Es evidente que Halloween, o la víspera del día de todos los Santos, se ha convertido en una celebración más en nuestro país. Pero también en muchísimos otros países de habla no inglesa, como pueda ser Portugal (nuestro vecino más querido, con el permiso de Andorra). Por supuesto, mezclamos nuestras costumbres con las foráneas, elevando el espíritu festivo, recordando a nuestros ancestros, al tiempo que nos divertimos un poco.
Las tiendas se engalanan con telas de araña, calaveras, escobas de bruja y un sinfín de abalorios de mismo e inconfundible signo. Hasta los dulces toman formas siniestras a pesar que su saber sigue siendo muy apetecible. Por supuesto, el lugar más identificativo del Día de los Difuntos, de Todos los Santos, de los Muertos (en México) o de los Finaos (en las Islas Canarias) es el cementerio, y su capilla.
En las Islas Azores se inauguró en el año 2018 una capilla muy especial llamada Capilla de la Luz Eterna. Diseñada por el estudio de arquitectura Bernardo Rodrigues Architects, en el pueblo de nombre Ponta Garça, en la isla de San Miguel. Y no, su motivo principal no es Halloween, pero a mí me parece que ambas ideas, de alguna forma mágica y extraña, encajan muy bien.
Y es que la capilla funeraria creada por Rodrigues tiene forma de pirámide invertida (¡que crack!), rompiendo todos los moldes establecidos en este pequeño pueblo portugués, de algo más de tres mil habitantes. Nada de forma de cruz, o de cubierta de tejas, o de campanario tradicional, nada de eso: forma de pirámide invertida, además, el edificio se posa sobre un estanque para que el reflejo de su silueta se visualice a la inversa.
No obstante, aunque su inauguración fue en noviembre de 2018, la idea se gestó en el año 2001, y el lento desarrollo de proyecto tuvo mucho que ver con el triste fallecimiento de su hijo, al principio del encargo. Bernardo formuló un edificio de hormigón y metal, estructura mixta que se llama, partiendo de la cimentación, escondida bajo tierra y agua, simulando un espacio donde se esconde la cima de la pirámide invertida.
El espacio que se crea dentro de la pirámide se divide en dos plantas. En baja, a pie de la calle, la capilla propiamente dicha, con una claraboya que da luz, pero con un aspecto acogedor, con un ambiente de recogimiento para poder rendir el justo homenaje a nuestros seres más queridos. El propio arquitecto menta al filósofo portugués Fernando Pessoa: “Todo punto de vista es el vértice de una pirámide invertida, cuya base es indeterminable”, dice en su Libro de la Inquietud.
Según el diseñador, el edificio se proyecta hacia arriba como una flor, pero frente al mar, cuya visión es nítida, aun cuando haya varios inmuebles debajo. Por encima de la capilla, la entrada al camposanto, donde descansan los difuntos. La parte inferior de la capilla alberga una pequeña habitación y un baño, lo necesario para cubrir las necesidades de quien tenga que pernoctar por poco tiempo.
El exterior está lustrosamente cubierto por mármol de Guatemala de tonalidad verde que ahonda en la sobriedad y seriedad del elemento. Las plaquetas se sostienen a una estructura de acero, sujetadas por botones de acero de cobre que no dejan de ser sujeciones mecánicas. Esto permite el movimiento natural de dos materiales tan dispares como el mármol y el acero.
En el interior se ha ejecutado las paredes con paneles aislantes para paliar los cambios bruscos de temperatura; y las paredes se han pintado el color plata que, al reflejar la luz que accede desde la claraboya (de seis metros de largo), y de una pequeña ventana orientada al océano Atlántico, altera su intensidad, proporcionando cromaticidades distintas a lo largo del día… ¡y con el cambio de estaciones!
La inspiración vino de Italia, país al que el arquitecto hizo un viaje. En concreto a la obra del arquitecto Carlo Scarpa, la Tomba Brion (o tumba de Brion). En el interior de esta capilla funeraria existe un altar en forma de pirámide de madera invertida.
Rodrigues fue más allá y trasladó esa idea rompiendo la envolvente y transformando la pirámide en la parte exterior. En el interior de la capilla, un sencillo altar, unos bancos diseñados por el estudio y un pavimento de madera completan el espacio.
Halloween se está convirtiendo en parte de nuestro presente, mezclando nuestras tradiciones con las anglosajonas, ¿y por qué no? Una visita a la Capilla de la Luz Eterna, en las Islas Azores puede ser una buena excusa para ver cómo la arquitectura más moderna se fusiona en el paisaje más tradicional, el de un pueblo. ¿Niños disfrazados pidiendo chuches por las calles de Ponta Garça? ¿Qué mejor sitio para terminar que la capilla funeraria con forma de pirámide invertida?
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