Cuando hablamos de Catar a todos se nos viene a la mente el gas y el petróleo. Es indudable que estas dos materias primas son a día de hoy la base económica del país. Sin embargo, hubo un tiempo en el que no se sabía nada de ellas y había un bien que, además de sustentar Catar, y hacía las delicias de las monarquías europeas. Hablamos de las perlas, unas piedras preciosas que los cataríes recogían a pulmón de las profundidades del mar, y que a día de hoy están presentes en muchas de las joyas más importantes de la realeza.
Para hablar de las perlas y Catar tenemos que remontarnos más de 50 años atrás, cuando el país ni siquiera existía como tal y era un protectorado británico. Entonces, apenas vivían allí 10.000 personas y su economía se basaba en el buceo de perlas.
Esta piedra preciosa llegó a representar el 75% de las exportaciones totales del Golfo Pérsico llegando a acaparar el 80% del mercado mundial de las perlas. Y es que la conocida como «Perla de Oriente Medio» se dedicaba a eso, a exportar perlas que, en muchos casos, eran adquiridas por casas reales o por las grandes joyerías que servían a la realeza.
Sin embargo, buscar las perlas no era una tarea sencilla. Los buceadores cataríes emprendían largos viajes en alta mar a bordo de unos barcos llamados dhow, para poder encontrar las piezas más bonitas.
Esa búsqueda la hacían sumergiéndose en el agua a pulmón, buceando durante más de cuatro minutos sin ningún tipo de ayuda o soporte. Un trabajo complejo y arriesgado que se practicó durante varios años y que llegaría a su fin con el descubrimiento de la perla cultivada en Asia.
Con las perlas encontradas se fabricaban todo tipo de joyas. Por ejemplo collares, pendientes, anillos o gargantillas que se vendían en todo el mundo y que a día de hoy siguen en los joyeros más exclusivos y privilegiados.
En el Museo Nacional de Catar se encuentran varias muestras de las valiosas joyas que se realizaban a partir de sus perlas. Piezas hechas a mano y de valor incalculable en las que esta piedra preciosa es la protagonista.
También se encuentra allí la famosa Alfombra de Perlas de Baroda, la cual se tejió a finales del siglo XIX por encargo del Maharaja de Baroda con la intención de cubrir la tumba del profeta Mahoma.
Una pieza de gran valor confeccionada con más de dos millones de perlas naturales, diamantes y rubíes, que fue adquirida por comprador anónimo en una subasta en 2009 por 5.458.500 dólares. A día de hoy se puede ver en el museo de Doha.
Buena parte de esas perlas también se usaban para fabricar tiaras de la realeza y aristocracia europea, sobre todo, inglesa. En el Museo Nacional de Catar se encuentra una tiara original de la madrastra de Lady Di, Raine Spencer, la condesa de Spencer.
Se trata de una exclusiva diadema realizada en plata y diamantes con 12 perlas de gran tamaño como adorno. Una bonita tiara que la condesa lució en más de una ocasión y que ahora se encuentra a la vista del público en Doha.
Sin embargo, en Catar ya no se practica la búsqueda de la perla y apenas quedan vivos buceadores que se dedicaron a ello en aquella época. Ahora la perla de Catar es el gas natural y el petróleo, aunque la piedra siempre formará parte de su historia y de uno de sus barrios más exclusivos y famosos, The Pearl.
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