Paradisus Salinas, un hotel profético en un paisaje lunar de fuego y tierra

El universo onírico de César Manrique y su visión de la naturaleza están muy presentes en este hotel que es una joya de la arquitectura, declarada Patrimonio Artístico y Cultural de Lanzarote.

Isabel Chuecos-Ruiz. 03/02/2025
Foto: Meliá

Poco antes de llegar a Lanzarote de nuevo, revisé las anotaciones de mi último viaje a la isla. En el cuaderno tenía anotada una pregunta que alguien me hizo: “¿Es fácil distinguir entre un buen hotel de otro que no lo es?”. Lo cual obliga a preguntarse cuál es esa característica, la verdadera identidad que hace único un hotel. Creo que es precisamente su conexión con el paisaje, los vínculos que atan el edificio, aquellos que son capaces de disolverlo sin destripar el misterio del lugar. Quien lo consigue, hace magia.

Pero esta vez, a diferencia de lo que es habitual, llegué al lado opuesto de los hoteles de lujo vanguardistas. Esta vez viajaba para visitar un hotel con una estética “estilo años setenta” donde el imponente brutalismo de su arquitectura había conseguido trascender y sobrevivir a los años con una capacidad de expresión plástica atípica.

La apuesta de Meliá en Lanzarote con Paradisus Salinas

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Una situación privilegiada. Foto: Meliá

Tras su éxito en México y República Dominicana, la marca Paradisus by Meliá llegó a Europa con un hotel de cinco estrellas. Se trata del Paradisus Salinas Lanzarote, que aúna los dos conceptos: naturaleza y cultura local. Un hotel emblemático de esos que aspiran a asomarse a la siguiente centuria y que sumergen a sus huéspedes en una variedad de experiencias inmersivas con una extraña belleza.

Hablar de Paradisus Salinas es hablar de arquitectura y de paisaje. El hotel está situado muy cerca del campo de golf de Costa Teguise. En un lugar privilegiado frente a la playa de Las Cucharas, a la que se llega por carreteras secundarias en una tierra magmática que es Lanzarote. Un paraíso para los enamorados de los terrenos lunares, los volcanes y cómo no, de sus vinos volcánicos. Quizá alguien piense en la típica escapada de sol y playa para vivir nuevas aventuras en el idílico archipiélago de la eterna primavera. También, por qué no.

Un tesoro arquitectónico en un paisaje lunar

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Un lugar integrado en el entorno. Foto: Meliá

Y es que Lanzarote, declarada Reserva de la Biosfera (como Menorca) es un paisaje lunar de fuertes vientos donde la prestigiosa marca hotelera de lujo Meliá Hotels International invirtió 15 millones en su completa renovación. Así amplió su presencia en Europa con el lema: “Abraza tu naturaleza”.

El resort apostó por reinventar el clásico concepto: “Destination Inclusive®” que envuelve a los huéspedes en el tejido de las tradiciones y la cultura locales. Sobre todo para aquellos que buscan experiencias más inmersivas y personalizadas.

Este hotel de cinco estrellas Gran Lujo es un tesoro arquitectónico. Diseñado por el prestigioso arquitecto Fernando Higueras en colaboración con César Manrique, consiguió en 1979 el Premio Internacional de Arquitectura declarado Patrimonio Artístico y Cultural. Así que al estar el inmueble protegido, se descarta cualquier cambio estructural posterior.

El exterior brutalista de Paradisus Salinas

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El diseño brutalista deja entrar la naturaleza por todos los rincones. Foto: Meliá

Paradisus es un imponente edificio brutalista con una característica forma de Y. Está construido alrededor de tres atrios centrales, cada uno con vegetación tropical y cuyas palmeras se alzan desde la tierra volcánica. Cascadas y pasarelas conectan los jardines internos tras una cuidada rehabilitación integral y redecoración de los espacios. No hay nada ostentoso en el diseño, solo elementos arquitectónicos racionalistas.

La visión arquitectónica de Higueras combinó la fachada de formas geométricas en hormigón blanco el 90%, con terrazas escalonadas y claraboyas por los que entra “la naturaleza” en consonancia con la estética del entorno circundante.

Unida a la visión artística de Manrique, un artista polifacético, un visionario que supo entender su isla dándole forma y color dejando un legado que impregna toda la isla. Fue un enamorado de los paisajes impactantes y de la naturaleza de Lanzarote.

Y en Paradisus se dedicó a diseñar los atrios interiores con jardines colgantes, estanques, pasarelas y piedras de lava creando impresionantes jardines tropicales con más de 300 especies vegetales. Así como un mosaico de piscinas que serpentean entre una exuberante vegetación.

Un interior acogedor, imponente, esencial

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Vestíbulo del hotel. Foto: Meliá

El tamaño y la escala del vestíbulo dan la sensación de estar entrando en una gran galería con una impresionante colección de obras de arte posmodernas. Un proyecto que es una llamada a los sentidos en un anhelo de llegar a lo esencial. Visitar este hotel vivifica mi relación con el oficio cuando se trata de entender espacios dentro del complejo hecho estético.

El hotel cuenta con un total de 282 habitaciones colocadas estratégicamente para maximizar la intimidad de los huéspedes. Pero el resort dispone de un área privada llamada The Reserve, un concepto que ofrece un alojamiento más exclusivo con suites de lujo, villas con piscina y zonas privadas. Espacios innegablemente elegantes, con sus piscinas propias de agua salada, y estéticamente, un mundo alejado del hotel principal.

El responsable de los interiores rediseñados fue el arquitecto Álvaro Sans, cuya amistad personal con César Manrique añadió sin duda un componente emocional al proyecto, manteniéndose fiel al concepto del diseño original.

Gastronomía canaria e internacional

La alta gastronomía es otro de los atractivos de Paradisus que combina la excelencia culinaria de los sabores internacionales, mediterráneos y canarios. Una oferta gastronómica de primera clase que seduce con opciones tan interesantes como el restaurante árabe Samira. Los mejores ingredientes y el amor por las tradiciones de Oriente Medio se unen en este fabuloso restaurante de autor. La carta de vinos incluye vinos de La Geria elaborados con técnicas ancestrales.

Meliá ofrece una auténtica inmersión en la cultura de cada uno de los lugares en los que están ubicados sus hoteles. De ahí que proponga visitas guiadas a lugares emblemáticos como Jameos del Agua y el Jardín de Cactus que se complementan con escapadas como la visita a la emblemática bodega El Grifo, donde las vides se entrelazan con la característica ceniza volcánica de la isla o excursiones que revelan los tesoros ocultos de las Islas Afortunadas.

César Manrique en Paradisus Salinas

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La esencia canaria y de César Manrique se ven en cada rincón del hotel. Foto: Meliá

En definitiva, visitar un hotel es aceptar las sorpresas. Es habitar un mundo creado por otros donde el visitante se convierte en explorador, en testigo de su propio punto de vista. Paradisus Salinas Lanzarote es una joya arquitectónica llamativa, solemne, que a lo largo de décadas ha sabido resistir el paso del tiempo.

Y hablar de Manrique es hablar de un camino personal reconocible, es insistir en ese aspecto de lo conceptual y hacer hincapié precisamente en lo esencial, absortos en proyectos que, como éste, toman vida propia. Era un outsider. Juan Cruz ya lo dijo en una ocasión: “César Manrique era un volcán que entró en erupción”. Bella metáfora para definir alguien difícil de definir.

Manrique fue alguien inclasificable. La honestidad es un requisito y su genuina obra lo entendió. Intuitivamente fue así, quiso salvar el medio tratando de ampliar el concepto estético del lugar. Ya lo dijo él: “Nos encontramos en condiciones de intuir, por ese misterio escondido del instinto”. Qué más puedo añadir sino avisar al espectador que lea entre líneas, y a aquellos que aterricen en el Paradisus Salinas, que lo hagan sin expectativas, sin prejuicios.

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