La fiesta más antigua de España

Se dice que «en Talavera, no hay Dios, ni rey, ni Semana Santa». Tiene su explicación, pues si bien no hay Dios, es porque la devoción se da principalmente a la Virgen del Prado; ni rey porque la ciudad es «de la reina» y, por último, no hay Semana Santa porque en dichas fechas están los talaveranos muy ocupados preparando la fiesta de las Mondas. Estas celebraciones se remontan a época romana. Lo cuenta ya Cervantes en «Los Trabajos de Persiles y Sigismunda».

«La ida de Trujillo fue de allí a dos días la vuelta de Talavera, donde hallaron que se preparaba para celebrar la gran fiesta de Las Mondas, que trae su origen de muchos años antes que Cristo naciese, reducida por los cristianos a tan buen punto y término que si entonces se celebraba en honra de la diosa Venus por la Gentilidad, ahora se celebra en honra y alabanza de la Virgen de las vírgenes. Quisieron esperar a verla, pero por no dar más espacio, pasaron adelante, y se quedaron sin satisfacer su deseo».

En un principio, las fiestas estaban dedicadas a Ceres, diosa de la agricultura (no a Vernus como creía Cervantes), a quien, en primavera, se ofrecían los primeros frutos de la tierra, según un ritual que se conserva en parte en Talavera. El carro de las ofrendas era arrastrado por dos carneros, animales dedicados a esta divinidad. Asimismo, varias doncellas hacían el ofrecimiento de las cestas llenas de frutos que recibían el nombre de mundas cereris, de donde con seguridad procede el nombre de Mondas (cantidad de cera en barras o velas que hacen los pueblos limítrofes de Talavera).

Al comienzo del VII, el rey visigodo Liuva cristianiza la fiesta y en el lugar donde se alzaba el templo de la diosa se edifica una ermita dedicada a la Virgen del Prado, que desde entonces es la patrona de Talavera y surgen las ofrendas de cera. Las fiestas han pasado por varias vicisitudes pero nunca han llegado a perderse. En el siglo XVI era costumbre que cada uno de los pueblos que rodeaban a Talavera hiciera su ofrenda. Así cada parroquia se obligaba a llevar monda de cera «lo más linda e bien fecha que cada uno pueda» y desfilaban numerosas carretas con las pieles de los toros que se habían corrido, en honor de la Virgen, así como panes bendecidos que más tarde se distribuían, y jóvenes danzando y cantando.

De los antiguos ritos el que mejor se ha conservado es la ofrenda de las comarcas que tiene lugar ahora el sábado después de Semana Santa. La tradición, a veces, es muy difícil de conservar. Los carros con ofrendas y las doncellas con cestos de flores han sido sustituidas por carrozas con niños vestidos con trajes regionales. Acompañando a la procesión van grupos de danzas de los alrededores y los antiguos bailes se han cambiado por gigantes y cabezudos, por disfraces típicos del carnaval, por orquestas, por “majoretes”...  sólo el carro de Gamonal sigue igual que ayer, realizando su ofrenda en original carro tirado por dos carneros, como cuando los romanos celebraban los festejos en honor de la diosa Ceres.