Son muchas las bodegas que decidieron hace años llevar a cabo propuestas turísticas. Todo procurando acercar al gran público a la cultura del vino a través de sus procesos de elaboración, sus tierras, sus uvas y sus paisajes. Se trata, en definitiva, de transmitir la esencia de un determinado territorio a través de la evolución e historia de sus viñedos.
La historia de las bodegas Monte la Reina empieza cuando José Miguel Inaraja, agricultor vallisoletano que falleció hace pocos meses, adquirió la finca que da nombre a los vinos de la D.O Toro. Empezaba entonces el interés por el enoturismo y supo ver el potencial y la evolución que podía llegar a tener. Hasta entonces tenía viñedos, pero vendía las uvas a otras bodegas.
Sus hijos decidieron seguir el camino que había iniciado el padre y tomaron las riendas del proyecto. Por un lado convirtieron el castillo neogótico del siglo XIX -situado a apenas diez kilómetros de Toro– en un coqueto hotel boutique de 8 habitaciones. Un lugar rodeado de las 300 hectáreas del viñedo -que cuenta con cepas prefiloxéricas- y enmarcado en un complejo de 1400 hectáreas.
Allí conviven con otros cultivos, un edificio multidiscipliar con un restaurante para eventos diversos y unos jardines cuidados y de estimulantes colores, justo donde se ubica la bodega con un diseño contemporáneo y con técnicas innovadoras.
El edificio fue proyectado por el arquitecto Jesús Juárez. Su diseño simula una gran caja cuya geometría se integra en un paisaje que combina la estética vanguardista y la buena regulación de la temperatura dentro de sus diferentes naves.
Carolina Inaraja está al frente del proyecto, junto con sus dos hermanos. Una mujer joven que en su día decidió aportar su visión rupturista con el apoyo del enólogo José Nuño. Ambos buscaron nuevas aventuras vinícolas, sumando a la uva autóctona tinta de toro la elaboración pionera en la zona de la uva verdejo, ofreciendo así unos vinos singulares y con personalidad.
Un total de seis vinos tintos y dos blancos bajo la D.O. Toro. Además de dos nuevas referencias con las que siguen apostando por diferenciarse de las propuestas más tradicionales de la zona. Y lo hacen llegando a vender un millón de botellas en más de 40 países del mundo en sus diferentes formatos.
Cuando hablas con Carolina es imposible no contagiarte de su absoluta pasión por lo que hace. El vino es su vida. Y el carácter castellano leonés está muy presente en su personalidad. Ahora recuerda con satisfacción cuando hace apenas 14 años decidió conocer los entresijos de la empresa pasando por todos los departamentos, como el comercial, el de contabilidad o el de embotellado. De este modo, decidió acabar de formarse en el mismo y comenzó a diseñar su equipo pensando en unos objetivos que entonces no parecían fáciles de cumplir.
Porque, conocedora del peso de la tradición de la zona y respetuosa con los orígenes, tampoco era fácil introducir ideas frescas e innovadoras en el proceso de elaboración, fermentación, embotellado y el diseño de cada una de sus botellas. Carolina quería ir más allá, hacer algo diferente. Y además de cultivar la variedad tinta de toro, absoluta protagonista de la Denominación de Origen Toro, su hermano -ingeniero agrónomo- le propuso plantar la uva verdejo -con mucha demanda en mercados extranjeros-, así como chardonnay, cuyo producto final es el vino Salvaje.
La propuesta turística es sin duda completa. Pasa por alojarse en una de las recoletas habitaciones -cada una con un nombre diferente de una uva- que en su día formaban parte de la casa familiar de verano. Además de conocer la bodega y todas sus técnicas, catar sus vinos, degustar sus productos gastronómicos en el restaurante, adquirir accesorios enológicos en la enotienda u organizar picnics familiares entre sus viñedos.
Carolina no esconde su predilección por el que se supone es la joya de la corona de bodegas Monte la Reina: Inaraja. Lleva el nombre familiar, es un vino potente y sabroso con 16 meses en barrica de roble francés que procede de las viñas centenarias de la bodega. A pesar de que las barricas son fundamentalmente de roble francés, cuentan con algunas de roble del Cáucaso destinadas a elaborar algunos vinos especiales. Cabe recordar que Inaraja 2014 se alzó con el premio al mejor vino de España en la Champions Wine 2020.
Monte la Reina, además, cuenta con algunos de los viñedos más antiguos de España. Con más de 100 años de antigüedad, sobrevivieron a la filoxera de finales del siglo XIX gracias a un tipo de suelo arenoso que frenaba el avance del insecto. De hecho, la zona es una de las pocas donde las vides están plantadas a pie franco, utilizándose en gran parte para la elaboración de los vinos de alta gama.
Cuando la tendencia en el ámbito turístico es la de vivir experiencias completas e inmersivas, dentro del sector del enoturismo, las bodegas Monte la Reina han sabido conjugar tradición con las propuestas más actuales. Todo con el único fin de proporcionar a aquellos que deciden acercarse a sus tierras una vivencia redonda y singular donde la cultura del vino es la auténtica protagonista.
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