Si ayer hablábamos de Marrakech como destino de viaje, hoy nos centraremos en su alojamiento. Para descansar allí lo ideal es escoger un riad, una suerte de espacio abierto, con jardín, estanque o piscina central, alrededor del cual se organizan las habitaciones, que no suelen ser muchas, y los espacios comunes.
Yo elijo el riad Dar Justo por varias razones. La primera es su compromiso ético con el medio ambiente, gestionando sus recursos naturales de manera responsable, donde depuran el agua y la reutilizan para regar las plantas y rellenar las cisternas de los inodoros, tras lo que la vuelven a depurar y la envían a una red de saneamiento público.
Tienen además energía limpia procedente de 152 m2. de paneles solares que usan tanto en el riad como en su sofisticado hamman, llamado Le bain bleu. Y sólo emplean productos ecológicos cultivados en la zona. Por supuesto está la relación calidad precio, que es fenomenal, la calidad de su cocina y la exquisita actitud del personal que nunca pierde la sonrisa.
Situado en plena Medina, el riad Dar Justo tiene un acceso tan pintoresco como divertido. Después que el taxi te haya dejado en las puertas de la Medina, un señor para nada opulento carga las maletas en un carrito de tracción manual y te marca la ruta a una velocidad endiablada. Es un trayecto completamente vacío, irreconocible al día siguiente plagado de puestos.
El paisaje y las callejuelas que van apareciendo alrededor nos hacen imaginar que esas sombras que surgen (o nos lo parece) son espías perdidos entre guerras que nos acechan para pasarnos el último parte. Hay que soltar la imaginación en estos momentos y a esa hora, porque mañana, con el sol, los olores, los aromas (que no son lo mismo), los ruidos y los susurros harán que tengamos la realidad a pie de vida.
Llego al riad, donde la sonrisa de la gente ya insiste en la paz que disfrutaremos… y en el silencio, que no nos abandonará durante todas las jornadas. Paso frente a una habitación y me sorprende el nombre, “Pastora Vega”, así que mi móvil se acaba de poner en marcha. Mañana preguntaré.
Y voilà, la sorprendente historia del riad. Unos tres años antes de su apertura, llegó a Marrakech Justo Almendros, inquieto, culturalmente ambicioso y necesitado de hallar una nueva luz. Corría el año 2002 y nuestro hombre encontró una casa de la que hizo su hogar y taller para el diseño de sus lámparas.
Más tarde fue lugar de acogida de amigos que, casi sin darse cuenta, ampliaron el espacio hasta crear el germen de lo que es hoy el silencioso y pacificado lugar. A la aventura se unieron algunos amigos, dos de ellos Pastora Vega e Imanol Arias, animados por otro tipo de actividades: crear un proyecto más grande con intenciones de participar en los eventos culturales de la ciudad e interrelacionarse con otros grupos con inquietudes sociales.
Los principios del proyecto eran y siguen siendo respeto al medio ambiente y una gestión de recursos sostenible, consumo de proximidad y responsabilidad social con todo el equipo de personas que trabajan en Dar Justo. Conectado con el ambiente cultural de la ciudad, Justo Almendros y su insustituible mano derecha, Sara Guerrero, hicieron al riad patrocinador en 2009 de la Feria Awant Art, un festival de circo y encuentros artísticos en espacios públicos; y más tarde de la Marrakech Biennale de arte contemporáneo.
Pero de lo que más orgulloso se siente es de su colaboración, a través de la Fundación Abertis, uno de sus sponsors, con el Instituto Cervantes de Marrakech, con los que ha creado Pocenar, un programa de traducción del castellano al árabe de poetas que han sido Premio Cervantes, como Fernando Rojas, José Hierro, María Zambrano e Ida Vitale, protagonista del año en curso. Se da la circunstancia de que en el caso de Zambrano se contó con la presencia de María Teresa Fernández de la Vega y Marifé Santiago, conocedoras ambas de la vida y obra de la literata.
Para amantes cinéfilos: durante el rodaje de ‘Sexo en Nueva York’, Sarah Jessica Parker alquiló el riad como cuartel general del rodaje, dejando buena muestra de su enérgico carácter a la hora de trabajar (no en vano era productora). Para colegas inquietos: Dar Justo ofrece un programa para escritores que deseen ambientar sus textos en un paraje como Marrakech, poniendo a su disposición un mes de alojamiento y manutención para trabajar con entera comodidad: la paz está asegurada.
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