Seis motivos para alojarte en Villa Magalean si viajas a Hondarribia
Este coqueto hotel boutique de ocho habitaciones es un ejemplo de hospitalidad, buen gusto, compromiso y respeto al medio ambiente.
Visitar la costa vasca siempre es un gusto. Por sus paisajes, sus playas, el surf, el arte, su gastronomía, su cultura y sus gentes. No hay duda de que es una zona especialmente completa y agradecida para el turista, sobre todo si se elige como destino una de sus múltiples localidades-joya, como Hondarribia. Hablamos de un pequeño pueblo pesquero muy pintoresco en el que sobran las opciones para bordar unas vacaciones o una escapada. Allí se encuentra el acogedor hotel boutique Villa Magalean, sin lugar a dudas el mejor alojamiento para hacer de la estancia en Hondarribia, inolvidable.
Como en casa
El primer motivo que nos lleva a hacer esta afirmación es la sensación de sentirse como en casa desde el primer momento. El hotel es pequeño, tiene solo ocho habitaciones, por lo que la familiaridad con el personal y la privacidad están aseguradas.
La vida dentro del establecimiento fluye tranquila, como a cámara lenta, lo que aporta al huésped esa sensación de desconexión total. A ello contribuye la acogedora decoración de las zonas comunes como el hall, el salón de chimenea o el rincón de lectura. En ellas, los muebles de tonos claros se mezclan con piezas decorativas de distintos estilos que aportan el toque de color y una marcada personalidad a cada una.
Ocho rincones emblemáticos de Hondarribia
Lo mismo sucede en sus ocho habitaciones y suites con terraza y balcón. Bautizadas con los nombres de lugares emblemáticos de Hondarribia o sus alrededores, las estancias de Villa Magalean son especialmente confortables y elegantes.
Destaca entre ellas la suite de 65 metros cuadrados Peñas de Aya, con dos habitaciones, pequeño salón independiente y terraza con vistas al casco antiguo de la localidad. En ella, al igual que en el resto, la cuidada decoración y las máximas prestaciones se completan con infinidad de detalles que convierten la estancia en inolvidable.
Comerse el País Vasco por los pies
Otro de los motivos para alojarse en este coqueto establecimiento si se viaja al norte es su gastronomía. El pequeño restaurante Mahasti sigue el patrón del resto de estancias del hotel: es acogedor, cuenta con una decoración discreta pero elegante y se salpican en él pequeños detalles que lo hacen único. La cocina prepara en el momento una amplia variedad de opciones para el desayuno y ofrece una cuidada carta para el momento del almuerzo o la cena.
En ella predominan los productos de temporada y de la zona, que maridan elegantemente con las abundantes referencias de su bodega. Cocina tradicional con un punto diferente en la que los productos del mar se mezclan magistralmente con los de la tierra; y con la que el chef Markel Ramiro asesorado por Juan Carlos Ferrando ofrece un delicioso viaje culinario al corazón del País Vasco.
Anchoas de Hondarribia, bacalao con Txangurro, vieiras a la plancha con crema de mejillones, atún rojo con salsa de miso… la oferta de pescado es tan variada como apetecible; al igual que los platos de carne como la pluma de Basatxerri, el solomillo de ternera con salsa de foie; y otros con adn de la zona como los quesos de San Juan de Luz o la tarta de queso horneada con lima y frutos rojos. Espectacular.
Responsabilidad y compromiso con el entorno
Hemos hablado de hospitalidad, decoración, servicios, gastronomía… pero también tenemos que hablar en esta lista de la gran vinculación entre el hotel y el entorno. No solo por el compromiso que mantiene con productores y negocios de la zona para la composición de su carta, sino también por el cuidado del medio ambiente.
De hecho, el establecimiento cuenta con paneles solares, hace una gestión responsable de residuos, limita el uso de plásticos y lleva a cabo acciones sencillas pero eficaces contra el desperdicio alimentario. Todo en su gestión y funcionamiento es 100% compromiso y responsabilidad, tanto con el cliente como con el entorno.
Qué visitar desde Villa Magalean
Por último y no menos importante, la ubicación del hotel es espectacular. Se encuentra a unos cinco minutos a pie de San Pedro kalea, la calle de pintxos más famosa de Hondarribia; y de su centro histórico, donde es imprescindible recorrer la muralla medieval, entrar en la parroquia y perderse por sus calles. Con buen tiempo es de obligada visita su playa urbana; y en cualquier época del año recorrer el paseo marítimo con vistas a la villa francesa de Hendaya.
Y si se quiere coger el coche, a unos 10 minutos desde el hotel se puede llegar al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de la villa pesquera, con espectaculares vistas de la zona; y al faro de Higuer con una buena panorámica de la costa. Un poco más lejos, alrededor de los 30 minutos al volante, se puede visitar San Sebastián o pasar a Francia y conocer lugares como San Juan de Luz o Bayona.