Cómo atender las urgencias médicas más comunes en verano
Las vacaciones de verano y los cambios de ambiente y actividad pueden venir acompañadas de algunos sustos o emergencias médicas.
El verano supone todo un paréntesis en la rutina diaria y no sólo en lo referente al ámbito laboral, sino también de nuestros hábitos y costumbres personales. Cambiamos nuestra alimentación, la actividad física, la sexual, e incluso la mentalidad. Esto nos lleva a permitirnos ciertas licencias o incluso excesos que pueden llegar a tener consecuencias en nuestra salud. Además, viajamos con niños a sitios nuevos, la mayoría de las veces sin saber adónde acudir en caso de una emergencia médica. La buena noticia es que podremos evitar algunos de los inoportunos sustos estivales tomando ciertas precauciones.
Según las estadísticas, la causa de muerte más frecuente en verano son los accidentes, sobre todo de tráfico y los ahogamientos, especialmente en piscinas privadas. Así lo explica María José Ortiz Pérez, médico de urgencias del Hospital de Alta Resolución de Benalmádena, tras consultar los informes de pediatría del que es uno de los hospitales de ‘cuarto nivel’ en España y referente del modelo de atención sanitaria del futuro.
A pesar del buen humor asociado al verano, la salud y los accidentes no toman necesariamente vacaciones. De hecho, los expertos de Top Doctors, plataforma online para encontrar especialistas, aseguran que suelen experimentar un aumento del número de consultas de urgencias entre un 20% y un 50%. Las zonas de la costa tienen, además, sus particulares incidencias médicas relacionadas fundamentalmente con el baño y las picaduras de medusas e insectos. A continuación repasamos cuáles son las patologías estivales más comunes en niños, cómo procurar evitarlas y la forma de actuar en caso de que sucedan:
Fiebre e infecciones
“En verano son frecuentes las infecciones de etiología vírica, ya sea de vías respiratorias (catarro vías altas, laringitis…) como gastrointestinales”, explica la doctora Ortiz Pérez. “Ante la fiebre baja (entre 38 y 39 grados centígrados) es importante administrarle antitérmicos como el paracetamol o el ibuprofeno y una abundante hidratación; de esta manera evitaremos las convulsiones febriles y la deshidratación”, aconseja la médico. “Si la fiebre persiste más de 3 ó 4 días, o si existe otra sintomatología como el dolor torácico, dificultad para respirar, tragar, petequias (puntos rojos en la piel) o rigidez de nuca, entonces habrá que acudir al servicio de urgencias”.
Otitis y afecciones del oído
Otro de los grandes clásicos del verano es la otitis del nadador, una afección muy dolorosa para el niño y que puede tener origen bacteriano o por hongos. Además, los otorrinolaringólogos a menudo reciben visitas de urgencia por problemas derivados de la práctica de actividades como el buceo, “que puede dar lugar a baro-traumas o atotubaritis, patologías que se producen como consecuencia de una descomprensión brusca durante la ejecución de este deporte y pueden derivar en problemas graves de audición”, explica el otorrino Roberto Valdés Pons.
Para prevenir este tipo de afecciones, aconseja “evitar los cambios bruscos de temperatura y practicar deportes acuáticos con la debida precaución y formación, ya que son las principales causas del aumento de las consultas otológicas”.
Fracturas y esguinces articulares
Las buenas temperaturas invitan a salir a la calle e incrementar la actividad deportiva, lo que está directamente relacionado con un aumento del porcentaje de urgencias de traumatología de hasta el 20% durante esta época del año. Los dolores de columna, esguinces articulares y fracturas son las patologías más frecuentes. Las piscinas, en este sentido, son testigos de muchos accidentes y resbalones fatales en niños y jóvenes, que se podrían haber evitado con una supervisión más estricta por parte de sus padres, impidiéndoles correr, saltar y “burrear” más de la cuenta.
Respecto a las lesiones vinculadas a la actividad física, el doctor Alberto Marqués, especialista en traumatología deportiva de Top Doctors, asegura que “para prevenir lesiones es fundamental un buen calentamiento previo y un estiramiento posterior al afrontar cualquier actividad deportiva, así como la correcta hidratación, y adecuar la actividad a nuestro estado general físico”.
Intoxicaciones alimentarias
Son muy frecuentes a la hora de viajar. Salvo que se deban a contaminación del agua o similar, en la mayoría de los casos tienen que ver con una higiene de manos incorrecta. “Las gastroenteritis pueden ser de etiología vírica, cuyos síntomas son más frecuentes vómitos y diarrea, que se transmiten de personas a personas y las producidas por intoxicación alimentaria que son más frecuentes durante los meses de verano, siendo la más frecuente la infección por salmonella”, aclara la doctora Ortiz Pérez. “
Lo principal para tratar estos cuadros es mantener una hidratación abundante durante 12 horas con suero oral hiposódico (de venta en farmacias) que ayudará a reponer lo que pierde el niño por las deposiciones y los vómitos”, continúa. Lejos de lo que pueda parecer, aclara que “no se recomiendan las bebidas azucaradas, ya que su poder osmótico puede empeorar el cuadro de diarrea, y se aconseja que, pasado este tiempo, se siga una dieta astringente, sin dejar periodos de ayuno, evitando grasas, fritos y azucares, y tomando probióticos”. Si el niño persiste en los vómitos o la fiebre habrá que acudir a urgencias.
Picaduras de insectos, erizos de mar o medusas
“Las picaduras deben prevenirse porque las heridas abiertas son una fuente de entrada de bacterias en el organismo y pueden provocar infecciones tanto locales como a distancia”, explican desde el Hospital de Alta Resolución de Benalmádena. Aunque en la mayor parte de los casos podremos evitarlas con un buen repelente de insectos de uso infantil y aplicación de insecticida, si producen una reacción muy intensa en el niño necesitarán tratamiento farmacológico tipo antihistamínicos y corticoides, por lo que se deberán consultar en urgencias.
Ahora en verano es muy habitual la presencia de medusas en las costas españolas, explican desde la unidad de urgencias de este hospital. “El contacto con las medusas produce una lesión muy dolorosa, similar a una quemadura; las lesiones pueden reactivarse durante semanas, y su dolor persistir muchos días. Ante una lesión hay que salir inmediatamente del agua, no frotar la zona con toallas ni con la mano, lavarla con agua salada y nunca con agua dulce ya que activa las toxinas de la medusa. Además, es imprescindible extraer los restos de la medusa, aplicar hielo, neutralizar la toxina con alcohol o vinagre, tomar un analgésico y un antihistamínico y en días posteriores, aplicar una crema con corticoides (espuma de hidrocortisona al 1 %) 4 veces al día durante 5-7 días”.
Respecto a los erizos de mar, “se recomienda limpiar y desinfectar la zona afectada, extraer el máximo de púas posible (manualmente o con unas pinzas), además usarse las cremas que contienen trementina para ayudar a expulsar las púas que no hayan podido ser extraídas manualmente”.
Otras afecciones más habituales en verano:
Las borracheras adolescentes suceden a menudo y son más comunes en niñas que en niños. Si nuestro hijo viene bebido a casa tendremos que valorar si es algo puntual y lo hace con frecuencia, analizando si existen factores de riesgos que lo predispongan a este tipo de conducta, como la presencia de trastornos psicopatológicos, fobia social, estrés, ansiedad o depresión.
Las infecciones urinarias, también más frecuentes en las niñas que en los niños, porque en ellas la uretra es más corta y está más cerca del ano. Estas infecciones se ven favorecidas por el uso de baños con poca higiene: en estos hay una mayor proliferación de bacterias patógenas lo que, unido a otros factores de riesgo presentes en los niños, hacen que aumente el riesgo de infecciones urinarias.