En los últimos 20 años hemos visto cómo los metales blancos, especialmente el oro blanco y el platino, eran los más demandados a nivel mundial por los compradores de joyería. Pero lo que se había convertido en una costumbre ya no lo es tanto. La moda está cambiando y las grandes marcas joyeras lo saben.
A finales de los años 90 y principios del siglo XXI, que tu novio te regalara un anillo de compromiso de platino con un diamante central era la última tendencia. El platino era el metal más caro por gramo y además su dureza a la hora de trabajarlo y su mayor densidad hacían que las piezas elaboradas con él fueran las más caras y por tanto, también, las más codiciadas.
A finales de la primera década de este siglo, las marcas comenzaron a cambiar con sus campañas de marketing los gustos de los consumidores. Estos fueron poco a poco decantándose por anillos solitarios o medias alianzas de diamantes, pero en oro blanco rodiado. El oro blanco es básicamente oro amarillo rebajado en su color y recubierto químicamente por una capa de rodio blanco que hace que adquiera ese acabado en forma de espejo que tanto ha estado de moda.
En los últimos tiempos, parece que aunque este material siendo la primera elección de millones de novios en todo el mundo, las joyas de oro amarillo, el verdadero color del oro, están resurgiendo poco a poco y cada vez más personas las lucen de nuevo. Las marcas y creadores de tendencia de medio mundo se están decantando por buscar la diferenciación mediante el uso de joyas en oro amarillo. No solo hablamos de las típicas cadenas o cruces, sino de todo tipo de joyas.
El resurgir del oro amarillo se debe a diversos factores. Por un lado, la evolución del precio del rodio. Esto lo ha convertido en un metal más caro que el propio oro, lo cual ha llevado a las grandes marcas de joyas, esas que consiguen modificar las tendencias y gustos de los consumidores finales, a dejar de lanzar colecciones en oro blanco para volver al platino y al verdadero color del oro, el amarillo. Asimismo, el oro y especialmente el amarillo está aumentando su valor considerablemente. Esto lo convierte no solo en una buena inversión sino en un símbolo de tendencia y moda.
En este sentido, los millennials y otras generaciones sociales están desarrollando un deseo y admiración hacia lo vintage y la verdad intrínseca de las cosas. Algo que favorece su predilección por las cosas auténticas, como el oro amarillo.
No hay duda de que todo vuelve y así como el oro fue el metal de moda durante más de 7.000 años, desde los sumerios hasta la segunda mitad del siglo XIX, creo que es una tendencia que ha llegado para quedarse. Es posible que en los próximos años volvamos a conocer al oro amarillo como el metal más de moda. Es evidente, por tanto, que es el momento perfecto para apostar por el oro como inversión y como capricho, puesto que su valor crecerá con el tiempo
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