Haz Jabones, no la guerra

Cuando Emanuel Bronner se metió de lleno en la fabricación de jabones, su familia llevaba dedicándose al negocio dos generaciones. De ellos, judíos alemanes que sufrieron los horrores del nazismo –sus padres murieron asesinados en un campo de concentración- aprendió los secretos de su elaboración; y de la desgarradora experiencia de la guerra y sus heridas surgió un activismo que le llevó a desarrollar un plan de paz (resumido en The Moral ABC) que promovió allí donde pudo, incluidas, sí, las etiquetas de sus botes de jabón.

Bronner fue un pionero de la cosmética natural en Estados Unidos, donde llegó en 1929, siendo un adolescente. La presencia en el país de varios miembros de su familia, experimentados químicos que, como él, emigraron desde Alemania en el periodo de entreguerras, le permitió crear una extensa red de negocio familiar en la que se apoyaría para la producción de sus invenciones.

Son varios los factores que influyeron en su éxito y en el hecho de que aún hoy siga siendo una de las empresas de cosmética orgánica más importantes del país. Que sus jabones nunca pretendieran competir con los grandes fabricantes de jabón americanos le hizo tener muy claro su nicho de mercado, apostando por los ingredientes naturales y la fabricación artesanal. El boom de la cultura hippie en los años 60 fue decisivo, ya que este movimiento no solo se identificó con la naturalidad de producto, sino también con las ideas pacifistas de Bronner, su desprecio hacia la publicidad y su estructura de pequeño negocio.

La filosofía de Bronner hizo que sus productos fueran únicos. Vendía sus jabones en el garaje de su casa y, sólo a veces, atendía a pedidos de pequeñas tiendas que deseaban venderlos. Además, incluyó en la etiqueta de sus productos su nombre y su dirección, por lo que a menudo recibía llamadas de clientes con los que se enfrascaba en conversaciones sobre política y religión, consiguiendo de ellos, sin pretenderlo, una lealtad imbatible como consumidores.

Más interesado en su activismo que en el negocio, la marca de Emanuel Bronner disfrutó de un éxito moderado durante la vida de su fundador. La entrada en la empresa de sus hijos contribuyó de un modo decisivo a la expansión del negocio. Cuando el nuevo milenio puso de moda los productos “verdes”, Dr. Bronner contaba ya con décadas de experiencia en el sector.

En los últimos 15 años, la compañía ha crecido un 1100% y se mantiene fiel a los principios de su fundador elaborando todos sus productos con ingredientes orgánicos que proceden del comercio justo, utilizando envoltorios ecológicos, respetando los derechos de los animales y desarrollando iniciativas que promueven la justicia social. En 2011, la empresa tuvo un beneficio de 44,6 millones de dólares, un tercio de los cuales se dedicaron actividades filantrópicas.

Los jabones de Dr. Bronner se distribuyen en Estados Unidos, Canadá, Europa, Asia y Oriente Medio. En España se pueden adquirir en el portal de ventas privadas de lujo Achica. El producto más vendido de la marca es el jabón orgánico líquido de hierbabuena. Se trata de un jabón vegetariano y vegano que estimula el cuerpo y despeja la mente.