Al Rocío yo quiero volver…
Llega Pentecostés y con él, la Romería del Rocío, la más famosa de toda España. Una peregrinación de toda Andalucía a la pequeña localidad de Almonte (Huelva), al santuario de la Blanca Paloma.
A mediados de mayo, Andalucía -especialmente Huelva- se llena de romerías. Las hay en Almonte, Bonares, Cartaya, La Palma del Condado, Lepe, Moguer, Rociana… y por encima de todas ellas… la de El Rocío. En todas, la historia es parecida: el hallazgo de una imagen de la Virgen y el comienzo de una romería que, en algunos casos como en el Rocío, acabó haciéndose multitudinaria.
La de El Rocío el domingo de Pentecostés (este año el 17 de mayo) es la más popular –declarada de Interés Turístico Internacional– a la que asisten más de un millón de personas. De ellos, unas 60.000 hacen el camino con alguna de las 70 hermandades.
«Quien quiera ir al Rocío
que vaya por las arenas
no vaya a ser tan malaje
que vaya por carretera»
Y es que para comprender el Rocío hay que hacer el recorrido a caballo, en carreta o a pie; nunca en coche. Durante tres días (otros tres para volver) toda esta parte de la Baja Andalucía se llena de toldos que llegan por olvidadas sendas y caminos, pues aunque la aldea ha dejado de ser inaccesible, se sigue respetando la tradición de ir por las Marismas.
Miles de romeros hacen el recorrido desde los más lejanos lugares formados en hermandades y durmiendo, los días que dura, en pleno campo. Aquella romería, que empezó siendo local, es ahora internacional. Las diferentes hermandades rocieras salen en distinta fecha de sus lugares de origen, para coincidir todas en la aldea de El Rocío, al mediodía del sábado, víspera de Pentecostés, cuando se realiza la presentación de las hermandades.
Cada una irá presidida por el sinpecado, la carreta con el estandarte y la reproducción de la Virgen, que habrá hecho en cabeza todo el recorrido. Impresiona ver la larga fila de carretas arrastradas por bueyes mientras los romeros cantan sevillanas rocieras con continuas referencias a la Virgen.
La noche del domingo nadie duerme. El templo está a rebosar. Fuera sin poder entrar, muchos miles. Sólo los hombres de Almonte -y nadie más-, puede llevar a la Virgen. Son ellos los que la alzan sobre la verja y los que la sacan a través de una marea de cabezas, sobre las que la Virgen parece navegar, recorriendo la aldea de El Rocío como se ha hecho desde hace cientos de años.