La impresionante civilización que hemos creado los humanos puede ir, a veces, más allá de nuestra compresión particular. Debido a esto, no siempre nos agradan los resultados de las incursiones sociales, políticas o religiosas. Pero, más allá de toda circunstancia que rodea cada región, debemos visualizar con cierto sesgo cognitivo los elementos comunes. Por ejemplo, la arquitectura y la ingeniería.
Así, la región de Abu Dhabi se ha convertido en un referente arquitectónico de primer nivel. Sus innovadores edificios han llenado páginas de revistas con imágenes de construcciones jamás imaginadas en un claro empuje por dinamizar la actividad económica de la región, y así no depender exclusivamente del petróleo y sus derivados. Y parece que lo han conseguido.
En el año 2009, cuando aún mirábamos ensimismados a el rascacielos más alto del mundo, unas innovadoras torres empezaron a crecer. Torres que llevarían el nombre de Al Bahr y que contarían en 2012 con la fachada más innovadora de su tiempo. Lo sigue siendo a día de hoy, pues no tiene otra que le haga sombra. Hablamos de una fachada automatizada o, como dirían los eruditos, una fachada dinámica.
El arquitecto a cargo del proyecto se llama Abdulmajid Karanouh. Y se apoyó en un estudio de arquitectura muy famoso en la región, Aedas Architecture, empresa que cuenta entre sus filas con un alto cargo español: Ignacio Gómez, arquitecto. Entre ellos gestaron dos torres de 27 plantas, con 145 y 147 metros de altura y 56.000 metros cuadrados construidos.
El diseño de los edificios se inspira en la masharabiya, un elemento arquitectónico tradicional árabe, basado en un balcón mirador protegido por celosías. De esta forma, los diseñadores quisieron actualizar un concepto histórico, adaptándolo al futuro, y reinterpretándolo de forma exquisita. Básicamente vincular el pasado con el futuro es un ejercicio de respeto y esperanza.
En zonas áridas donde se pueden alcanzar los 45 grados algunos meses del año, las protecciones solares pasan a ser uno de los elementos vitales de un proyecto. Así, con el fin de salvaguardar la comodidad de los usuarios, la fachada de las torres posee unas celosías de metal que se pliegan y abren según la intensidad solar, produciendo una ganancia de hasta un 50 %, y mejorando la visibilidad interior mediante el control.
La planta circular de las torres posee un muro cortina con dos fachadas, una interior de cristal, y otra exterior de celosías automatizadas, formadas por elementos metálicos móviles mandados por una computadora central y paneles de PTFE. En total, 2.098 unidades móviles reducen la iluminación artificial y la necesidad de aire acondicionado, con el consiguiente ahorro energético.
La empresa AHR nos cuenta que se desarrollaron aplicaciones personalizadas capaces de seguir la trayectoria del sol, después de realizar innumerables simulaciones. Estas mismas aplicaciones se utilizaron más adelante en la construcción del complejo, perfeccionando el modelo de construcción integrado.
Según ellos, se ahorra hasta el 40 % de emisiones de carbono. En total, unas 1.750 toneladas de CO2 se dejan de emitir al año. Pero esto no es todo, la forma de la cubierta permitió instalar placas fotovoltaicas que reducen el consumo eléctrico. Las torres poseen, además, un corte en la fachada móvil diseñado, no sólo por estética, sino también para introducir jardines en esa parte, haciendo las delicias de los empleados y visitantes.
Por si te lo preguntas, se estima que las masharabiyas se accionan unas 30.000 veces al año, lo que equivalen a 40 años de uso. Estas unidades tienen forma de hexaedro, lo que favorece el mejor aprovechamiento material y conformando una visible estructura armónica. Ésta se subdivide en seis triángulos equiláteros que se cierran y abren al son del automatismo.
Los elementos de las celosías se han ejecutado con fibra de carbono para cumplir dos funciones: que sean piezas de gran resistencia y bajo peso, facilitando el trabajo a la estructura principal de soporte. Estos paneles de carbono poseen microperforaciones que permiten el tránsito de cierta cantidad de luz, lo que evita la ausencia de luz en las condiciones solares de mayor intensidad.
Por supuesto, como todo edificio moderno que se precie, las Al Bahr Towers poseen un podio donde existen zonas comunes, como salas de oración, restaurantes y un auditorio para realizar conferencias, charlas, etc.. Tienen accesos diferenciados para distintas categorías de usuarios, teniendo las personalidades VIPs acceso directo y exclusivo a la zona ajardinada en la cubierta superior.
Para el resto de mortales, dos plantas de aparcamiento subterráneo y un observatorio a 120 metros de altura, un consuelo para los que no pueden trabajar allí, o un estímulo para que visitantes ajenos puedan vislumbrar los alrededores de las torres. Yo me quedo con la arquitectura y la ingeniería que emanan los edificios, capaces de protegernos en entornos agresivos, con herramientas que nos servirán para percibir un futuro mejor.
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