Este 2018 se cumplen 92 años del nacimiento de Marilyn Monroe y para celebrarlo, el Lexington Hotel de Nueva York, ubicado a cinco minutos caminando en línea recta desde el Edificio Chrysler, ha decidió bautizar la suite donde la actriz se alojó durante varios años con su entonces pareja, Joe DiMaggio, con su nombre verdadero, Norma Jane (Mortenson).
Fue el 14 de enero de 1954 cuando la pareja de recién casados estableció su hogar en la suite 1806 del Lexington Hotel, donde vivió pocos años. Como curiosidad, mientras residían en el edificio, Marilyn filmó la famosísima escena de la falda al viento para la película ‘The Seven Year Itch’ a tan sólo cuatro manzanas del rascacielos, de la que han pasado 63 años. ¡Cómo pasa el tiempo!
Más tarde, la habitación de 56 metros cuadrados y una coqueta terraza de 18 metros cuadrados, pasó a llamarse Suite Centerfield hasta que el pasado 1 de junio se abrió de nuevo al público con el nuevo nombre de Suite Norma Jean, en la que podrás alojarte si posees 1.200 dólares (1.028 euros) y la suerte que esté libre, claro.
Los diseñadores de la empresa Fringe han puesto todo el énfasis en la protagonista y su entonces pareja, llenando el espacio de detalles más personales que estilistas. Múltiples elementos de color rojo simulan los labios de la actriz, fotos de la pareja se ubican en las estancias, un bate de béisbol Louisville Slugger acompaña al paragüero o, incluso, verás bolsas de la tienda favorita de Monroe, Bloomingdales, en el vestidor.
El director general del hotel, Kaizad Charna, apuntó en una revista neoyorquina: “Estamos encantados de presentar la suite Norma Jean en el cumpleaños de Marilyn Monroe. Desde 1929 hemos recibido a innumerables celebridades internacionales que han establecido el hotel como un punto de referencia cultural para viajar a la ciudad de Nueva York. Era esencial para nosotros rediseñar la suite para honrar a Marilyn y ofrecer a los huéspedes una experiencia fresca y auténtica enraizada en la rica historia del hotel”.
La suite cuenta con una enorme sala de estar con comedor y acceso a la terraza. La clásica concepción neutra de blanco y negro se expande por toda la vivienda, sólo contrastada por los tonos carmín y beige, los sofás de terciopelo y los espejos que dan vida y amplitud. Si te animas a alquilarla por unos días, podrás coger las copas de Dorothy Draper para deleitarte con el Dom Pérignon que estará esperándote en la barra.
Lo mejor, el escritorio de alabastro de Bernhardt, que acompaña a un tocador que luce orgulloso una rosa dentro de una botella de Chanel Nº 5, un sofá de terciopelo gris, otro de Bob Williams y la cabecera de la cama de cuero vegano blanco con una fina línea de terciopelo negro. El cuero vegano no proviene de animales, deriva de materiales sintéticos y naturales, con lo que su uso fomenta el cuidado al medio ambiente, entre otras cosas porque para producirlo se utiliza mucha menos potencia energética y menos productos químicos agresivos.
Desde luego, después de todo lo expuesto, no parece una mala idea el cambio de nombre de la habitación para homenajear al icono del cine aunque, para ser sinceros, podían haberlo pensado antes. El Hotel Lexington se ubica en el número 511 de la avenida del mismo nombre y es un espectacular edificio diseñado por los arquitectos Schultze & Weaver, a los que ya conocen los ávidos lectores de esta revista dado que también se encargaron de otro mítico hotel: el Waldorf Astoria.
El rascacielos alcanza los 96 metros de altura gracias a sus 28 plantas, tiene forma de L y presume de ser un claro exponente del estilo Art Decó, muy abundante en la ciudad debido al auge que tuvo en su momento. Su construcción finalizó en 1929, costó 6,5 millones de dólares de la época (5,57 de euros si hubieran existido) y fue construido por la empresa Turner Construction Corp con capacidad para 800 habitaciones de hotel.
Cuando te hospedes en la suite Norma Jean y tengas un rato, mándanos un selfie o súbelo a Instagram, y, si estás de humor, podrías incluso acercarte al One Hundred East Fifty Third Street para saludar a George y Amal Cloney… sólo si te apetece, claro. Eso sí, no dejes de admirar el edificio en el que estás, el hotel Lexington presume de dos torres piramidales en su cúspide, ejecutadas como su base: con piedra caliza, la misma que viste los alféizares de las ventanas.
No dejes de admirar cómo, en el siglo XIX, se revestían los edificios con arcos en puertas y ventanas, con columnas con capiteles corintios, con águilas y escudos, rosetas, grifos, figuras humanas sentadas o de pie representando las estaciones del año o leones alados en distintas posiciones. No dejes de admirar cómo aguanta el ladrillo de terracota el embate del tiempo, permitiendo de forma digna y económica la reutilización de un edificio por distintas generaciones.
No dejes de admirar cómo, un adecuado mantenimiento y una reparación sistemática de los elementos devastados por el paso del tiempo, son parte de la buena arquitectura. No dejes de admirar cómo, diseñando un rascacielos con cortes facetados se permite un mayor aprovechamiento de la superficie interior, proveyendo de más ventanas y vistas a sus inquilinos.
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