¿Te acuerdas cuando mirabas las nubes tumbado en el suelo e identificabas sus formas con elementos o seres vivos? Este juego, al que hemos jugado muchos en nuestra infancia, sólo las personas de gran imaginación siguen practicándolo en su edad adulta. Y es que, con la madurez, vamos perdiendo algunas de las cualidades más interesantes que poseemos. Una pena, la verdad. Pero mientras algunas personas mantengan esa integridad, la humanidad permanecerá a salvo.
Esas personas nos dan la chispa que a veces nos cuesta encontrar y nos enseña caminos que jamás se nos hubieran ocurrido. No me cabe duda de que en la atrevida propuesta que os presentamos esta semana hay una o varias personas que miran las formaciones nubosas visualizando iglesias, elefantes o pinturas de Picasso. Y es que hay que ser muy especial para no sólo imaginar, sino conceptualizar la siguiente idea: nubes artificiales que luchan contra el calentamiento de las ciudades.
La idea la ha propuesto el estudio de imaginación y diseño con sedes en Nueva York y Bergen, llamado Framlab. Éste proviene de la fusión de las palabras Fram (nombre del primer explorador, noruego, que llegó al Polo Sur); y lab, de laboratorio (laboratory o Laboratorium). Un estudio que dedica su tiempo y esfuerzo a lanzar ideas que promuevan el cuidado social y ecológico… Ideas la mar de curiosas o locas, según se mire.
La propuesta la llaman Oversky (¿encima del cielo?) y se trata una infraestructura urbana que aprovecha las tecnologías pasivas para enfriar las ciudades. Este sistema modular se inspira (obviamente) en las nubes, siendo su principal cualidad la de poder “flotar” y, al mismo tiempo, mitigar el efecto llamado «isla de calor urbano«. Estas islas de calor se producen en ciertos espacios en las ciudades, en los que las temperaturas suben exponencialmente.
De hecho, el estudio nos indica que las nubes no siempre son elementos que aminoren el calentamiento de la Tierra, en ocasiones lo aumentan. Nos explican en su web que existen dos tipos de nubes. Por un lado, las nubes bajas y gruesas que reflejan la luz del sol, aminorando el calor que pueda llegarnos; y por otro las delgadas y altas, que retienen el calor por debajo de ellas, provocando un aumento de las temperaturas. Es más, lo preocupante es que cuanto más se caliente la tierra, más alejará a las nubes de su superficie, y más efecto invernadero se generará.
Nos lo pintan negro, lo sé. Desde mi punto de vista, cuando alguien pinta muy negro el futuro es que, o está muy alarmado por lo que pueda pasar, o quiere vendernos muy bien su idea… Sea cual fuere el caso, es un hecho que las nubes pueden provocar efecto invernadero. Así que debemos, al menos, prestar atención a la propuesta del estudio. Si es viable o no, lo dirá el tiempo.
Básicamente, el estudio propone formaciones flotantes a baja altura, muy cerca de las calles, que se ofrezcan como barrera calorífica. Estas nubes o bloques (los llaman así) se conectarían a ambos lados de la calle, o a uno sólo, en zonas determinadas, ejecutando al tiempo varias acciones. El primero es el más obvio, estas nubes artificiales provocarán microclimas sombreados en las ciudades al expulsar el calor del sol en las zonas donde se instalen.
La capa exterior está diseñada para reflejar el calor, sin absorber apenas radiación, manteniendo la temperatura superficial muy baja. Este revestimiento se ejecuta en base a una técnica llamada enfriamiento radiativo. La estructura que veis en las imágenes se realiza a base de la ingeniería nanofotónica (muchas “palabrotas” hoy, ¿eh?) y se basa en bolsas de aire a nanoescala, que reflejan la luz solar y parte de la radiación.
La estructura se reviste en su parte inferior de óxido de titanio, material que es capaz de descomponer el aire contaminado que impacta con él, limpiándolo de impurezas. Pero hay más, ¡no te vayas! Los bloques están diseñados para captar y recoger el agua de lluvia que usará como sistema de enfriamiento radiante hidrónico. Este actúa enfriando el interior de la estructura, porque sí, lo has adivinado: la estructura será transitable.
Mediante accesos que se practicarán desde los edificios cercanos, las nubes artificiales serán transitables. Estas proporcionarán nuevos espacios a las ciudades, para centros culturales, aulas, estudios de arte, oficinas y cines, etc. Un nuevo suelo en el aire, ¡¡esto sí que me gusta!! Estos nuevos espacios prevén los diseñadores que sean públicos, lo cual, desde mi modesto punto de vista, no tendría por qué ser necesariamente así. El caso es que es apasionante generar nuevas zonas transitables.
La tecnología pasiva que está detrás de esta idea es un legado directo del Zeppelin, aquel maravilloso dirigible que se desechó por un aparatoso accidente (el Hindenburg, ¿te acuerdas?). Hoy día se ha seguido experimentando con estos LTA (vehículos más livianos que el aire) creando naves muchas más seguras, avanzadas y, con una menor huella de carbono; algo que los hace idóneos para esta singular propuesta.
Los bastidores o elementos de soporte de los bloques, se ejecutarían con fibra de carbono (elemento muy resistente y ligero), material que crearía las celdas de gas que provocarán su ascenso. Este gas será el helio y provocará que la estructura levite (mola) desplazando el aire debido a que pesa menos que él. Ya se sabe, el aire más denso baja, y el menos denso sube.
En fin, la idea es maravillosa, su puesta en práctica compleja, aunque parece posible y bien estudiada. No obstante, no deja de ser sólo eso, una idea, más para hacernos reflexionar sobre los peligros del calentamiento global que como solución sustancial. Y es que evidentemente, sólo solucionaría una minúscula parte del problema. Aún así, es una idea genial que vale la pena descubrir.
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