En lugares privilegiados tanto de Londres como de Nueva York se encontraban las impresionantes tiendas de Tower Records. Para los melómanos como yo eran visitas obligadas y de larga duración. No se acaba de entender el motivo por el que los discos fueran el doble de caros en nuestro continente que en Estados Unidos, por lo que las compras eran más sustanciosas. Como tantas otras casas de discos, Tower Records acabó cerrando sus tiendas. Y aunque al inicio de esta peculiar crisis se argumentó que la industria discográfica sufría los graves efectos de la piratería o las descargas ilegales, el origen también estaba en otros lugares.
La irrupción de plataformas como Spotify y Youtube consiguió que el consumo de música fuera un fenómeno virtual, sin soporte físico. Lo mismo que pasó con la irrupción del libro electrónico, aunque con matices. Porque a pesar del daño ejercido al sector, el formato físico del libro aguanta más y las librerías, aunque también afectadas por la crisis y cierres, soportan el tirón por el placer que aún genera tener un libro entre las manos.
Paseaba estas Navidades por el centro de San Petesburgo y entré en una tienda especializada en música clásica, que presentaba una amplia selección de títulos tanto en formato CD como DVD. En otro momento, sin duda habría hecho acopio de varios ejemplares, sin embargo todos los títulos que ahí se ofrecían estaban disponibles de manera gratuita en Spotyfy y Youtube o semigratuita bajo suscripción al servicio premium en ambas plataformas o en Apple Tunes.
El problema es que el formato CD no presenta apenas ventajas frente a la música digital. Y por supuesto que los CDs, al contrario de lo que nos contaban al principio, se pueden dañar con el paso del tiempo y ocupan espacio. A mi juicio la forma de vender un CD debería ser distinta. Presentando por ejemplo un libreto atractivo, con un texto interesante o formatos originales que aporten exclusividad. La gran mayoría de las veces, el CD solo tiene una carátula y poco más. Y como digo, no presentan ventaja alguna frente a la música digital.
Una de las vías de supervivencia de la industria discográfica es el resurgimiento de los vinilos. Los vinilos presentan un sonido específico y muy atractivo que aporta una originalidad que les hace diferentes frente a la música digital. Son en sí obras de arte y pueden tener alto valor para coleccionistas. En el formato CD no encontramos esta ventaja. Sin embargo en estos tiempos en que escuchamos música sin parar o aleatoriamente, puede parecer arcaico tener que darle la vuelta al disco.
Al efecto desaparición son muchos los que han sufrido pérdidas de empleo y muchos músicos ven cómo no se pueden dedicar de manera profesional a la música. Hay algunos que aguantan el tirón y siguen dando el callo desde los 80. Me refiero a la propia Alaska, Loquillo o Los Ilegales, que han sacado un nuevo disco y en su gira de promoción llenan todos los locales. Me parecen también muy destacables fenómenos como Bohemian Rhapsody, una película excepcional, que ha recuperado la música de Queen, para satisfacción y lucro de sus integrantes o de sus herederos. Desde que salió la película, que recientemente ha acaparado gran parte de los Globos de Oro, la canción mas escuchada es la que da título a la misma: “Bohemian Rhapsody”. Son claros ejemplos de que la industria de la música necesita recuperar su esencia y abandonar el mundo de las sombras.
Como ya es habitual desde hace décadas, Carlos III reunirá esta Navidad a los miembros… Leer más
Tener una camiseta firmada por Messi, Lamine Yamal o Xavi Hernández y además contribuir con… Leer más
En el corazón de La Mancha y con leche cruda de oveja se elabora el… Leer más
‘El Dalí más grande del mundo’. Ese el título elegido por el Teatro Fernando de… Leer más
El grupo Kering afronta 2025 con nuevos retos y entre sus planes estaría una reorganización… Leer más
Los príncipes de Gales por fin han publicado su felicitación de Navidad. El príncipe William… Leer más