El hombre actual sabe de la importancia de este complemento y cada día lo cuida más. No solo nos referimos a su limpieza, nos referimos a sus gustos. Los zapatos están hechos de piel para proteger el empeine y el resto del pie ya que permite la transpiración, aporta comodidad, absorbe el sudor e impide la penetración del frío y el agua.
El zapato a lo largo de su historia ha sufrido cambios en su horma y las modas hacen que cada temporada se adapten a los cambios que se producen en la industria textil. Por lo tanto, las hormas cambian en función de la estética del momento y las colecciones de moda.
Cuidar bien tus zapatos es vital para su durabilidad y la limpieza cuidadosa con cremas enceradas alarga su vida. Un consejo para que esto suceda es no usar todos los días los mismos, sobre todo en verano, cuando el pie suda más. Los zapatos se realizan con piel animal tratada, un proceso llamado curtido que da lugar al cuero. El tratamiento de curtido no es el mismo para el cuero que se va a utilizar en el zapato que en la suela.
Para el cuerpo del zapato se usa piel de becerro o cabra, siendo la primera de más calidad y la segunda más arrugable. La suela se puede fabricar con piel de toro, vaca o plástico. Esta última resbala menos y es más caliente, además de asegurar su impermeabilidad.
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