menos, en lo que a arquitectura se refiere.
Así, arquitectos de todo el mundo sueñan con trabajar en la Gran Manzana. Algunos, incluso se atreven a diseñar aunque nadie los haya contratado. Sin embargo, hoy vamos a hablar de un edificio que sí se ha construido. En concreto, la obra terminó en 2023 y es uno de los grandes proyectos del arquitecto David Adjaye, de nacionalidad ghanesa-británica.
El rascacielos de Nueva York que parece en ruinas
Este enorme edificio alcanza los 243 metros de altura, se llama 130 William, posee 66 plantas habitables, y su principal característica es su fachada. Y es que ésta no se ejecutó con paneles de cristal, metal, con elementos cerámicos, o con los tradicionales ladrillos de terracota, sino que Adjaye eligió enormes elementos de hormigón prefabricado.
Las piezas de hormigón que se distribuyen por toda la fachada conforman una envolvente singular nunca vista en la ciudad. Son piezas que, según el equipo de diseño, se inspiran en la historia de Nueva York y su zona costera industrial. Así, su textura negruzca y su acabado irregular recuerdan más a piedras volcánicas que a elementos prefabricados. Toda una reverencia al trabajo a duro, al pasado y al futuro.
Su fachada está hecha a base de bloques de hormigón
Para más inri, las ventanas que atraviesan los paneles poseen formas arqueadas y bordes biselados que amplían su efecto óptico, además de reproducir la arquitectura industrial de la zona costera de los siglos XIX y XX. Y es que la mayoría de los proyectistas tratan de vincular sus obras a elementos de referencia, capaces de establecer diálogos con la cultura o la historia del lugar.
Esta torre texturizada sólo podía estar en esta ciudad, una torre oscura, impenetrable, pero referente al mismo tiempo, con un diseño rotundo que no pasa desapercibido por los viandantes. Viandantes que poseen un fantástico escenario para disfrutar de la torre, dado que a sus pies se ha creado un pequeño parque público, cediendo espacio privado para que todos puedan capturar la majestuosidad del edificio.
El rascacielos “en ruinas” está en una de las mejores zonas de Nueva York
Su contundente mensaje rompe con el resto de edificios de la zona, algunos de especial relevancia, como el que Frank Gehry diseñó para el 8 de Spruce Street, u otros menos audaces, pero con más años, como el 40 de Wall Street, más conocido como The Trump Building. Ambos a unos minutos a pie de nuestro 130 William.
Pero el bueno de David identifica su torre con una ruina dentro de la ciudad. Un resto del pasado que ha vuelto para dar calidad de vida a algunos de los afortunados residentes. Como en toda obra, el exterior se extiende al interior, donde el rascacielos esconde una piscina arqueada digna de no estar nunca vacía.
Cuenta con 242 residencias de lujo y Penthouse
En total, cuenta con 242 residencias de lujo, obviamente, no sólo por su costosa construcción, sino también por sus acabados interiores. Estos cuentan con pavimentos de madera de roble blanco, accesorios de bronce diseñados por el arquitecto y elaborados por artesanos de California. Además del profuso uso de mármol italiano en cocinas, baños y distintos elementos decorativos de las viviendas.
Por supuesto, las mejores viviendas siempre están arriba. Las últimas diez plantas albergan las residencias más valiosas, tipo Penthouse, con habitaciones muy amplias y alturas de piso a techo entre 3.30 y 4.20 metros. Estos apartamentos tienen acceso a lo que llaman Loggias, una especie de balcones cubiertos, no identificables desde fuera, pero que permiten las vistas panorámicas más increíbles del lugar.
Los precios de los apartamentos alcanzan los 20 millones de dólares
Para los residentes también hay zonas comunes, como salas de ejercicio, spa, cancha de baloncesto cubierta, zona de juegos para los niños, un cine y la piscina. Según los medios, el edificio ha tenido muy buena aceptación y están prácticamente todas las residencias vendidas.
De hecho, en su web solo están disponibles siete y sus precios oscilan entre los 2,7 y los 20 millones de dólares. En euros 2,60 y 19,22 millones. Casi nada para un rascacielos que parece estar en ruinas, aunque esté en Nueva York.
Si, como la mayoría de los mortales, no posees esas cantidades de dinero para disfrutar de una de estas residencias, igual podremos disfrutar de su arquitectura singular desde su plaza pública. Rodeada de paredes falsas, cuenta con los mismos elementos moldeados de hormigón en sus paredes impracticables. Un descanso de lujo con árboles, asientos y buena vibra. En fin, quién no se consuela…
