Así es el oasis turco que da energía limpia a dos millones de personas

Las plantas fotovoltaicas son parte del paisaje circundante, abarcando grandes superficies para la generación de energía verde, pero esto no implica que no puedan tener vegetación.

Foto: Egemen Karakaya

Integrar o diferenciar, esa es una de las cuestiones más polémicas y reiterada en la arquitectura. Polémica porque la propia esencia de la arquitectura la hace disruptiva, innovadora, creativa y atemporal. Sin embargo, la misma esencia realza la necesidad de continuidad estética y funcional, y tiende a mimetizar o respetar el entorno directo en el que se halla. Así que, como en todo lo que toca la humanidad, tenemos fracciones contrapuestas.

Afortunadamente, no tenemos que renunciar a nada. Para eso están los profesionales, para alimentar nuestras mentes, elevar nuestros intereses y permitirnos la sana crítica, aun no siendo expertos en la materia. En Turquía, en la región de Karapinar, se ha terminado el centro de control de la planta fotovoltaica más grande del país. Se llama Kalyon Energy y su diseño la sitúa como referente en diseño.

La planta fotovoltaica más especial de Turquía

planta fotovoltaica turquia
Foto: Egemen Karakaya

El estudio de arquitectura al mando del diseño se llama Bilgin y los arquitectos fundadores son Begüm Yılmaz Bilgin y Caner Bilgin (cuando veo apellidos iguales me pregunto si son familia o es casualidad…). Su contribución ha sido decisiva para la diferenciación/integración del edificio en las llanuras de Karapinar. Un lugar cuyas placas fotovoltaicas generan hasta 1.350 MW, proporcionando energía limpia para dos millones de personas desde 2022.

La central posee un centro de control, un edificio con una huella de 2.778 metros cuadrados. Prominente sobre el campo de brillantes paneles, su rotunda forma cuadrada hace un guiño directo a la forma de los paneles. Además, su exterior se envuelve con secciones de acero inoxidable reflectantes. Estas, como dicen los arquitectos:  «Al mismo tiempo se mezclan con su entorno y destacan como una escultura reluciente entre la Tierra y el cielo”. La dualidad como referencia.

Energía limpia para dos millones de personas

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Foto: Egemen Karakaya

La envolvente crea una armonía visual con el entorno, y con sus tres millones de paneles solares (ahí queda eso). Sin embargo, el edificio se ha dispuesto a una distancia que evita que produzca sombra sobra los elementos transformadores de energía calorífica. La zona de ubicación del edificio se denomina “especialización energética” y posee unos 20 kilómetros cuadrados. La genial fachada imita también la composición cuadrangular, generando una impactante red.

Por supuesto, la fachada es algo más. Tiene unos 7.200 paneles de acero inoxidable, con distintos niveles de transparencia, lo que provoca una reflexión de la luz solar y protege del intenso calor de la zona. Al mismo tiempo, esta composición genera un juego de luces y sombras, y permite que la fachada no sea nunca la misma. Es más, genera un espectacular cambio en los días nublados y, por la noche, un atronador rayo de luz en el desierto.

El blanco que llama la atención

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Foto: Egemen Karakaya

El interior se desarrolla en torno a un patio central, disponiendo de pilares circulares vistos y una sobreexposición (para mi gusto) al blanco. Y es que este ha sido el color elegido para paredes, pavimentos y hasta carpinterías. El blanco es un color muy demandado en espacios dado que genera sensación de amplitud, da visibilidad a los demás elementos, como muebles o pantallas de proyección, y es, también, una continuidad hacia el exterior.

El complejo posee vestíbulo, oficinas, salón de usos múltiples y una cafetería, lo cual es una muy buena idea siempre. Sobre todo para los aproximadamente 3.000 operarios del centro de transformación energético. Pero, el secreto mejor guardado del edificio, o no tan guardado dado que se ve desde el aire, es su patio central. Y más concretamente, lo que éste esconde: un frondoso jardín.

¿Un oasis verde o una planta fotovoltaica en Turquía?

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Foto: Egemen Karakaya

Este jardín genera, desde luego, un fuerte contraste con el exterior, pero no tanto (¿veis el patrón?). Y es que las especies allí puestas son plantas nativas que requieren un bajo mantenimiento. Esto contribuye a su durabilidad y al frescor del entorno. Vamos, que es un verdadero oasis en una planta ubicada en un desierto turco. Pero hay más, el patio es un elemento de transición más, vital para la interconexión de los distintos espacios interiores y sus usos.

El verde inunda, también, la cubierta del edificio. Cuenta con una estructura principal de metal, generada por pórticos y forjados colaborantes (hormigón más base de chapa metálica). Todo soportado por una poderosa base de hormigón armado, para evitar movimientos y dar una mayor estabilidad al conjunto. De esto tiene mucho que hablar la empresa encargada de la estructura, Attec Design.

El proyecto genera un espacio interesante, disruptivo y continuador al mismo tiempo, y cómodo en un ámbito de clima extremo. En definitiva, un oasis arquitectónico de primer nivel, cuya construcción finalizó el pasado 2023. A buen seguro se utilizará como sede no sólo de la empresa, también como su insignia y centro de reunión de investigadores y profesionales de la materia… Todo un mundo convencido que el futuro pasa por la sostenibilidad.

Fotografía de Egemen Karakaya

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