La moda no está reñida con la elegancia

Un hombre que viste a la moda no tiene por qué ir elegante, del mismo modo que un hombre que vista elegante, no quiere decir que vaya ‘a la moda’. Parece una incongruencia, pero se repite muy a menudo. Aunque esto último tiene más razón de ser y se cumple más veces que lo anterior. Cuando una prenda la lleva mucha gente suele ser señal de estar de moda. Es una máxima que se repite año tras año, pero no quiere decir que dicha prenda sea referente en cuanto a elegancia.

Hay prendas que sin saber muy bien por qué, se ponen de moda y todo el mundo las quiere llevar. También hay un determinado público que huye de estas tendencias, no quiere ir vestido como los demás, y busca cierta exclusividad. Esto último es difícil, salvo que optes por marcas premium o elitistas. A los hombres y mucho más en el caso de las mujeres, odian ir a lugares donde haya muchas personas y varias de ellas vistan las mismas prendas.  

De lo primero tiene mucha culpa el Prêt-à-porter, expresión francesa que significa «Preparado o listo para llevar”. Prêt-à-porter es el arte de poder ir a tu tienda favorita, elegir el modelo que te guste, llevártelo y ponerlo en ese mismo momento. Estas producciones en serie hacen posible el fenómeno descrito en el segundo párrafo. El fenómeno ‘just in time’ está hoy de moda y lo llevan a la última expresión las mejores marcas de moda.

No se puede achacar la elegancia de un hombre a su forma de vestir. La elegancia es algo más que las prendas que llevamos. Es la manera de llevarlas, sus formas, su educación, su respeto hacia los demás… Incluso también no solo en su vestimenta, sino cómo comportarse en una comida de empresa, reunión de trabajo… Debemos intentar hacer de la elegancia una forma de vida, un estilo de convivir con los demás. Tener el armario lleno de prendas de moda es más un síntoma de ser víctima de la moda que de ser una persona elegante. Utiliza siempre una máxima en el vestir: combina originalidad y moda. Es la clave del éxito del hombre.