La cara más solidaria frente al coronavirus la conocemos todos, se trata de los miles de sanitarios del Estado español que se juegan el tipo todos los días, muchos en condiciones de extrema urgencia. Desde aquí, por supuesto, les quiero transmitir mi más enérgico reconocimiento y agradecimiento.
Sin embargo, la solidaridad tiene otras caras, la de empresarios y anónimos trabajadores que ponen todo de sí para ayudar. Es el ejemplo de Amancio Ortega, dueño de Inditex, que ha donado cientos de miles de EPIs sanitarios; Kike Sarasola, que ha prestado sus hoteles para que residan profesionales de la sanidad; o las cientos de pequeñas empresas y miles de personas que aportan tiempo y recursos de forma altruista para que podamos hacer frente juntos a esta pandemia.
Por supuesto, tenemos que nombrar a todas las empresas de alimentación y sus trabajadores que se juegan el tipo día a día para abastecernos de productos básicos. A la Escuela Militar de Paracaidismo, que fabrica 500 mascarillas diarias; y también a las pequeñas mercerías que aportan su valiosa mano de obra en idéntica misión. Incluso destilerías como Pernod Ricard España, Destilerías Altosa y la empresa grancanaria Ron Arehucas han puesto sus instalaciones a producir únicamente alcohol sanitario. Saldremos todos a una de esta.
Así lo piensan también a miles de kilómetros, en Dubái, donde el rascacielos más alto del mundo nos ha hecho un guiño, un guiño solidario.
Todos sabemos que la torre más alta del mundo está en Dubái, ese paraíso moderno que han fabricado los Emiratos Árabes en unas decenas de años. Un tributo a la tecnología más avanzada y una apuesta por el turismo internacional de altura, aunque más bien de vértigo si miramos sus cifras. El coste del Burj Khalifa ascendió a 1,5 mil millones de dólares (1,14 mil millones de euros).
Ahora, con motivo de la crisis del coronavirus, este singular edificio ha tenido a bien solidarizarse con nuestro país y, por ello, el pasado 19 de marzo nos dedicó un guiño de 828 metros de longitud. A las ocho de la noche, hora local, la fachada de la torre se iluminó en rojo y amarillo con la bandera española, para después lanzar dos mensajes en castellano con los mismos colores: #GraciasProfesionalesSanitarios y #EstevirusLoParamosUnidos.
La torre, que se construyó entre los años 2004 y 2009 y se inauguró en 2010, alcanza los 828 metros gracias a las 162 plantas que albergan 185.000 metros cuadrados de uso residencial. En total cuenta con más de 1.000 apartamentos; 28.000 metros cuadrados de oficinas, repartidos en 49 plantas; y un hotel Armani con 160 habitaciones.
Éste, además, tiene una de las piscinas más altas del mundo en el piso 76, y la plataforma de observación al aire libre más alta del mundo en el piso 124. En números el edificio es impresionante. En su interior trabajan más de 12.000 personas de más de 100 países diferentes y destinan unos 22 millones de horas de trabajo individual.
El arquitecto principal del Burj Khalifa fue Adrian Smith, que en aquel momento estaba en la empresa S.O.M. Skidmore, Owings & Merrill. Pero no fue el único, siempre me gusta reseñar que en una obra normalmente se necesita más de un técnico, así que podréis imaginar que en obras como ésta hacen falta unos cuantos.
El diseño del edificio viene de la fusión de culturas, evocando en planta la imagen una flor muy importante en la iconografía cultural árabe: el lirio. En concreto el Spider lily, con sus brazos en forma de Y que se alzan en una demostración de belleza insólita.
Su construcción se basa en una estructura de hormigón armado revestida de vidrio y aluminio. Esta estructura se alza en forma de volúmenes salientes que van menguando en distintas alturas, hasta terminar en una aguja de 200 metros de longitud, el pararrayos más grande del mundo.
Esta forma permite aunar resistencias en torno a un núcleo central, la forma de Y reduce el embate del viento y permite el ahorro de material, siendo una estructura altamente eficiente. Como dato curioso he de decir que un total de 2.909 escalones separan la planta baja de la 160, una hermosa escalera que vale la pena… ¿bajar?
Alrededor del rascacielos, un gran espacio verde maximiza la vista de su reconocible silueta y permite que se vean sus espectaculares luces programadas, sus espectáculos pirotécnicos y un espacio verde al que no le faltan fuentes de agua y bulevares para el disfrute de usuarios y visitantes.
En cuanto al diseño interior, el equipo de SOM le dio a los pisos más altos influencias celestiales, como si de una nave espacial se tratara; en contraste con las plantas inferiores, en las que se inspiraron en la naturaleza, algo más terrenal. Por supuesto, todos los materiales más nobles fueron utilizados en su construcción: vidrio, acero inoxidable, piedras pulidas, mármol travertino, estuco veneciano, y alfombras hechas a mano.
Los números son bastante embriagadores, se emplearon 330.000 metros cúbicos de hormigón, 39.000 toneladas de acero reforzado, 103.000 metros cuadrados de vidrio y 15.500 metros cuadrados de acero inoxidable en relieve. El Burj Khalifa necesita un promedio de 946.000 litros de agua al día, por lo que cada 30 plantas posee una planta de instalaciones con depósitos de almacenamiento y demás infraestructuras.
Unos 26.000 paneles de cristal cortados a mano cubren la superficie exterior. Los jardines se riegan con un sistema de recolección de agua condensada del edificio, un sistema que permite un importante ahorro; y todo el edificio se rodea de un juego de luces estroboscópicas programables para ejecutar millones de impresiones, como las que nos llevaron a este artículo.
El Burj Khalifa también es un tributo al arte. El vestíbulo a las residencias posee una exquisita obra del artista Jaume Plensa que se titula World Voices, se compone de 196 platillos que cuelgan del techo y sobre los que cae agua, provocando un ruido musical único. En el rascacielos se distribuyen otras 500 obras de arte de 85 renombrados artistas internacionales, como la obra Evolutes del egipcio Karim Rashid, una escultura de ovales cambiantes ejecutada con materiales orgánicos. Otra curiosidad es que la torre cuenta con la biblioteca más altura del mundo en la planta 123, reconócelo, esto no te lo esperabas.
Podríamos hablar durante horas de las singularidades de este rascacielos, como las 18 grúas pluma con las que limpian las fachadas, que abarcan 36 metros de altura; sus rápidos ascensores, que fueron en el 2010 los más veloces del mundo; o sus fantásticos Sky Lobbies de las plantas 43, 76 y 123, zonas ofrecen spas, piscinas, terrazas al aire libre, gimnasios y bares para disfrutar del tiempo de ocio. Sin embargo, lo que más me llena en estos momentos es saber que a más de 7.000 kilómetros de distancia se acuerdan de nosotros y de nuestros sanitarios. La solidaridad no entiende de fronteras, pero sí de arquitectura.
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