Ángel Llácer y Manu Guix, inspirados sin duda por el éxito, artístico y comercial, de “La jaula de las locas” que llenó meses a diario el teatro Tívoli de la compleja ciudad de Barcelona, y -mientras llevan esta producción a Madrid-, han rescatado otro musical de los viejos tiempos, “La tienda de los horrores”, que acaban de estrenar en el teatro Coliseum de nuestra ciudad. En esta ocasión se han intercambiado los papeles, pues en “La jaula” Llácer dirigía y protagonizaba, mientras Guix asumía la parte musical; en esta ocasión Llácer, que está en Madrid actuando en “La jaula”, asume la dirección artística, mientras Guix, que dirige la banda en directo, toma asimismo la voz de “Audrey 2”, la planta carnívora que acabará degustando a la mayor parte del elenco.
No supone para ellos una novedad pues ya compartieron una producción de la obra, hace 19 años, dirigidos por Ricard Reguant, con Guix a los mandos musicales y Llácer en el papel protagonista, el jovencito señor Seymour, verdadero eje involuntario de este mal comer que me tiene la maldita la planta. El musical se había estrenado en los 80 en Broadway y estaba basado en el filme de Roger Corman, un clásico de los 60, que tuvo un remake en el 86 dirigido por Frank Oz. En 1987 el colectivo Dagoll Dagom estrenó en el teatro Victoria de Barcelona una primera versión, con Pep Antón Muñoz y Ángels Gonyalons (que estaba, espléndida, en el estreno del Tívoli), y la voz inconfundible de Constantino Romero que interpretaba a la maléfica planta.
La versión que ahora nos llega señalemos que es magnífica, rica de presupuesto, bien orquestada, interpretada y cantada, señalando en este apartado que son inteligibles todas las letras de las canciones que se entienden a la perfección, sin problema alguno. La dirección es ágil y hasta las morcillas intercaladas en el guión, cedidas en su mayor parte al personaje del alocado dentista que interpreta José Corbacho, que está genial, se digieren con simpatía por sus apuntes de realidad (hubiera podido ser peor), y por el tono amablemente descriptivo de determinados problemas que afectan a la ciudad.
Tiene la función un hilo argumental cantado por The Sey Sisters, un trío de voces negras, que además son bellísimas, que despliegan un vestuario muy 70 colorista y poligonero de lujo, y una presencia, la de Ferrán Rañé como el propietario de la floristería que dice y canta su papel con brío y entusiasmo. Mención para la pareja protagonista, los nuevos (para mí) Marc Pociello y Diana Roig, de impecables voces y un muy buen tono actoral. Pero, planta aparte, quien se lleva el pastel de la función es el citado José Corbacho que no sólo encarna al dentista sino a otros tres o cuatro personajes anecdóticos, de estrafalarios físicos, a los que dota en sus escasos minutos de presencia, de un “acting» absolutamente demoledor.
Un estreno prometedor que en la noche inaugural se llevó ovaciones y arrastró al público a la calle a brindar con cava por el éxito mientras consumía cantidades notables de palomitas verde clorofila, a juego con el color que imperó toda la noche. Noche de éxito, de las que gusta aplaudir y compartir, pues es de agradecer cuando la producción se implica en el producto, no hay escasez de medios, y todo está a la altura de Broadway, por señalar una meta siempre a tener en cuenta. Y para aplaudir un talento que se derrocha desde los primeros acordes.
*Foto principal: @latiendadeloshorrores
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