La semana pasada, la reina Sonia de Noruega inauguraba nueva ruta de la compañía Hurtigruten en Nueva York, lugar de partida hacia Nueva Escocia. A la par, presentaba a los ganadores de su concurso anual de pintura, Queen Sonja Awards, una fundación creada por ella misma mediante la cual ofrece mecenazgo y promoción a jóvenes artistas noruegos. Un acto muy exclusivo a bordo de la embarcación MS Fram, encargada de realizar la ruta. Para mí fue un honor asistir, y más aún, ser la única escritora de viajes española convidada al evento y a participar en la toda la expedición hasta el puerto de Sant John´s en Canadá. Un fabuloso viaje que aún nos ocupa, de diez días de duración.
Os escribo desde la mejor de las oficinas posibles. Sentada en la cafetería del Ms Fram, con un gran ventanal a mi derecha y el mar con su horizonte infinito como único protagonista. Tras el discurso de la Reina Sonia, pusimos rumbo a Newcastle. Despedíamos la ciudad de Nueva York bajo la lluvia, pero la Gran Manzana es siempre bella y en esta ocasión nos dejaba su lado más misterioso. Dijimos adiós también a Miss Liberty, para pasar la primera noche a bordo.
El Ms Fram es una embarcación preparada para el Antártico, su ruta más frecuente. Según me contó el capitán, no es barco rompe hielos, pero casi. Puede cruzar gélidas aguas y sortear icebergs sin dificultad. Es un barco perfectamente equipado para expediciones árticas ya que funciona con un sistema mixto de propulsión eléctrica y un fuel especial que recarga las baterías, porque la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente son parte de los principios fundamentales de la compañía.
Pero además consigue que el barco sea casi insonoro, pudiendo disfrutar de la paz que el mar sabe regalar. Es apto para personas que se marean con facilidad, pues dispone de dos flaps, uno en cada lateral, que consiguen equilibrar y amortiguar el balanceo; y tiene una autonomía de veinte días a bordo navegando a 15 nudos. Os aseguro que la navegación es una delicia.
Esta nueva ruta mantiene la filosofía Hurtigruten, el concepto es perfecto: Parar en varios puertos durante el trayecto para realizar en ellos las excursiones y expediciones más interesantes. En cada nuevo destino hay siempre guías locales y varias alternativas para que cada pasajero encuentre la actividad que más le convenga. He podido disfrutar de Boston, una de las ciudades más antiguas de Estados Unidos, en la que comenzó el sentimiento de independencia que terminaría un 4 de julio de 1776. Nos esperaba luego la preciosa costa de Maine, sus pequeños faros, y la vegetación exuberante de sus montañas. Rockland y Camden nos esperaban con los brazos abiertos.
Durante dos horas estuvimos subiendo por Camden Hills Park hasta el monte Battie, para disfrutar desde lo más alto de las impresionantes vistas de las islas de Maine. Dos pueblos pintorescos donde la langosta es el plato fuerte al igual que en East Port, donde pudimos comprobar cómo se realiza su pesca y visitar las fuertes corrientes y remolinos que se forman. Son las mareas de East Port las más fuertes del planeta y precisamente las que consiguen que el agua, en permanente renovación, sea súmante nutritiva y por ello la pesca es principal fuente de ingresos.
Durante los trayectos siempre ocurre algo, charlas y conferencias impartidas por profesionales para aprender sobre el Antártico, su fauna, situación medioambiental… Y otras sobre los lugares a visitar para poder tener más clara la idea de cuál será la excursión que más nos interese. Por descontado las cubiertas ofrecen horizontes, pero también el paisaje de las costas, sus faros y poblaciones.
El Ms Fram está equipado para que al pasajero no le falta de nada, desde wifi hasta gimnasio, jacuzzi al aire libre y una sauna con vistas que se ha convertido durante mi estancia en visita obligada cada día. La gastronomía es variada y cada tres días ofrecen un menú temático servido en mesa. La emoción esta asegurada por las ballenas, los delfines y los icebergs que aparecen y desaparecen en las gélidas aguas canadienses.
Os escribo durante el último día de travesía. Hemos dejado atrás Halifax, la ciudad que recuperó gran parte de los fallecidos durante el hundimiento del Titanic. Fueron sus pescadores quienes hallaron seis días después del hundimiento el cuerpo de un niño de año y medio flotando entre icebergs. El bebé no recuperó su identidad hasta 99 años después, se le conoce como el bebé desconocido y está enterrado en el cementerio habilitado expresamente para los muertos del trasatlántico más famoso de todos los tiempos.
Pero es una ciudad que guarda historia, la historia de Canadá. Su ciudadela es de las más antiguas del país, trinchera amurallada, fue la base naval del imperio británico. Mañana llegaremos a Sant John´s y nuestro viaje llegará a su fin, pero comenzarán los recuerdos, los grandes momentos vividos y el contacto con las nuevas amistades.
Si nunca os habéis planteado realizar un crucero porque lo identificáis con la masificación, Hurtigruten es la mejor manera de reconciliarse con la idea. Barcos pequeños, acogedores, decorados con cierto aire modernista inspirado en los primeros barcos de la compañía, aquellos que fueron pioneros en llevar correo a principio del siglo XX por los fiordos noruegos. Equipados con la última tecnología para el disfrute de pocos pasajeros. Sus rutas por la Antártica son de las más demandadas, los fiordos las más frecuentes, y ahora esta nueva ruta por la coste norte entre EEUU y Canadá, promete adeptos de todos los continentes.
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