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La dimensión internacional de ARCO es indudable, pero la gran presencia de artistas españoles en esta feria también lo es. Y a este respecto resulta relevante preguntarse qué identidades interesantes hay más allá de los modernos clásicos como Joan Miró, Antoni Tàpies o el más contemporáneo Miquel Barceló. La respuesta a esta pregunta es que en torno a los valores clásicos seguros hay un interesante grupo de creadores nacionales expresándose con una potente voz internacional. Secundino Hernández vendió una pieza descomunal de Don y Mera Rubell Secundino Hernández (Madrid, 1975) está entre los nombres más aclamados estos días en IFEMA. Es deseado, muy deseado. Tanto, que hasta se dice que existen listas de espera para adquirir su obra. Su despegue ocurrió en 2013. En esa edición de ARCO la galería Heinrich Ehrhardt, que todavía lo representa a día de hoy y que también trae obra suya en esta edición, vendió una pieza suya descomunal (3,10 metros por 5,50 metros) a los míticos coleccionas americanos Don y Mera Rubell, que adquirieron no sólo esa pieza sino todas la obras del artista que encontraron en la feria. Esta señal valió al mercado como bengala de su éxito lo que ha provocado que sus obras se revaloricen más de un 300% en los últimos cuatro años. En un momento en el que la pintura pura como forma artística contemporánea vive tiempos de denostación, sus colores rítmicos, mitad graffiti mitad abstracción, parecen haber logrado lo imposible: que la pintura por sí sola se convierta en objeto de deseo. Ángela de la Cruz convierte lienzos en esculturas Otro de los nombres ya consolidados en el cielo de la contemporaneidad es el de Ángela de la Cruz. Gallega de origen (La Coruña, 1965), pero afincada en Londres desde hace casi treinta años, cuenta con la distinción de haber sido la única artista española nominada al Premio Turner, uno de los galardones más relevantes de Reino Unido. Esta distinción le llegó en 2010 y desde entonces su obra se mueve en las esferas de lo deseable y exquisito. Su brillante trabajo transita vehementemente del 2D al 3D al convertir lienzos en esculturas y viceversa, con una sensibilidad elegante y desprovista de florituras. Guillermo Mora transforma pinturas en masas de color Siguiendo la estela de Ángela de la Cruz discurre la obra de Guillermo Mora (Alcalá de Henares, 1980). Este artista transforma pinturas acrílicas en masas de color y éstas a su vez en esculturas que sirven para desdibujar una vez más el límite entre la pintura y la figuración en tres dimensiones. De colores siempre en la frontera del pastel y el flúor, merece la pena buscar su obra en ARCO. Ian Waelder es el más joven de la feria El artista más joven de esta edición de ARCO también es español, aunque por su nombre cueste intuirlo. Ian Waelder nació en Madrid en 1993. Sí, han leído bien. Tiene 23 años y ya cuenta con el respaldo de una de las galerías más activas y comprometidas del panorama nacional: L21. De alto grado conceptual, la obra de Waelder está muy relacionada con el mundo del skate que utiliza como vehículo para interrogar la cultura suburbana a través de fotos y esculturas. Bel Fullana juega con la iconografía naif Esta galería también representa a Bel Fullana (Mallorca, 1985) cuya obra se circunscribe en la iconografía del naif perverso. Cuenta con varios reconocimientos en su haber, incluido el ESTAMPA-MAPA en 2015, y se atreve, una edición de ARCO tras otra, a sorprender con sus obras cada vez más simplistas en torno al rasgo infantil y al gesto primigenio. Busquen, comparen y juzguen por sí mismos. Quizá en esta ocasión no sientan la tan española inclinación de ver en lo nacional lo peor, sino más bien todo lo contrario. ¡Que disfruten de ARCO!

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