La ubicación de Biel, cerca del lago del mismo nombre, es bien conocida por los amantes del reloj, no en vano es el hogar de marcas tan importantes como Swatch, Rolex, Omega o Tissot (entre otras). Así que no es de extrañar que allí se ubique uno de los museos más importantes de este género: el Cité du Temps, un edificio que abrió sus puertas el pasado 5 de octubre y que comprende dos museos, Planet Swatch y Omega Museum. Si a esto unimos que el diseño del edifico estuvo a manos de uno de los padres de la arquitectura contemporánea japonesa… ¿Dan ganas de visitarlo no?
La construcción de esta enorme muestra de poder arquitectónico tardó en ejecutarse casi cinco años, lo cual sólo es un ejemplo de su increíble complejidad y, obviamente, de la generosidad de su promotor, la empresa de relojes más grande del mundo: Swatch Group. Su fantástica silueta (¿la correa de un reloj?), discurre por 240 metros de longitud, con un ancho de 35 metros y una altura de 27, dando cobijo a 25.000 metros cuadrados de superficie interior, aunque lo mejor es su llamativa piel curva y brillante.
Como toda obra de arte, su genialidad no está, como se pudiera pensar, en la concepción del autor, el arquitecto Shigeru Ban, premio Pritzker 2014, justamente un año después de haber ganado el premio al concurso planteado por Swatch para el diseño de su sede en Biel; sino en la posibilidad de interpretación del ojo del espectador, que verá en esta proposición estructural toda suerte de variopintos significados. Según el propio arquitecto: “el concepto de diseño de los edificios corresponde a las características de cada marca, libertad y alegría para Swatch; y precisión, exactitud y calidad para la fábrica de Omega.”
Por un lado, la sobriedad de Omega se configura en un edificio ortogonal, cubierto de cristales, algunos de los cuales alcanzan el grosor de 6,75 centímetros. Es un edificio alzado por poderosas columnas de madera que en su planta baja forman arcos distanciados por hasta 15 metros. En total se han utilizado 1.600 metros cúbicos de madera suiza en la estructura, compuesta por 30 grupos de pilares, a los que vigas del mismo material le transfieren las cargas a soportar. En cubierta, 240 metros cuadrados de placas fotovoltaicas son capaces de generar 40 megavatios hora, toda una oda a la sostenibilidad.
Sin embargo, un curioso elemento llama nuestra atención, se trata de una especie de bulbo que nada tiene que ver con la estética del edificio y que sobresale del mismo debajo de la cubierta ondulada. ¿Podría este bulbo simular la perilla del reloj? El diseñador no lo aclara, pero este elemento abarca una superficie de 700 metros cuadrados, cubierta de azulejos de 2 por 2 centímetros… es decir, que este singular y efectista mosaico está formado por uno coma cinco millones de azulejos (1,5)
A partir de este curioso elemento se conforma la alegría de Swatch, el otro edificio. Este está unido al Omega mediante una pasarela en su tercera planta y por la cubierta que se apoya directamente en él, formando una especie de zona de transición protegida. El inmueble Swatch forma una continua bóveda curva, que se ha ejecutado con casi 2.000 metros de árboles suizos, de los que se han extraído unos 4.600 elementos de madera, incluyendo los 11.000 metros de vigas que componen la cubierta. Para los que piensen que es mucha madera, aquí va un dato demoledor: tan sólo en dos horas crece la misma cantidad de madera utilizada en el edificio en Suiza, así que no hay porqué preocuparse por la salud ecológica.
Desde el cielo se puede constatar la efectividad de la madera, dado que permite el diseño en forma de rejilla, con aperturas cubiertas por elementos de cristal y aluminio de distintas formas y colores. Por supuesto, la tecnología 3D ha ayudado mucho a la ejecutar la estructura con efectividad, ubicando y dimensionando cada uno de los 4.600 elementos del entramado, así como asistiendo en la confección de las instalaciones necesarias que se han introducido en la estructura curva que protege el edificio.
En total la envolvente cuenta con 2.800 paneles con forma de concha, de al menos 50 formas distintas, según su posición en la red, además, tienen tres acabados: opaco, transparente y translúcido. Las zonas opacas proporcionan protección solar, son resistentes a la intemperie y muchas pueden abrirse para la extracción de humo. Las translúcidas tienen una cámara de aire y están compuestas por policarbonato que actúa como aislante térmico. Las células transparentes están conformadas por cuatro capas de vidrio, que no sólo ayudan al aislamiento, también llevan en su interior persianas enrollables blancas.
Por supuesto, la idiosincrasia del edificio, en la que la fachada cumple funciones de cubierta y viceversa, “obligan” a dimensionar el interior en función del exterior. Así, la mayoría de espacios de trabajo (un total de 300 puestos) se distribuyen en zonas cercanas a la fachada, introduciendo galerías con balaustres que permiten la vista de pisos inferiores. Los espacios están poco delimitados, aprovechando mejor la luz y la ventilación. A parte, existen zonas de esparcimiento como una (siempre imprescindible) cafería, y espacios de descanso, diseñados con vivos colores para alegrar la vista.
La envolvente, no obstante, no impide la interacción con el exterior, posee o nueve balcones (de 10 a 20 metros cuadrados) que sirven para airear las cabezas de los usuarios del complejo. Para los amantes de los símbolos, existen en toda la cubierta unas 124 cruces suizas de madera, que no sólo indican la nacionalidad de la empresa, también actúan como amortiguador acústico gracias a sus finas perforaciones. Con todo, el edificio es otro ejemplo de sostenibilidad, dado que posee 1.700 metros cuadrados de superficie de placas fotovoltaicas que son capaces de generar 212 MWH al año.
Para “redondear” el asunto medio ambiental, el complejo utiliza agua subterránea como ayuda a la refrigeración, la ventilación y la calefacción. Existen sistemas inteligentes de consumo energético, luminarias led´s (siempre led´s), se restringe el uso de papel, y se aporta un parking de 182 plazas de aparcamiento para bicicletas. Además, si sumamos a esto las más las 10 estaciones de intercambio de este vehículo de apoyo, hacen que el complejo sea, realmente, un ejemplo de arquitectura sostenible.
Mención aparte merece la única fachada recta de este inmueble que, como para continuar llevando la contraria, Shigeru ha diseñado en forma de escalones verticales, totalmente acristalados y con persianas de vidrio en su interior, capaces de abrirse y cerrarse automáticamente y soportar las rachas de viento. Ban demuestra con este inmueble, una vez más, su amor a la madera en, tal vez, el país más puntual del mundo (si atendemos a su producción relojera, claro).
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